Las urnas del 14 de noviembre ratificaron un mensaje tan contundente como sencillo: la sociedad quiere trabajar. A los argentinos ya no les alcanzan los planes sociales ni los subsidios. Desde los sectores populares hasta la clase media, todos quieren arremangarse, laburar y salir cada día a “ganarse el pan” para progresar.
No es ningún secreto que a través del trabajo podemos formar una familia, mandar a nuestros hijos a la escuela, levantar una casa y viajar. La mayoría de las actividades del ser humano –ocio, socialización, educación– gira en torno a él. Un tejido social maduro y ensamblado es aquel en el que la mayor cantidad de personas pertenece el sistema económico. Esto suscita mejores índices de igualdad, seguridad y desarrollo humano.
Pero el laburo no es solo un salario a principio de mes. La pandemia del Covid-19 nos mostró las consecuencias que tiene para nuestra salud mental no poder trabajar. Depresión, ansiedad, fobias y otros trastornos se desataron con el encierro y la imposibilidad de ir a la oficina, al comercio o a la fábrica. Más allá de los honorarios, el empleo es importante porque dignifica. Nos sentimos capaces, satisfechos, libres. En una sola palabra: vivos.
Por eso, desde San Isidro hacemos hincapié hace años en esta temática crucial. ¿Cómo? Fácil: construimos puentes entre las empresas y los vecinos. En nuestro municipio existen cientos de PYMES y emprendedores que necesitan talento humano y, a su vez, hay miles de sanisidrenses que están buscando una oportunidad laboral.
Nuestro programa cardinal se llama “ConRetazos”: un proyecto de economía circular para generar más trabajo genuino. El proceso cuenta con cinco etapas: en la primera, las PYMES o compañías textiles donan los retazos de tela; en la segunda, una costurera de la economía social o de una ONG recibe los insumos; en la tercera, se confecciona una shopping bag; en la cuarta, se envía el artículo finalizado a una tienda comercial reconocida (incluso la misma que donó los materiales); y, por último, los consumidores acceden a comprarlo y contribuyen a un consumo más responsable.
Este proyecto pone en valor el trabajo de la mujer. Su capacidad productiva. La importancia de que todas tengamos oportunidades para ser autónomas económicamente. Ya son muchas las sanisidrenses que pudieron colocar sus bolsos en la vidriera de grandes firmas textiles y venderlos. ¡Todo un orgullo para ellas (y nosotras)! Para el 2022, proyectamos que más de 100 personas van a contar con un empleo fijo, registrado y con capacidad de crecimiento. Así generamos un ecosistema laboral dinámico e inclusivo en San Isidro.
Además, impulsamos a las industrias, los emprendedores, los comercios y la economía del conocimiento de San Isidro. Para cada una de ellas realizamos una matriz donde registramos la cantidad de compañías y vecinos en condiciones de incorporarse al mercado laboral, las capacitaciones, las personas que accedieron a ellas y los puestos de trabajo que se originaron.
Unir a dos actores sociales como el trabajo y la PYME, que se están buscando y no se encuentran, es lo que aportamos desde Juntos con este tipo de proyectos. En otras palabras: facilitar el desarrollo económico, no obstruirlo. Porque nuestro horizonte es un Estado desarrollista. ¿A qué me refiero? A que en todos los niveles (local, provincial y nacional) la inversión vea un socio –y no un enemigo– en las instituciones gubernamentales.
Queremos transformar al país y estoy convencida que, como todo en la vida, se empieza desde el metro cuadrado y en eso el rol de los municipios es central. Es un cambio económico, pero sobre todo representa un salto cualitativo. Demostrar que vale la pena levantarse a las seis de la mañana, cambiarse y salir a trabajar. La cultura del esfuerzo es fundamental para lograr una Argentina pujante, moderna y equitativa. En esa dirección está esperándonos el futuro.
*Vicepresidenta del Concejo Deliberante de San Isidro.