La creatividad es una característica personal susceptible de ser desarrollada, que comprende múltiples campos de aplicación: si bien está usualmente ligada al ámbito artístico, se trata de una cualidad transferible a las diversas esferas del quehacer humano.
Sabemos que la resolución de conflictos y tensiones requiere de una mirada creativa que despeje el acceso a vías no transitadas, que se acerque a lo dado con otros ojos para descubrir matices que puedan alterar positivamente el estado de cosas. Es por lo que la creatividad está atada a la innovación, al alumbramiento de lo diferente en el marco de lo ya conocido.
Acerca de la Fragilidad de los Vínculos Afectivos en la época actual
Emblemas innovadores llegan a ser determinados objetos que a priori fueron creativamente diseñados. De ahí que esta capacidad se asocie más con procesos que con productos acabados o con fugaces toques de inspiración. Lo cierto es que la generación de ideas y la construcción de representaciones originales demandan además sustratos creativos en los que penetrar y enraizarse. En todos los casos, gestar lo nuevo, sea en el plano teórico -nociones, imágenes, símbolos, relaciones conceptuales- como en el de la praxis -artefactos, piezas, sistemas, conductas-, contribuye al hallazgo de soluciones novedosas a problemas acuciantes.
Llegados a este punto, vale remarcar que nadie -excepto Dios- crea ex nihilo. En este momento histórico en que estamos más interconectados que nunca, menos aún: vemos cómo las hibridaciones, el remix, el mashup, las intertextualidades y las narrativas transmedia son fenómenos de época. Intervenciones de obras preexistentes, su combinación, reutilización y resignificación en composiciones inéditas, habilitan canales en los que la creatividad se potencia de manera exponencial, produciéndose un meeting of minds que abre paso al concepto de inteligencia colectiva introducido por el filósofo Pierre Lévy.
Educación y creatividad: enseñar y aprender
Es que el conjunto de funciones cognitivas y habilidades individuales se juega en el ambiente social, en permanente diálogo con la comunidad, y abarca proyectos, pero también refiere a una herencia y unos valores compartidos; implica prospección, pero también bagaje previo. Así, la cultura es el contexto en el que el pensamiento se despliega y encuentra, en sus variaciones intersticiales, la luz de la innovación.
La creatividad se expresa abiertamente en los vínculos interpersonales y se pone de manifiesto en la cotidianidad. Porque esa evolución de la esencia humana que se da en la intersubjetividad tiene un core creativo, y es por esto que posee siempre una faceta trascendente. Mudar nuestras vidas, modificar los entornos que habitamos, supone transformarnos a nosotros mismos y a los demás, por lo que cada intención reclama un conocimiento que oriente la actuación: todo potencial creativo está atravesado por una dimensión ética.
Crisis en pospandemia: cómo ayudar a los chicos a recomponer vínculos perdidos
Al ser creativos en nuestros modos de relacionarnos, interactuar, establecer lazos con los demás y cocrear con ellos, estamos forjando vínculos creativos. La creatividad se torna entonces una realidad que trasciende, capaz de renovar y renovarnos, como parte de un movimiento que al tiempo que nos desplaza de nuestro centro, nos conecta con él. En virtud de ello, la creatividad y su correlato, la innovación, tienen hoy un lugar privilegiado dentro del paradigma del desarrollo sostenible y en la concreción de la agenda de objetivos para las personas y el planeta. Porque somos más humanos cuando damos testimonio de nuestra inagotable fuente de generatividad creativa, con el bien común como meta.
* Mariángeles Castro Sánchez. Familióloga, especialista en educación. Directora de estudios del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral.
