La argentinidad que asumimos en los últimos tiempos, sirvió para poner la hostilidad afuera, literalmente, y cohesionarnos.
La pulsión agresiva inherente al ser humano se destinó al adversario, extranjero, y esto nos permitió creer por unos instantes que "estábamos unidos": Argentina campeón mundial, todos los argentinos, campeones. Pero ahora que de a poco se va terminando la ilusión de que estamos "Todos unidos ", estemos atentos. Atentos a la que palabra y al acto de “incluir", que siempre para que sean una acción verdadera, deben caminar de la mano no sean sólo para las temáticas conocidas: la discapacidad, la homosexualidad, las razas, etc., y que tengamos la capacidad de ser receptivos con el que piensa distinto, con el que difiere en los ideales y convicciones; pero más aun con quien tiene el grave problema de no poder hacer tambalear sus certezas.
Que podamos aceptar que no hay celestes ni verdes absolutos sino amplia gama de verdes y de celestes, que a veces se acercan, otras se alejan y otras se transforman en verdes azulados.
Que una "e", una "o", o una" x”, no nos enceguezcan para poder seguir leyendo y no nos limiten para escribir con espontaneidad.
Que nos interpelemos acerca de qué excluimos nuestro en el otro cuando lo discriminamos con vehemencia.
Que podamos ser campeones en esto.