OPINIóN
Opinión

La era del simulacro

La apariencia y las acciones sólo arañan la superficie de los problemas, más interesadas en el marketing que en su raíz conceptual.

coronavirus en la ciudad 20200804
coronavirus en la ciudad. | Noticias Argentinas

Es muy probable que, en el futuro, este período del siglo XXI pueda catalogarse como los años de la Era del Simulacro, donde la apariencia y las acciones de las personas semejan cambios profundos pero que en verdad sólo arañan la superficie de los problemas, más interesadas en el marketing que en su raíz conceptual.

En este nuevo escenario corren como reguero de pólvora iniciativas, algunas de ellas originales, que están más pensadas para ser viralizadas y comentadas, que para remover estructuras.

Esto se advierte fácilmente cuando estallan denuncias por cuestiones de violencia de género, cuando se reflejan incidentes racistas y xenófobos, cuando se repudian hechos del pasado y también en la sobre actuación que se observa con los cambios en los modismos cotidianos del lenguaje.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Una ola de trivialidad y banalidad, se montó descaradamente sobre cuestiones importantes y delicadas que la evolución de nuestra sociedad debe tender a resolver.

Por qué saber todo no sirve para nada

Por supuesto que hay muchas personas comprometidas que estudian y militan para lograr soluciones duraderas y justas en estos temas; sin embargo, muchas veces quedan opacadas por el show mediático y la histeria de las redes sociales, que contaminan y envuelven con su mediocridad y oportunismo aspectos trascendentales.

Así aparecen actrices de fama fugaz mostrando que tienen un amigo negro, celebridades portando cartelitos con la consigna del momento, políticos con adornos de pueblos originarios, policías de rodillas emulando una tortura mortal callejera o gente “progre” memorizando un supuesto lenguaje inclusivo.

La idea es mostrarse lo más políticamente correcto posible, gritar a los cuatro vientos que somos amplios, tolerantes y para eso elegimos el mejor perfil y los filtros de Instagram.

Todo parece estar signado por la idea de “hacer como” o “parecer como”; incluso la política. En su momento, el destacado intelectual y expresidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso manifestó con simpleza pero con contundencia que el populismo en verdad, era un simulacro de bienestar cuando sostuvo que “anestesia al pueblo. Hace creer a la gente que va bien, y va mal”.

De un día para otro comenzaron a rodar cabezas de estatuas erigidas en honor de personajes que con el tránsito de la historia y el cambio de escenario cultural han perdido predicamento en la opinión pública. Así, en diferentes regiones del globo cayeron en la misma bolsa George Washington y Cristóbal Colón, sólo por citar dos ejemplos.

Martín Kohan: "El nuevo insulto: viejo o vieja"

En todos los ámbitos parece haberse desatado una tendencia a querer reescribir la historia con posicionamientos fashion maquillados para la ocasión que conviven en un mismo plano con iniciativas interesantes que se plantean con profundidad serias interpretaciones insertas en los nuevos paradigmas.

Ese oportunismo vedette conspira en forma directa contra las valorables acciones que buscan ampliar derechos y democratizar la vida de los seres humanos del presente.

Es así, que acaban siendo más trascendentes los pañuelos de diferentes colores, los diversos stickers, o las coreografías montadas para el momento, que la sanción y cumplimiento de leyes que potencien la inclusión, la participación efectiva y los derechos humanos de los ciudadanos.

Disfrazarse un día es fácil, lucir una insignia es fácil, tomarse una selfie prefabricada también es fácil, lo significativamente complejo, pero absolutamente necesario es avanzar en la búsqueda de una sociedad más justa, que incluya la diversidad y el conjunto de la población.

Pintar o desalojar una estatua no es difícil, prohibir una película anacrónica o dejar de editar un libro polémico, no es difícil, lo sumamente imprescindible es construir cimientos firmes que permitan edificar en forma progresiva un mundo mejor y no un colorido decorado propio de Hollywood.

Guillermo Saldomando es Periodista y profesor universitario