OPINIóN
Economía

La inflación no se fue, está anestesiada

Es posible que la situación percibida de “pseudo tranquilidad” desaparezca en los próximos meses y que los dólares financieros e informales se alterarán, modificando los planes del equipo económico.

Inflación en alimentos.
Inflación en alimentos. | TELAM

El cepo y la pandemia han mantenido y mantienen cautivos a los pesos dentro del sistema, exagerando artificialmente su demanda. Los billetes están a las claras sobrando, y al disminuir el consumo por la inmovilidad que genera el Covid-19, éstos adquieren cierto valor de manera espuria. Pero tengamos en cuenta que esta situación no será eterna porque sabemos que el mercado tarde o temprano le "encontrará la vuelta" al cepo y la pandemia en algún momento se acabará. Así pues, es posible que la situación percibida de “pseudo tranquilidad” desaparezca en los próximos meses. Y también los dólares financieros e informales se alterarán, modificando los planes del equipo económico.
En el camino la economía seguramente rebotará. Y cuando la nueva movilidad se vaya consolidando, la recuperación estará acompañada de un aumento inflacionario que persistirá durante todo el 2021. Es decir, la inflación no se fue, sino que se anestesió en el 2020 producto de que no pudimos movernos como antes, y acentuó la recesión que veníamos teniendo.

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Hay muchos puntos críticos no resueltos: ¿Cómo controlar la expansión monetaria del 2020 que todavía no está reflejada en los precios?, ¿cómo articular salarios y jubilaciones a los precios de alimentos y tarifas?, ¿cómo postergar el aumento tarifario en un año electoral? En definitiva, todos puntos clave que conciernen a la desvalorización de la moneda generada por el exceso de oferta, y que afecta a la brecha cambiaria pero aún más a los que menos tienen.
El final es incierto ya que todavía la actividad económica debería trepar un 8% para alcanzar los niveles pre-pandemia de finales de 2019, y eso haría de buffer frente a la no deseada estanflación. Al ir aproximándonos a ese número en 2021 (que se denomina rebote), las cosas no serán tan fáciles de controlar porque no hay definiciones claras sobre el estancamiento estructural y el deterioro de la economía que de por sí viene cayendo desde el 2011. Esas serían las soluciones de mediano plazo.

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El punto de inflexión se perfilará a fines de febrero del 2021, donde se habrá diluido la demanda de pesos estacional de diciembre 2020 de empresas que deben vender dólares para pagar sueldos, aguinaldo, etc., y en dónde los particulares cubren costos de extras de fiestas fin de año y vacaciones. En ese momento se verá mejor la reacción del Gobierno en dicho contexto, y cuál será su impronta.
El dilema en la primera parte del 2021 quedará definido por cómo se articulen los factores técnicos de la economía real, cómo se gestionen los avatares de la pandemia (segunda ola o rebrote, mutaciones y efectos no conocidos de la vacunación), las logísticas de las vacunas y por sobre todo la gestión de la “velocidad del ajuste” que se negocia con el FMI. Es decir, no habría espacio para un camino intermedio, es más inflación o es más ajuste. El problema determinante pasaría a ser político, con el riesgo de que, si se pierde el timing delas circunstancias, todo se convertiría en un escenario de no retorno en el cual no habría política económica que frene una eventual corrida contra el dólar.

 

* Luis Ferraro Lara. Analista Económico. Titular de Ferraro Lara & Asociados. T: @luisferrarolara.