La coyuntura actual que estamos viviendo los seres humanos, sin importar en qué ciudad o país estemos, plantea la necesidad del trabajo interdisciplinario en todos los ámbitos, especialmente en el área de salud. Un elevado número de la población aún considera que el profesional farmacéutico únicamente puede ejercer en una oficina de farmacia, y que su tarea en ella está limitada casi con exclusividad al aspecto comercial.
En otras palabras, creen que es un simple vendedor, lo cual se contradice totalmente con lo establecido por la Organización Panamericana de la Salud, que reconoce que la educación farmacéutica en las Américas debe ser responsable de formar a sus estudiantes como miembros vitales del equipo de salud, con las competencias requeridas para la entrega de servicios farmacéuticos, oportunos y eficaces, con apego a principios éticos y derechos humanos fundamentales.
Teniendo en cuenta la importancia que esta organización le brinda al rol del farmacéutico en los servicios de salud se ha reconocido que la inversión en el desarrollo de la fuerza laboral farmacéutica es crucial para lograr la cobertura sanitaria universal.
Los desafíos de la educación farmacéutica
Según un estudio realizado por la Federación Farmacéutica Internacional (FIP) en 21 países del mundo, más del 50% de las organizaciones ponen de relieve la importancia del desarrollo de capacidades y competencias para mejorar la calidad general de los servicios sanitarios.
La correlación entre la oferta y la mano de obra en los países incluidos en el muestreo de es estudio, indica los continuos retos a los que se enfrentan determinadas regiones para mantener un número suficiente de farmacéuticos.
Actualmente existe una gran variación en la densidad de profesionales por cada 10.000 habitantes de los países de la muestra, lo que plantea problemas a la hora de fijar objetivos de personal utilizando medios o cualquier proceso de evaluación comparativa.
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Si nos detenemos en nuestro país, el estudio desprende que Argentina tiene una densidad de farmacéuticos inferior a la media de la muestra, lo cual plantea la necesidad de continuar difundiendo la carrera y su oferta educativa.
En este sentido, la formación avanzada y la especialidad es una clara necesidad (carencia) en todo el mundo. La formación basada en las competencias debe seguir desarrollándose, en concreto desde el inicio de la carrera hacia la práctica avanzada y especializada.
Existe la oportunidad de desarrollar programas que apoyen el desarrollo profesional: formación básica en los primeros años con el enfoque en la atención centrada en las personas y la seguridad del paciente; programas especializados en la cadena de suministro farmacéutico; programas de prevención de intoxicaciones, etc.
Cuando se logre ese objetivo, la salud de la población será la mayor beneficiada.
