OPINIóN
Oportunidad para el país

Nuevos pasos hacia una estrategia nacional del hidrógeno

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Gira por Europa. El presidente y sus funcionarios con el mandatario Emmanuel Macron en París. | cedoc

En la reciente gira presidencial por Europa, en conversaciones con el canciller alemán Olaf Scholz, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el Presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, quedó en claro que el hidrógeno tiene un rol central en la transición energética global, y que representa una ventana de oportunidad para la Argentina, así como la posibilidad de consolidar sinergias entre nuestro país y Europa.

El hidrógeno constituye las tres cuartas partes de la masa del universo. Un kilo de este elemento químico contiene un poder energético similar al de 5 litros de nafta, con la diferencia de que al usarse no despide carbono. Es una energía limpia.

Crear empleos de calidad en un sendero de desarrollo sostenible es el gran desafío de la economía pospandemia. En esta tarea, el hidrógeno verde, elaborado con energías renovables como la solar o la eólica (y también el de otros orígenes), ofrece la doble posibilidad de mitigar el calentamiento global junto a un incremento de la producción y el trabajo.

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Más de 30 países ya han publicado o están elaborando su estrategia nacional de hidrógeno. Chile fue pionero en la región, con un plan que apunta a estar entre los tres principales exportadores del mundo en 2040 (National hydrogen strategies: ready, almost set, go?, World Energy Council). De continuar esta tendencia y cumplirse las metas trazadas, el hidrógeno verde podría abastecer hasta el 25% de las necesidades energéticas mundiales en 2050 (Green hydrogen, the fuel of the future, Forbes).

La Argentina también inició un proceso para la elaboración de una Estrategia Nacional de Hidrógeno 2030, que se encuentra en línea con los compromisos internacionales en materia de cambio climático asumidos por el país, como ser carbono neutral en 2050, y representa un hito fundamental para que un capítulo prioritario de la política energética se convierta en política de Estado.

Actividades realizadas en el marco del Consejo Económico y Social (CES), un Foro Internacional, diálogos público-privados, intercambios con países que hoy se encuentran en la vanguardia de la producción de energías limpias (como Australia, Alemania, Japón y Corea, entre otros), la convocatoria de estudios especializados, y el trabajo de la mesa interministerial de hidrógeno, dejaron importantes consensos para trazar una hoja de ruta sólida y compartida:

Debemos priorizar la seguridad energética en el nuevo contexto global, donde la guerra en Ucrania aceleró las urgencias de avanzar hacia la descarbonización de las economías y reconfigurar las cadenas globales de producción y comercio para no poner en riesgo la soberanía energética. Los combustibles fósiles caracterizados por mercados concentrados comprenden el 80% de la demanda actual de energía primaria a nivel mundial y llaman a una doble diversificación, de fuentes y proveedores (Sustainable Energy, Naciones Unidas).

Atravesamos una nueva geopolítica de la energía. El hidrógeno se genera con la conversión y no con la extracción. Puede producirse en una gran cantidad de lugares y a medida que bajan los costos hay más productores y competencia, y se reducen las rentas oligopólicas propias del mercado de energías fósiles, que equivalen a 2% del PIB global. En esta carrera de innovación, reconfiguración y posicionamiento no hay tiempo que perder (“Geopolitics of the energy transformation”, International Renewable Energy Agency (IRENA)).

La integración energética y la cooperación regional potencian las estrategias nacionales. Un enfoque regional de colaboración en materia de hidrógeno puede complementar las iniciativas nacionales, permitir a los países captar patrones de demanda y producción en común, armonizar normativas, desbloquear las sinergias en el uso de infraestructura, y ganar escala con la convergencia de mercados (“Latin America’s hydrogen opportunity: from national strategies to regional cooperation”, IEA).

Cerrar la brecha de financiamiento implica alinear esfuerzos públicos y privados. El precio de los electrolizadores, usados para separar del agua las moléculas de hidrógeno de las de oxígeno (electrólisis), se redujo un 60% en la última década. La Agencia Internacional de Energía estima que los costos de producción caerán otro 30% (“The Future of Hydrogen”, IEA). A pesar de la baja de precios, para que el hidrógeno verde sea competitivo hace falta una inversión de USD 70.000 millones hasta 2030 en recursos destinados a mejorar la eficiencia en la producción, transporte, almacenamiento y distribución de hidrógeno, una cifra difícil de alcanzar sin una convergencia de aportes multisectoriales (“Path to Hydrogen Competitiveness”, Hydrogen Council).

El talento humano y la riqueza natural conforman un sólido punto de partida. En Argentina, contamos con extraordinarios niveles de vientos y radiación solar, junto a un amplio litoral marítimo y disponibilidad de agua, además de una posición geográfica privilegiad. Existen diversas iniciativas en marcha, como la liderada por Y-TEC, empresa de tecnología de YPF, que lanzó el consorcio H2AR para promover experiencias piloto en producción y aplicaciones de hidrógeno y lo componen más de 50 empresas del sector. La planta de Pico Truncado en Santa Cruz produjo hidrógeno electrolítico con tres fuentes de energías primarias sustentables: eólica, solar y biomásica, y alcanzó una capacidad de producción de 100 m3 diarios, suficiente para abastecer 353 vehículos con combustible híbrido (“Hidrógeno verde en Argentina”, CADER). De estas y otras semillas que han germinado necesitamos impulsar un efecto multiplicador.  

Es clave contar con una infraestructura resiliente que promueva la descarbonización. Bahía Blanca y Dock Sud ya forman parte de la coalición global de los puertos de hidrógeno. Las provincias de Neuquén, Chubut y Río Negro también realizan estudios y avanzaron para la conformación de puertos y valles productivos que integren la cadena de valor y exportación.

La semana pasada tuvo lugar un nuevo encuentro de la Mesa Interministerial del Hidrógeno, compuesta por representantes de la Secretaría de Asuntos Estratégicos, de los ministerios de Desarrollo Productivo, Ciencia y Tecnología, Ambiente y Desarrollo Sostenible, Transporte, y de la Cancillería, además de provincias y del Consejo Federal de Inversiones. El diálogo continuará el próximo 30 de mayo en San Carlos de Bariloche.

El objetivo es robustecer un proceso participativo que impulse el desarrollo de capacidades nacionales en un trabajo articulado con las provincias y sus planes de desarrollo territorial. Tiene así al mismo tiempo una base federal y una proyección internacional, afianzada a partir de evaluaciones ambientales y sociales con los máximos estándares y variedad de instrumentos de promoción de la inversión privada (considerando opciones y costos asociados).

El ecosistema del hidrógeno tiene el potencial de generar 50 mil empleos de calidad y exportaciones por 15.000 millones de dólares anuales. El Plan Productivo 2030 contempla herramientas de apoyo a empresas con vocación innovadora. Organismos multilaterales harán su contribución financiando análisis sobre las perspectivas de la producción del hidrógeno, la demanda esperada y el marco normativo y técnico necesario para el desarrollo del sector.

La Ley de Energías Renovables sancionada en 2006, que contó con apoyo multipartidario, muestra el camino a seguir. Los cambios tecnológicos necesitan incorporarse al esquema regulatorio.

No se trata de convencer a gritos sino de convocar con esperanza. Sin atajos ni pases de magia. La unión es frágil cuando se sostiene en el odio a enemigos comunes, pero trasciende barreras ideológicas cuando se articula a partir del cuidado a la Casa Común.

* Secretario de Asuntos Estratégicos. Presidente del Consejo Económico y Social.