OPINIóN
Hace 25 años

El día que se derogó el Servicio Militar Obligatorio

Fue mediante un decreto, del 31 de agosto de 1994, mientras se investigada la muerte del soldado Omar Octavio Carrasco.

Bandera
Dos cuestiones medulares conmovían a los hombres sobre los cuales recaería una trascendente victoria o el sinsabor de una agria derrota: la Declaración de la Independencia y la forma de gobierno. | Imagen de Elias Butynski en Pixabay.

Fue una paliza de aquellas. Así lo cuenta un periodista del diario Clarín: “Domingo en un cuartel de la Patagonia. Un empujón, acaso una trompada, tiró al piso a Omar Octavio Carrasco -19 años, tímido, repartidor de pollos congelados, lector de la Biblia y conscripto desde hacía tres días-. Siguió una catarata de golpes duros que recibió en el suelo. Y una patada crucial, certera, desgarradora, que partió una costilla y perforó un pulmón. También un tremendo golpe en un ojo, acaso junto a la patada. Quizás inmediatamente posterior, como golpe de gracia. El chico tiene una hemorragia interna. Siente que se ahoga. No puede gritar. Sufre. Se muere en segundos.”

Por el crimen del soldado Carrasco, fueron condenados el subteniente Ignacio Canevaro a 15 años de prisión, Víctor Salazar y Cristian Suárez a 10, y el sargento Carlos Sánchez a 3 por encubrimiento. Hubo una denuncia policial y los diarios locales y la opinión pública tomaron cartas en el asunto.

Las autoridades militares adujeron que el soldado se había fugado, versión que los padres, Sebastiana, ama de casa, y Francisco, albañil que trabajaba en la construcción de represas, conocedores del carácter dócil de su hijo, descartaron. Un mes después, el 6 de abril de 1994, fue encontrado el cuerpo sin vida de Omar. No se había fugado, lo habían matado por “torpe” en el mismo cuartel perteneciente al Grupo de Artillería 161 del Ejército Argentino, en la localidad de Zapala (Neuquén), al cual el infortunado Carrasco había ingresado como soldado conscripto apenas tres días antes, el 3 de marzo.

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El "Servicio Cívico Voluntario en Valores" despertó críticas y apoyos

Mientras se investigaba el crimen, el Servicio Militar Obligatorio fue derogado mediante un decreto firmado por el presidente Carlos Saúl Menem el 31 de agosto de 1994 y la implementación de un sistema de voluntariado rentado, poniendo fin de esta manera a la Ley Nº 4031 aprobada por la Cámara de Senadores el 11 de diciembre de 1901: un año en tierra y dos en la marina a los varones de 20 años.

El cambio tiene por objetivo mejorar la profesionalización y la relación entre las Fuerzas Armadas y la juventud, pues el desprestigio del sistema de conscripción se evidenciaba a través de los números: mientras en 1983 se habían incorporado unos 65 mil soldados, diez años después la cifra se había reducido a 16 mil.

Los jóvenes ya no egresaban de su período de conscripción con la sensación de haberse capacitado en lo relativo a cuestiones vinculadas con la disciplina, la organización militar y el manejo de armamento sofisticado, además del orgullo por haber servido a su país, sino todo lo contrario. La predisposición para hacer el servicio militar o  “la colimba” -un derivado de las primeras sílabas de las palabras “corra, limpie y barra”- es virtualmente nula, los jóvenes sienten que un sorteo los había elegido para hacer guardia, preparar la comida, hacer tareas de mantenimiento y otras rutinas en las instalaciones militares. A esa mala voluntad de los conscriptos, se han agregado las objeciones de conciencia, las querellas judiciales, los recursos de los padres de los soldados, los casos de corrupción para conseguir exenciones y otras derivaciones indeseables.

El otro soldado que hizo historia

El gobierno de Raúl Alfonsín había iniciado este proceso de desmilitarización y democratización de las Fuerzas Armadas. Alfonsín decide, además de someter a juicio a las Juntas Militares que condujeron el Proceso; favorecer  la solución pacífica del litigio con Chile en la cuestión del Canal del Beagle mediante un referéndum que cuenta con el apoyo mayoritario de la ciudadanía; retener en el Presidente de la Nación el cargo de Comandante en Jefe de las Fuerzas y designar un Jefe de Estado Mayor como nivel superior de las mismas; disminuir la cantidad de conscriptos, reducir el presupuesto militar; y modificar el Código de Justicia Militar, impidiéndole juzgar a miembros del Ejército por delitos contemplados en el Código Penal, que permitirá esclarecer el asesinato del conscripto Carrasco.

La desmilitarización fue continuada y ampliada por la presidencia de Carlos Saúl Menem. Si Alfonsín había sometido a los militares al juicio político y social, Menem les sacó importantes recursos financieros, el Ejército se redujo a  42.000 efectivos, la mitad de lo habitual, disolvió 80 unidades y reubicó otras lejos de los centros urbanos para poder vender sus terrenos. El presupuesto militar cayó del 6 al 2% del PBI, los ingresos de los militares se redujeron notablemente, obligando a muchos oficiales a realizar trabajos alternativos o a abandonar su carrera. Lo que sí abrió nuevas perspectivas a los uniformados fue la participación en operaciones de mantenimiento de la paz en lugares como Irak, Kuwait, Angola, Chipre, Croacia, Bosnia o América Central.

Servicio militar obligatorio o voluntario

En lo que concierne a la cultura de las Fuerzas Armadas, el Colegio Militar abre sus puertas a cadetes mujeres. Se cambia la currícula, que obliga a los cadetes a completar, además de los cursos militares, el equivalente a un programa universitario; incluye un curso en derechos humanos; se les enseña que los militares, como tales, no tienen ningún papel político. Su obligación es servir a la nación y obedecer a las autoridades constituidas. También se realizan cambios en los programas de la Escuela Superior de Guerra y en la Escuela Superior Técnica, que ahora ofrecen programas de posgrado abiertos a estudiantes civiles y militares.

En ese clima, el general Martín Balza, jefe del Comando Supremo de las tres fuerzas, da explicaciones públicas a los padres de Omar Carrasco, a la vez que hace la primera autocrítica pública de los militares latinoamericanos por los golpes de Estado y por las violaciones a los derechos humanos:

“El Ejército, instruido y adiestrado para la guerra clásica, no supo cómo enfrentar desde la ley al terrorismo demencial. Este error llevó a privilegiar la individualización del adversario, su ubicación por encima de la dignidad mediante la obtención, en algunos casos, de esa información por medios ilegítimos, llegando incluso a la supresión de la vida, confundiendo el camino que lleva a todo fin justo, y que pasa por el empleo de medios justos. Una vez más reitero: el fin nunca justifica los medios”.

Mientras ese grupo pequeño de militares y soldados le da una paliza feroz a Omar Octavio Carrasco porque cree que es así como hay que quitarle a los soldados de la patria cualquier atisbo de debilidad, no tiene la más mínima conciencia de que están martirizando al que sería el último soldado conscripto de la Argentina. Tampoco tiene la más mínima conciencia de que le están le están cambiando la vida a millones de jóvenes; así como modificando positivamente la conducta de las Fuerzas Armadas respecto del orden institucional, todos ellos elementos constitutivos de un proceso de desmilitarización y democratización de la sociedad argentina.