Pese a que por estas horas reaparecen adalides del “tirapostismo” con la vieja fórmula de que se vislumbraba la paliza electoral al oficialismo, la única realidad es que nadie la vio venir.
Ni la dirigencia más optimista de JxC registraba esa nueva ola opositora el mismo domingo de las PASO, hasta que empezaron a recibir los datos de sus fiscales. Poco antes de las 21, la incredulidad mutó a euforia contenida.
Algo similar pero a la inversa vivió el oficialismo. Llevado al paroxismo, claro. El Gobierno distribuyó en off en la tarde electoral encuestas de boca de urna que les daba el triunfo en Provincia de Buenos Aires y en el orden nacional. Incluso hubo un festejo en el bunker platense del FdT donde participaron Axel Kicillof, Victoria Tolosa Paz y Daniel Gollan. Papelón.
No se termina de asumir que la sociedad argentina está rota. Socialmente. Anímicamente
La sorpresa de los resultados para una y otra coalición no sólo expresa la crisis de los estudios que registran el humor social. Sobre todo, refleja la disociación que muchas veces la dirigencia tiene de lo que ocurre en la calle y que se expresa cuando llega la oportunidad de votar.
No se termina de asumir que la sociedad argentina está rota. Socialmente. Anímicamente. A los problemas estructurales de declive económico, laboral, educativo, la pandemia ha sumado dolores y angustias profundas que el Gobierno no ha sabido, no ha podido o no ha querido contener.
Ello lo ha manifestado tanto la gestión presidencial de Alberto Fernández como la acción discursiva de la vice Cristina Fernández de Kirchner como virtual jefa de la campaña bonaerense. Después de guardarse tras su particular apoyo público a Alberto Fernández por el Olivosgate, el jueves 9 CFK cerró en Tecnópolis el proselitismo oficial nacional (sólo con quienes encabezaban las boletas porteñas y bonaerenses) culpando de todo a los de siempre: los medios, Macri, los empresarios…
¿Y ahora?
El FdT en general y el Gobierno en particular atraviesan estas horas como un tembladeral. Amén del pase de facturas casi salvaje entre las diferentes tribus oficialistas, en especial desde el kirchnerismo, el eje central que los atraviesa hoy es qué hacer para intentar dar vuelta la historia en noviembre.
La previsión pre PASO era que hacia fin de año iba a haber mejores condiciones sanitarias y sobre todo económicas en los bolsillos, al sentirse más cierto derrame de reactivación y de medidas financieras con altísimo costo para el Estado y de baja progresiva de la inflación. Por estas horas de alto desconcierto gubernamental, nadie se anima a continuar afirmando semejante proyección.
El FdT en general y el Gobierno en particular atraviesan estas horas como un tembladeral
Por eso muchas miradas internas apuntan a Santiago Cafiero, jefe de Gabinete, y Martín Guzmán, ministro de Economía, como posibles figuras de salida. Alberto Fernández sigue resistiendo las presiones, pero asume que está en su momento más débil.
El dilema central que resurge en el Gobierno con el cachetazo de las PASO es si la alquimia para tratar de revertir los resultados pasa por más albertismo o más kirchnerismo. Las respuestas dependen con quién se hable, obviamente.
En ese intríngulis básico, que arrancó prácticamente el 10 de diciembre de 2019, sigue enfrascado el oficialismo. Y en éste, su peor momento, más que nunca.