Terminada la Segunda Guerra Mundial, en 1945, con más de sesenta millones de muertos, las Naciones Unidas crean el Fondo Monetario Internacional (FMI), cuya misión más importante es la de “erradicar la pobreza del mundo” para antes del año 2000.
En 1956, Argentina se incorpora al Fondo, siendo uno de los países más ricos y con solo 5% de pobres hasta el año 1970.
Si bien el Fondo no pudo cumplir con su principal misión, el desarrollo económico ayudó fuertemente a reducir la pobreza, aunque todavía falta mucho para su erradicación; pero el mundo de hoy es muy diferente al de los años 1800, cuando el 90% de la población mundial era pobre.
En nuestro país se observa una manifiesta oposición al accionar del Fondo, organizada por dirigentes sociales, culpando al Fondo de los problemas que los gobiernos no solucionan, pudiendo hacerlo. Parecería que desconocen qué es el Fondo y que nuestro país es parte del mismo.
El Fondo, al igual que muchos gobiernos, no tiene idea de lo que deben hacer los países subdesarrollados para crecer, ya que sus economistas solo conocen la economía que aprendieron en las facultades, pero no la real, la economía cotidiana, permaneciendo indiferentes a los vitales procesos de innovación y formación de nuevos emprendimientos, que constituyen el desarrollo económico. Por esto es que, desde su creación, el Fondo ha fracasado en todas sus intervenciones.
Hoy se conoce por qué unos países son desarrollados y otros estancados y subdesarrollados; muchos gobernantes todavía hacen caso omiso del conocimiento que les permitiría dejar atrás el estancamiento y crecer como lo hacen los desarrollados, beneficiando a sus poblaciones con una sociedad mejor.
Aquí, al trabajar solo el 40% de la Población Económicamente Activa, hay muchas cosas que se deberían hacer y que no se hacen, al mismo tiempo que muchas personas no trabajan.
La pregunta sobre qué hizo que nuestro país, otrora riquísimo, se encuentre estancado y pobre, hoy tiene respuesta: se debe a que, como en todos los países subdesarrollados, se ataca al empleo, con una manifiesta hostilidad a quienes lo crean. Con lo cual, al trabajar menos personas, se crea menos riqueza y, como consecuencia, la mitad de nuestra población es indigente y pobre; es escasa la oferta de empleos; elevada la desocupación; los sueldos son muy bajos, un millón de familias viven en viviendas precarias sin servicios; los jubilados en su mayor parte perciben ingresos insuficientes; los niveles de delincuencia aumentaron; la inflación supera el 50%; es notoria la disminución de la cantidad de emprendimientos (muchas Pymes). Por si lo anterior fuera poco, una deuda de 345 mil millones de dólares y más de veinte millones de personas que reciben planes.
Por el contrario, donde no se ataca al empleo y a los que lo crean, hay crecimiento y desarrollo; entonces, nosotros, ¿qué debemos cambiar para crecer?
Es muy sencillo y de rápida y fácil implementación, tal como ya lo expliqué en mi libro Pleno Empleo: protegiendo mejor a los trabajadores con el actual y vigente “seguro de desempleo”, pero reconociendo sus reales ingresos, y financiado inicialmente con un aporte de los empleadores equivalente a la doceava parte del salario, igual que la indemnización de la Ley de Contrato de Trabajo (LCT), pero depositada mensualmente.
También podría ser que se proteja a todos los trabajadores con el actual régimen que rige en la industria de la construcción, con el cual la misma indemnización que establece la LCT se deposita mensualmente en la cuenta de cada trabajador.
Cualquiera de estas modalidades protege y permitiría eliminar las cláusulas indemnizatorias de la LCT y sus anexas, con lo cual finalizaría la hostilidad a quienes crean los empleos y la riqueza verificándose, entonces, el tan necesario cambio para la concreción de inversiones y abundante oferta de empleos. Así, en poco tiempo, se generaría un gran crecimiento de la actividad económica, como así también mejores sueldos, base del desarrollo.
Entonces, Argentina crecerá a tasas superiores a las mejores chinas y volverá a ser uno de los países de mayor desarrollo, con todos los beneficios que ello traerá, en especial a los trabajadores, con sueldos mucho mejores, fundamental para una sociedad mejor, tal como merecemos.
*Miembro del Departamento de Política Social de la U.I.A. Autor Pleno Empleo.