OPINIóN
MUJERES

Migración, desigualdad y trabajo

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Los aumentos vienen a la zaga de la aceleración inflacionaria. | shutterstock

Según la estimación actual de las Naciones Unidas el 3,6% de la población mundial, es decir, 281 millones, somos migrantes internacionales. La dimensión internacional, además de hacer referencia al cambio de territorio y de estructura cultural incluye una diversidad de trayectorias de desigualdad que cada ser humano carga a cuestas. Tanto por los conflictos económicos, sociales y políticos del país de origen, como por el impacto de la pobreza, la complejidad de la movilidad humana evidencia duras consecuencias en el campo laboral. En efecto, el Banco Mundial proyectó que para el año 2050, hasta 150 millones de personas podrían cambiar de residencia como consecuencia del cambio climático y ambiental en el mundo.

En este escenario, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), para el 2020 la Argentina ya se consolidaba como el país de la región con la mayor población de personas nacidas en el extranjero, de las cuales más de dos millones proceden de Paraguay y de Bolivia. Además, con relación a las migraciones intrarregionales, la OIM establece que los mayores países de destino son Argentina y Chile, donde las mujeres superan a los hombres.

Asimismo, son ellas quienes trabajan en servicios domésticos y cuidado de personas. Estos sectores de empleo tienen una relación directa con el proceso de envejecimiento de la población y la organización de los cuidados en los hogares argentinos. Cabe recordar que el Banco Mundial en el año 2020 estableció que Argentina era uno de los países con la población más envejecida en América Latina, proceso que avanza a ritmo acelerado y genera un incremento en la demanda de asistencia para estas personas. En el 2020, en Argentina la población de 60 años y más se situaba ya en el 15,7% del total, lo que equivale a casi 7,1 millones de personas. Con estos datos, la proyección determina un aumento continuo que podría alcanzar unos 12,5 millones de personas para el 2050.

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En este escenario, las Naciones Unidas estimaron que en el 2019 previo al inicio de la pandemia residían 2,2 millones de migrantes en Argentina. Conviene subrayar que para el 2020 la OIM estableció que seis de cada diez migrantes que participan en el mercado de trabajo tenían inserciones laborales precarias. Así, la Superintendencia de Riesgos en el Trabajo (SRT) sostiene que en el 2020 el sistema de riesgos del trabajo registra 9.297.790 millones de trabajadores con cobertura, de los cuales el 4,7% son migrantes internacionales. De hecho, de estos 439.843 migrantes internacionales, el 49% son mujeres.

Con relación a las condiciones laborales de las mujeres migrantes, éstas reflejan preocupantes condiciones de desigualdad y riesgo constante, aún para aquellas que cuentan con cobertura. La SRT (2022) afirma que el 46,6% de las mujeres migrantes trabaja en hogares privados que contratan servicio doméstico. Mientras que el 9,1% lo hace en el comercio, reparación de vehículos automotores y motocicletas; el 5,4% en salud y servicios sociales; el 5,3% en la industria manufacturera. En este escenario, estas mujeres viven una incidencia de accidentalidad alta, que es un 65,8% más elevada que de las mujeres no migrantes. Por lo tanto, el proceso migratorio representa una experiencia de doble desigualdad que las mujeres arrastran desde su país de origen, hasta el de acogida, donde reconstruyen una vida limitada a los oficios destinados a una situación precaria, con remuneraciones menores y sin estabilidad. De eso se desprende, que la mayoría de las mujeres migrantes latinoamericanas están destinadas a trabajar en Argentina en ocho de las actividades que según la SRT (2022) registran niveles de accidentabilidad que se ubican por encima del índice promedio, éstas van desde la salud humana, la agricultura, la ganadería, hasta el suministro de agua, cloacas y gestión de residuos.

Para concluir, la migración de mujeres latinoamericanas en Argentina pone de manifiesto la emergencia para el Gobierno de ejecutar políticas que garanticen el ejercicio seguro del trabajo de cuidados y asistencia en salud, con soluciones a largo plazo para el envejecimiento de la población, en condiciones de igualdad.

*Investigadora y Docente, UTPL, Ecuador.
Estudiante posgrado Universidad de Génova, Italia. Red de Politólogas - #NoSinMujeres (@emydanieladiaz)