“Que tiemble el Estado, los cielos, las calles,
que tiemblen los jueces y los judiciales.
Hoy a las mujeres nos quitan la calma
Nos sembraron miedo, nos crecieron alas”
(Canción de Vivir Quintana)
Entré a hacer la denuncia en la comisaría de la mujer de La Plata sin tener idea por qué, pero cuando la trabajadora social empezó a hacer preguntas todas mis respuestas eran sí. Te celaba, desconfiaba de tus amigos, le molestaban tus logros, no quería que uses el teléfono, todo sí.
Cecilia venía a trabajar a casa cada vez más cansada, hasta que no pudo más y se largó a llorar a mares. Llevaba semanas sin dormir porque su pareja había decidido “castigarla” despertándola cada 10 minutos, así toda la noche. Hablamos por teléfono con una amiga y no puede contener la bronca que le produce la injusticia de ser la que más trabaja y la que menos cobra en su oficina.
Qué miedo caminar de noche por la calle, cruzar una plaza, esos pasos que se apuran, qué miedo. El viejo p... que se baja los pantalones cuando volvés de la escuela. Qué miedo.
Nos maltratan, descalifican, zamarrean, tiran del pelo, empujan, golpean, violan y nos matan.
Chiara tenía 14 años y el femicida la tiró en el patio de su casa, embarazada y asesinada.
Ese dolor que sube como fuego impulsó a las hermosas compañeras Marcela, Ingrid, Ana, Hinde, Valeria, Florencia y muchas más a organizarse, a tomarse de las manos y atreverse a decir ¡Basta! Nació así el significante que le puso voz y color a las mujeres en la calle: Ni Una Menos.
Argentina ya tenía ley de divorcio, patria potestad compartida y matrimonio igualitario. Vendría después la ley de identidad de género y el aborto legal. Logros impensados para las militantes feministas que, en soledad, luchaban por más derechos desde hace décadas.
Ahora los ministerios de las mujeres, las políticas con perspectiva de género, el reconocimiento de las tareas de cuidado.
Sin embargo, la estadística de la violencia no baja. Y es que la desigualdad no cede: 7 de cada 10 pobres son mujeres, situación agravada por la pandemia.
Por eso hoy volvemos a gritar Ni Una Menos, ¡Vivas Nos Queremos! Y a redoblar el compromiso por la ampliación de derechos, el acceso al trabajo y la vivienda digna para jefas de hogar y víctimas de violencia, la implementación efectiva de la ESI y el protocolo de acceso a la IVE, el desarrollo de un sistema integral de cuidados, la inclusión de todes en las organizaciones políticas y sociales y en las mesas donde se cuecen las decisiones.