OPINIóN
A 171 años de su fallecimiento

José de San Martín, militar y lector

Se preocupó por viajar con su biblioteca en cada uno de los tramos que lo llevaron a uno y otro sitio cumpliendo con sus tareas militares: traspasó con ella la cordillera y la donó, finalmente, como base de una Biblioteca Pública en la ciudad de Lima.

El tapiz de San Martín
El tapiz de San Martín | Museo de Bellas Artes

El 17 de agosto de 1850 moría José Francisco de San Martín en Boulogne-Sur-Mer, Francia. En su biografía, cargada de logros y honores, recorremos la trayectoria de un correntino que brilló en sus tareas militares en Europa y América.

Fue clave para la consolidación de la independencia argentina, además de contribuir de forma decisiva en los procesos independentistas de Chile y de Perú, lo cual lo ubica como hombre indispensable en la emancipación de los pueblos sudamericanos. Cada 17 de agosto se conmemora su paso a la inmortalidad y la ocasión nos brinda la posibilidad de reflexionar sobre su figura.

San Martín, un prócer egregio

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Toda breve historia sobre San Martín suele indicar que ingresó como cadete en el Regimiento de Murcia, en España, y triunfó, luego, en la batalla de Bailén, donde fue condecorado por su valentía en 1808.

Con grado de teniente coronel volvió de Europa para crear en Buenos Aires el Regimiento de Granaderos a Caballo. Corría el año 1812. Dos años después, fue nombrado general en jefe del Ejército del Norte y se hizo cargo del gobierno de Cuyo. El mes de agosto de 1816 le deparó dos de los episodios más importantes de su vida: el primer día del mes fue nombrado general en jefe del Ejército de los Andes y el 29 nació, en Mendoza, su hija Mercedes Tomasa, fruto del matrimonio que había contraído con Remedios de Escalada cuatro años antes. Su acción militar le brindó a la nación argentina las históricas victorias de Chacabuco y Maipú entre 1817 y 1818 y la epopeya del Cruce de la Cordillera de los Andes, campaña que manuales escolares como Surcos y alas de J. M. Cotta (1935) describieron como una “aventura semejante a tres o cuatro que registra la Historia Universal” y que lo equipara con Aníbal y Rolando.

Hace 200 años, el General San Martín llegaba a Lima, la Ciudad de los Reyes

Con expresiones del lenguaje que hoy nos parecen algo ajenas, hace un siglo casi, niños argentinos de 5to grado leían en Almas en Flor (1924) que San Martín era grande “por sus inmolaciones patrióticas, por su elevación moral, por la virtud de vencerse a sí mismo y perderlo todo por la patria, menos su gloria, por ser nuestra” y en Río Nativo: libro de lectura para 6to. grado (1931) que “el triunfador de Chacabuco y Maipo fue el cóndor cuyo majestuoso vuelo salvó las infranqueables montañas en infinita ansia de libertad y gloria”.

El estudio histórico de su figura siempre nos sorprende con algo y nos permite reconstruir al personaje más allá de tales hazañas militares. Entre otros aspectos, cabe señalar su dedicación a la lectura y la formación personal, tema sobre el que se ha profundizado en los últimos años.

En cierta oportunidad, San Martín dijo que “la biblioteca destinada a la ilustración universal es más poderosa que nuestros ejércitos para sostener la  independencia”. La lectura de libros de viajes y de hazañas heroicas de otros, estimuló sin lugar a dudas, su imaginación para empresas propias. Como se figura Pedro Luis Barcia en Los caminos de la lectura. Las bibliotecas del Libertador (2012), cuántas veces se habrá preguntado San Martín, en la encrucijada de la decisión de un lance de batalla, qué hubiera hecho César o qué hubiera hecho Napoleón, en una u otra instancia. Y cuántas veces habrá recordado de sus lecturas, las actitudes y decisión de sus modelos.

José de San Martín, el hombre

Este militar que repartió su existencia a ambos lados del Atlántico, y que llegó a reunir un considerable conjunto de libros que ascendió hasta algo más de setecientos volúmenes, se preocupó por viajar con su biblioteca en cada uno de los tramos que lo llevaron a uno y otro sitio cumpliendo con sus tareas militares: atravesó el océano con ella, en 1812; la trasladó, a través de la pampa, hasta Mendoza; traspasó con ella la cordillera hacia Santiago, luego a Valparaíso, donde la embarcó rumbo al Callao, la desembarcó en Perú y la donó, finalmente, como base de una Biblioteca Pública en la ciudad de Lima.

En sus años de exilio europeo pasaba “los días enteros sin soltar los libros de las manos, embebido en lecturas serias, que le gustaba comentar en sus conversaciones”, según el relato de Benjamín Vicuña Mackenna en sus Obras Completas. “Los libros franceses, naturalmente, le eran más familiares, y los prefería con gusto a los de su propia lengua y a los ingleses, a estos últimos podía traducir con alguna dificultad”. Así vemos no solo al San Martín en acción que hemos conocido en las crónicas históricas más habituales, sino también su interés en el estímulo intelectual que representa la lectura.

Héroe y hombre: San Martín desconocido

Recientemente se ha sabido que la primera casa y cuartel que ocupó San Martín cuando llegó hace 200 años con su expedición libertadora al Perú, está siendo reconstruida y pronto será un moderno museo en la ciudad sureña de Pisco, tras haber sido derrumbada por un terremoto que asoló a esa localidad en el 2007. Descubrimos en este esfuerzo puntual de puesta en valor del patrimonio histórico, una muestra de cómo la figura de San Martín se encuentra en el centro de los festejos por el bicentenario de la independencia del Perú que se celebró este 28 de julio, dando realce y vigencia a su figura en dimensión continental.

 

* Dra. María Victoria Carsen (USAL, UCA).