OPINIóN
Desafíos del progresismo

Ir hacia el futuro o ir hacia adelante

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Nueva ola. El progresismo latinoamericano llega en un momento de crisis económica mundial. | shutterstock

La actual ola de progresismos latinoamericanos tiene nuevos desafíos. Llega en un momento de crisis económica mundial y se enfrenta a un discurso de derecha revitalizado y con un nivel de organización política que a comienzos de este siglo no existía.

Mientras que los progresismos de la llamada “ola rosa” de la primera década tenían liderazgos de características en algunos casos populares y en otros populistas que construían lazos de identificación fuertes con sus pueblos, la nueva ola llega con coaliciones electorales amplias y referentes políticos que giran discursivamente al centro.

Tal vez por esas características lábiles sumadas a los condicionantes económicos, los nuevos gobiernos tienen dificultades para construir una identidad común que los cobije. Parecen estar lejos de reproducir lo que en su momento fue la experiencia de la “patria grande”.

En este escenario incierto, los actuales progresismos intentan responder a las demandas sociales e incorporar nuevas agendas mientras que las derechas radicales vienen a ofrecer certezas. Certezas que no son respuestas aritméticas a los problemas económicos y sociales.

Certezas que, frente al avance del pluralismo y los discursos universalistas, vienen trayendo por nuevas viejas recetas como la vuelta de los discursos particularistas, nacionalistas, identitarios y en algunos casos xenófobos y fascistas.

A lo líquido, lo abierto y lo plural, le oponen lo sólido. Discursos sin pedidos de disculpas y que de forma cada vez más desembozada le cierran el paso a la diversidad y a la diferencia.

Tal vez allí, en la capacidad de oponer un marco al otro, es en donde reside su principal fortaleza. Quizás en esa capacidad de antagonizar a través de la política organizada y transnacional que tienen hoy y que no tenían años atrás, sea en donde se pueda escuchar su mayor novedad.

Esa suerte de homogeneización discursiva que frente a la crisis les permite mostrar una identidad sólida, es con la que seducen a muchos sectores sociales marginados (pero no necesariamente de los márgenes).

En la vereda de enfrente, desde el progresismo y las fuerzas populares hay quienes ven en las nuevas agendas la punta de un ovillo. La posibilidad de que sean esas agendas las que funcionen como aglutinante, como factor de organización que enhebre al resto de las demandas sociales y económicas. Algo así como, frente a nuevos desafíos, nuevas formas de organización.

Sin embargo esas agendas todavía no logran imponerse como formas de organización mayoritarias y generalizadas como lo habían logrado en el siglo pasado las formas de organización social en torno al trabajo. No parecen erigirse, por ahora, como demandas sociales capaces de nuclear a otras.

Tal vez se trate también, más allá de la movilización social en relación con ciertos temas, de que existan liderazgos capaces de articular las nuevas demandas.

Liderazgos que las encarnen, más que liderazgos que las representen. Liderazgos que vuelvan a asumir el riesgo de las contradicciones, como tal vez pasó en la primera década, para poder articular cadenas de demandas más grandes y mayoritarias.

Para –trayendo a Nancy Fraser cuando habla de feminismo– construir agendas progresistas del 99% tal vez no alcance con incluir temas nuevos, sino que quizá sea necesario que las nuevas agendas se animen a masificarse y vayan más allá de sus propios confines para volverse representativas.

Con una derecha radical que en un mundo incierto ofrece las certezas del pasado y frente a la ausencia de organizaciones sólidas, liderazgos de gobierno y de lazos afectivos fuertes entre la política y la gente, parece que el actual progresismo, además de sumar nuevas agendas, necesitará hacerse otras preguntas.

Desarrollar un discurso progresista de mayorías en un momento de incertidumbre implica tal vez reconstruir algo de los lazos que hubo entre la política y la gente. Volverlos tangibles. Sea cual fuera el tema central o la punta del ovillo.

Así como la primera ola progresista tuvo sus formas de andar y pisar el terreno, habrá que descubrir cuáles son los mecanismos para que los nuevos temas sirvan para caminar hacia adelante en el territorio, en el presente, antes que en el mapa del futuro que también proponen.

*Especialista en Comunicación Política.