OPINIóN
Lecturas

La tormenta perfecta para el oficialismo

1-11-2020-Logo Perfil
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Se ha llevado a cabo la sexta elección primaria en Argentina desde la puesta en vigencia de las PASO. La combinación entre un clima global adverso para los oficialismos y la mala praxis local en diferentes materias –sanitaria, económica, educativa e institucional, entre otras– ha tenido como resultado una tormenta perfecta para el oficialismo en el plano electoral.

Las PASO –primarias abiertas simultáneas y obligatorias– constituyen el mecanismo aprobado en 2009 y estipulado en la ley 26.571, denominada Ley de Democratización de la Representación Política, Transparencia y Equidad Electoral, sancionada el 2 de diciembre de aquel año, para la elección de los candidatos de los partidos y coaliciones partidarias.

El objetivo primordial de la iniciativa –por lo menos el oficialmente declarado– era desalentar la fragmentación partidaria, en parte producto de la eclosión del año 2001 y la emergencia de nuevas organizaciones que la fomentaban, como también estimular la competitividad electoral.

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Ha transcurrido poco más de una década de la puesta en práctica de la mencionada ley, y se ha hecho uso de dicho instrumento jurídico para elecciones multinivel en los comicios de 2011, 2013, 2015, 2017, 2019 y 2021. En una parte importante de las elecciones primarias llevadas a cabo en los diferentes comicios, el proceso electoral se ha transformado en un ritual que lleva a consagrar fórmulas establecidas de antemano, dado que la contienda política se encuentra limitada por acuerdos dirigenciales que restringen la competitividad.

Dado que la ley ha tenido un impacto más bien limitado sobre la dinámica interna de los partidos políticos, las PASO se han convertido de hecho en una suerte de primera vuelta electoral, transformándose en particular la competencia presidencial sin ir más lejos en un escenario a tres vueltas –primaria, primer y segundo turno– y a dos en el caso de los comicios legislativos.

Un primer aspecto a destacar es que el proceso electoral del domingo fue un voto de castigo al oficialismo. El peronismo en sus diferentes expresiones ha sido derrotado en 17 distritos electorales, destacándose entre ellos la estratégica provincia de Buenos Aires –concentra el 40% del padrón electoral nacional– como también la simbólica, aunque no menos significativa, derrota en la provincia de Santa Cruz, cuna política de la dinastía Kirchner.

Una primera lectura está relacionada con la expresión de un “anti-incumbent vote” de acuerdo a las consideraciones del politólogo chileno Patricio Navia en un artículo recientemente publicado en la revista Americas Quarterly: un clima de cambio recorre América Latina y esto tiene efectiva traducción en el rechazo de los oficialismos en la (sub)región en un contexto de crisis económica, social y sanitaria. Podemos destacar, entre otros ejemplos, las derrotas del oficialismo en Bolivia en 2020 o en Chile, Ecuador y Perú durante 2021 y la derrota de Donald Trump en Estados Unidos en los comicios presidenciales de noviembre del 2020 si miramos más allá de los límites de la región.

Este clima electoral convive además con un extendido ambiente de protestas sociales iniciado en 2019, y que tras la interrupción durante 2020, debido a la pandemia, recobró fuerza este año incluso en países ajenos a la oleada inicial, como ha sido el caso de las manifestaciones en Cuba durante el mes de julio.

Como Winston Churchill –¡salvando las distancias!– en los primeros comicios de posguerra en Gran Bretaña, Alberto Fernández y otros titulares del Ejecutivo serían castigados en las urnas en la etapa pospandemia, debido a una ola de insatisfacción y malestar social generalizada.

Parafraseando a Nicolás Maquiavelo, la fortuna no parece haber acompañado a los diversos oficialismos de la región, pero en el caso particular del gobierno argentino tampoco la virtud o la eficacia. La economía argentina, una de las más castigadas como resultado de la crisis sanitaria, ha sufrido una caída del PBI por encima del promedio regional durante 2020. A esto se suma una prolongada cuarentena de escasos resultados (además de las transgresiones desde la propia autoridad presidencial), una ineficaz campaña de vacunación con episodios de abierta violación de los más elementales principios de igualdad (“vacunatorio vip”) y un prolongado cierre de la actividad educativa, parcialmente compensada con el dictado virtual de clases.

En suma, el clima global adverso para los oficialismos y un mal manejo del Gobierno en materia sanitaria, económica, educativa e institucional, entre otras, han producido una tormenta perfecta para el oficialismo en el plano electoral.

El domingo 14 de noviembre tendrá lugar la “segunda vuelta”… continuará.

*Profesor asociado regular de la Universidad de Buenos Aires (UBA). (www.latinoamerica21.com).

Producción periodística: Silvina L. Márquez.