OPINIóN
Guerra tecnológica entre EE.UU. y China

Son los semiconductores, ¡estúpido!

Donald Trump y Xi Jinping libran una primera batalla por la producción de chips de última generación. La disputa será larga y decisiva para el futuro geopolítico y geoeconómico.

Inside Huawei, China's Tech Giant
Inside Huawei, China's Tech Giant | Photographer: Kevin Frayer/Getty Images AsiaPac

''EI silicio se ha convertido en el crudo de petróleo del progreso industrial" (Jerry Sanders, Presidente de Advanced Micro Devices, 1980)

 

El gobierno de Donald Trump ha endurecido los controles de exportaciones afectando directamente a Huawei. La “Guerra fría” entre China y Estados Unidos es por la tecnología, y en el corazón del conflicto están los semiconductores.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

En mayo de 2019 en la antesala de los primeros despliegues de la nueva tecnología de comunicaciones móviles 5G, el gobierno de los Estados Unidos agregó a Huawei y a sus filiales extranjeras a su “Entity List”, una suerte de lista negra de entidades hacia las cuales quedaban prohibidas las ventas, exportaciones, reexportaciones o transferencias de cualquier producto de origen estadounidense (incluyendo por supuesto cualquier tipo de tecnología) sin que medie una autorización expresa del Departamento de Comercio.

La medida la justificó Washington en la supuesta participación de las entidades listadas en actividades contrarias a los intereses de seguridad nacional o de la política exterior de Estados Unidos. Originalmente la “lista” fue implementada por primera vez en 1997 por la administración Clinton y  apuntaba a “informar a los exportadores y al público en general” sobre las entidades extranjeras cuyas actividades imponían un “riesgo de desviar los artículos exportados y reexportados a programas relacionados con armas de destrucción masiva”. Se incluían empresas, gobiernos, centros de investigación y hasta personas físicas dentro de la lista.

¿Existe una competencia China-Occidente entre sistemas políticos?

En este último mes de mayo, el Departamento de Comercio, a través de su su Oficina de Industria y Seguridad, renovó la prohibición hacia Huawei y publicó además nuevas reglas que limitan también las actividades comerciales de los fabricantes de semiconductores que utilicen tecnología norteamericana. Así, las empresas fuera de Estados Unidos como la Taiwan Semiconductors Manufacturing Co. TSMC deberán, a partir de la vigencia de la norma, obtener una licencia de exportación antes de que se les permita vender a Huawei o a cualquiera de sus 114 filiales en el extranjero, como por ejemplo Hisilicon.

La clave, entonces, son los semiconductores. En tal sentido Huawei ha avanzado en los últimos años a paso acelerado, asumiendo un rol central Hisilicon, su diseñadora de circuitos integrados, que ha logrado acercarse a (y en la actualidad ya equipararse con) los grandes jugadores del mercado, como lo son la firma coreana Samsung, las compañías norteamericanas Apple y Qualcomm o la taiwanesa Mediatek. Como ejemplo tenemos que hoy en día Hisilicon compite con el Kirin 990 en el terreno de los microprocesadores de smartphones más destacados, tales como el A13 Bionic de Apple, el Snapdragon 865 de Qualcomm, el Exynos 990 de Samsung y el Dimensity 1000 de Mediatek, todos fabricados con tecnología de 7 nanómetros, vale decir, manipulando conectores en 7 milmillonésimas partes de un metro.

Ahora bien, como las fabless (Hisilicon, Mediatek, Qualcomm) solo diseñan, todos estos microprocesadores deben pasar por una fundidora (una fábrica) que produce los semiconductores, y en el caso de las tecnologías más avanzadas, sólo hay unos muy pocos que lo hacen: en el caso de la tecnología de 7 nanómetros exclusivamente son las firmas TSMC y Samsung. Esto significa que para estar en la vanguardia hay que necesariamente recurrir a estos dos proveedores.

La pelea Trump-Huawei impacta en el despliegue del 5G en la Argentina

Es por eso que Estados Unidos juega una carta crucial restringiendo sus exportaciones y aplicando sanciones al comercio de sus socios estratégicos con Huawei: lo son tanto Taiwan como Corea del Sur. En este sentido, el perjuicio no solamente alcanza a la futura provisión de todos los procesadores de los teléfonos de alta gama de Huawei, sino que también implica un grave perjuicio a los equipos de red, estaciones base, inteligencia artificial y servers de arquitectura 5G que también utilizan la serie Kirim de microprocesadores. Los proveedores chinos aún están a unos cuantos años de lograr la tecnología de frontera: SMIC, en su  mejor versión, trabaja actualmente con 14 nanómetros.

La batalla nano 20200609

Aquí podemos empezar a ver la otra faceta de la cuestión: en la tecnología de Quinta Generación (5G) la delantera la han tomado los chinos, con Huawei y ZTE: entre ambas detentan el 26% del total de las patentes correspondientes a esta tecnología y ofrecen sus productos a precios imposibles de igualar por sus rivales. Muy de atrás todavía corren los clásicos campeones europeos en equipamiento de telecomunicaciones, Ericsson (Suecia) y Nokia (Finlandia), mientras que Estados Unidos no tiene jugadores propios que tengan la capacidad requerida para montar una red de 5G.

Se sabe que las telecomunicaciones de Quinta Generación son las que traerán a nuestras vidas la mayor disrupción social y económica del siglo, con velocidades 100 veces mayores a las del 4G y menor latencia, posibilitando la interacción eficiente de los objetos entre sí sin intervención de los seres humanos (Internet de las Cosas), brindando la malla de sostén de los autos autónomos y una mayor capacidad para el desenvolvimiento de la VR (realidad virtual) y la AR (realidad aumentada). El dominio de esta tecnología será central en términos geopolíticos y geoeconómicos.

Con este escenario por delante, Estados Unidos quiere un sistema alternativo al que dominan los chinos, tanto para propio uso como para poder ofrecer al mundo una opción a la propuesta del gigante asiático. Si bien cuentan con el apoyo de la tecnología 5G de los europeos, perciben  que en esta nueva etapa de las telecomunicaciones es mejor, por seguridad, no depender de nadie.

Así es que desde Washington estarían dispuestos a poner mucho dinero en el desarrollo de una alternativa al RAN (Radio Access Network), tecnología necesaria para sustentar actualmente al 5G y que es dominada por Huawei y ZTE. Quieren impulsar el sistema OpenRAN, abrirlo al juego de “players amigos” y disipar la sospecha de que las nuevas redes serán montadas globalmente en su mayoría sobre arquitectura china. En tal sentido, los norteamericanos en los últimos días habrían sumado a la cruzada contra los llamados “vendedores no confiables” (los chinos) a Nokia, que salió a hacer lobby por el OpenRAN. Seguramente a los finlandeses les habrá llegado una propuesta muy atractiva como para dejar de lado años de desarrollos y una importante cartera de patentes que la ubicaban a la vanguardia del RAN.

Retomando la cuestión central, si Estados Unidos logra cercenar la provisión de circuitos integrados a Huawei (cosa que aparenta ser un hecho), los chinos sufrirán una ralentización en los despliegues de 5G. Así, sus actuales y potenciales clientes, Estados y operadoras telefónicas de todo el planeta, podrán dudar acerca del sostenimiento futuro y de la performance de sus redes con la arquitectura Huawei y tendrán mayores incentivos para mirar con otros ojos las tecnologías que vienen detrás, leáse Nokia, Ericsson, Samsung o el proyecto OpenRAN. Washington por lo menos estará ganando tiempo en una batalla que viene perdiendo.

Trump vs. Huawei: una escalada más en el conflicto

Ahora bien, puesta la mirada en el mediano plazo, los chinos podrán rearmarse, tener sus propias fundidoras de semiconductores de alta tecnología (podrían ser las empresas SMIC o Unisoc) y reconstituir (en casa) las cadenas de valor globales hoy existentes. En este marco actualmente triangulan Estados Unidos y China junto con Taiwán y su gigantesco cluster de producción de circuitos integrados, con firmas como TSMC, Mediatek y UMC entre otras, todas nacidas y criadas bajo la tutela del Silicon Valley, su alter ego. Taiwán le debe mucho a Estados Unidos.

Así, si Taipei mantiene (y/o profundiza) sus relaciones con Washington, como aparentemente sucederá, entonces China continental se verá obligada a apresurar la reducción de la brecha tecnológica que ya tenía pensada encarar a partir del Plan China 2025. A TSMC ya le han ofrecido como atenuante por las pérdidas del cut off a Huawei, financiar con fondos federales el proyecto de una nueva planta de producción de semiconductores en Arizona, por un valor de 12 mil millones de dólares. China tendrá que revertir su dependencia tecnológica: actualmente sólo el 16 % de la demanda de chips que tiene su economía es fabricada en el país y la mitad de esa producción la efectúan firmas extranjeras. De acuerdo con el “Plan”, aspiran a lograr para 2025 que el 70% de las necesidades chinas de circuitos integrados sean cubiertas por manufactura local. Todavía el Reino del Medio está lejos tecnológicamente del Tío Sam, pero el horizonte está más allá, en 2050.

En definitiva, la primera gran batalla del siglo XXI dentro de la “guerra fría tecnológica” se libra en el terreno del silicio. Estados Unidos ha dominado claramente este teatro de operaciones, desde el sur del Área de la Bahía de San Francisco, logrando la disrupción de la industria y la economía de alto valor agregado a través de los semiconductores. El dueño de la pelota parece tener ganada la primera batalla, no obstante el juego continúa y los próximos enfrentamientos se jugarán probablemente con un nuevo balón, esta vez de realidad aumentada, que corre mejor en 5G.

*Analista de Relaciones Económicas Internacionales, Tecnología y Geopolítica. Director de ESPADE (Estudios para el Desarrollo).