OPINIóN
20 de octubre

Honrar al pediatra

Los desafíos y dificultades de esa profesión.

Pediatra
Enfermedades poco frecuentes en niños. | Pixabay

¿Por qué uno elige ser pediatra? Profesión en dificultades, si las hay, mal retribuida económicamente, y que exige años de formación y experiencia. Sin duda, es un trabajo que demanda un fuerte compromiso y una enorme responsabilidad, pero, como toda vocación, uno la escoge desde un sentimiento interior, una pasión, y no te imaginas ser otra cosa.

La pediatría nos acerca a la nobleza y sinceridad del niño, y nos brinda la gratificación de ayudar a los más vulnerables. Nos dedicamos a un período de la vida tan fundacional como delicado, el cuidado de la persona desde la concepción, hasta el final de la adolescencia.

Nuestra labor trasciende la mera atención médica

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Nuestra labor trasciende la mera atención médica. Implica comprender a fondo la historia clínica de cada niño, y establecer una relación de confianza con él y su familia. Esto se logra a través de la empatía y del acompañamiento constante a través de los años. Me apena ver que esa figura entrañable del pediatra de cabecera, tan valiosa en nuestra sociedad, se está desdibujando. Es alarmante ver cómo el número de médicos pediatras activos en nuestro sistema de salud disminuye gradualmente.

La profesión enfrenta hoy desafíos graves, donde los finitos recursos de salud se vuelcan en otras áreas, lo cual conduce a una crisis económica, sanitaria y vocacional. Resulta doloroso especialmente si consideramos el desarrollo destacado de esta rama de la medicina tan humana, preventiva y social a lo largo de la historia de nuestro país.

En la Argentina, tuvimos grandes maestros de la pediatría que contribuyeron al desarrollo y el prestigio de la especialidad, y la situaron entre las más destacadas de América Latina y del mundo. La disciplina ha evolucionado constantemente en términos de conocimiento, tecnología y enfoque, siempre con el objetivo de brindar un cuidado integral a los niños, niñas y adolescentes, y cumplir un rol trascendental en la familia argentina.

Por eso, es lamentable que hoy el trabajo del médico clínico esté subvalorado, con salarios y honorarios ridículamente bajos, que obligan a los profesionales a tener múltiples empleos, con el consecuente aumento de su insatisfacción y estrés.

Un contexto tan adverso empuja a muchos a emigrar en pos de mejores condiciones de vida, y a otros tanto a reemplazar la actividad asistencial por tareas alternativas. Esta crisis también genera por razones obvias una disminución del tiempo y los recursos para la formación, investigación y docencia, poniendo en riesgo la calidad futura de los profesionales.

En la Argentina, tuvimos grandes maestros de la pediatría que contribuyeron al desarrollo y el prestigio de la especialidad,

Sin duda, existen soluciones y, para alcanzarlas, primero debemos comprender plenamente la magnitud del problema. Es esencial abordar la retención y la atracción del talento médico de manera integral, con estrategias e incentivos que promuevan la permanencia de los pediatras en el sistema de salud. Si no logramos revertir esta crisis, nos enfrentaremos no solo a serios problemas de disponibilidad de pediatras, sino también a carencias en especialidades como neonatología y terapia intensiva pediátrica, entre otras. La garantía de un futuro saludable para la niñez de nuestro país también está estrechamente ligada a la inversión que el sistema esté dispuesto a realizar en el ámbito de la salud.

Mientras tanto, los pediatras tenemos por delante, como decía el Dr. Carlos Gianantonio, “labores que cumplir cerca de las familias argentinas, repitiendo una y otra vez los gestos esenciales de nuestra profesión: ayudar, acompañar, consolar, curar tal vez”. Por eso, hoy y cada día, mi respeto y homenaje a cada pediatra argentino.

 

*Médico pediatra. vicedecano de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral, y director del Departamento Materno Infantil del Hospital Universitario Austral.