OPINIóN
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El senador Pichetto: un político que conoce el Estado

Hay políticos que tienen ideas claras sobre qué hay que hacer para que nuestro país salga de la decadencia en la que está hundido.

Miguel Pichetto
Miguel Pichetto | Prensa Gobierno de la Ciudad

Decía el gran pensador español don José Ortega y Gasset “que si fuese forzoso quedarse en la definición de la política con un solo atributo, textualmente yo no vacilaría en preferir éste: política es tener una idea clara de lo que se debe hacer desde el Estado en una Nación”. En nuestro país hay políticos que tienen ideas claras sobre qué hay que hacer desde el Estado para que nuestro país salga de la decadencia en la que está hundido desde hace 70 años. Pero muy pocos tienen reales posibilidades de conseguir que se implementen desde el poder. Uno de ellos podría ser el veterano y reciente candidato a Vicepresidente Miguel Pichetto,quien por su cercanía con el Presidente Macri, tal vez pueda hacer aportes importantes. La gran pregunta es ¿Qué es lo hay que hacer en la política argentina para reencauzar a nuestro país por la senda del desarrollo en que lo pusieron, Urquiza, Sarmiento y Roca y en definitiva la generación del 80?

Una de las tareas pendientes es construir un Estado eficiente sobre la base de un funcionariado de carrera fundado en el mérito. Decía al respecto otro gran pensador, Max Weber:

“Frente a la utilización del Estado para extraer ventajas o como botín de guerra, en los tiempos antiguos: Se sitúa ahora el funcionarismo moderno en un cuerpo de trabajadores intelectuales altamente calificados y capacitados profesionalmente por medio de un prolongado entrenamiento especializado, con un honor de cuerpo altamente desarrollado en interés de la integridad, sin el cual gravitaría sobre nosotros el peligro de una terrible corrupción o de una mediocridad vulgar, que amenazaría al propio tiempo el funcionamiento puramente técnico del aparato estatal, cuya importancia, mayormente con una socialización creciente, ha ido aumentando sin cesar y seguirá haciéndolo.”

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Si encontramos mediocridad, vulgaridad y corrupción de nuestro sistema político, debemos recordar las palabras de Max Weber. Según el eminente sabio, estas lacras tienen su origen en el sistema clientelista de nombramientos en el Estado. La meritocracia es el antídoto más eficiente que se conoce hasta hoy día para luchar en contra de la corrupción, el patronazgo, el nepotismo y la mediocridad en los servicios del Estado. Algunos piensan que puede combatirse la corrupción solamente con el Código Penal y el sistema judicial, pero se trata de una opinión superficial porque el mismo poder judicial esta viciado por el nepotismo y la corrupción. Por el contrario, el sistema de servicio civil fundado en la carrera de por vida y en el mérito, incluso para el mismo poder judicial, tiene muchas ventajas esenciales para todo país que pretenda salir del estadio de “Banana Republic”, algunas de las cuales las enumeramos a continuación:

1.- La primera ventaja consiste en que un servicio civil con funcionarios de carrera nombrados de por vida sobre la base de la idoneidad permite al país tener “Políticas de Estado” de largo plazo y sustraerse a las ventajas personales de momento de los ministros y gobernantes. No hay políticas de Estado sin un funcionariado idóneo y de carrera.

2.- La segunda gran ventaja del servicio civil de mérito y de funcionarios de por vida es que permite al Estado tener memoria administrativa: recordar los errores de política y en consecuencia evitar su repetición. Nuestra historia de los últimos cuarenta años demuestra acabadamente cómo esta ventaja es fundamental, y, por el contrario, el gran costo social de una administración pública desmemoriada.

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3.- La tercera ventaja del servicio civil competitivo consiste en que ayuda enormemente en la lucha contra la corrupción. En efecto, la pirámide jerárquica se angosta considerablemente en los cargos administrativos más altos y los funcionarios se vigilan mutuamente porque aquel que comete un acto de corrupción queda descartado en los ascensos. Se crea así un frenesí por la defensa del interés del país y de los intereses generales de la sociedad. No solamente los funcionarios de carrera se controlan entre sí, además este sistema hace muy difícil a los ministros y funcionarios políticos conseguir la aprobación de actos de corrupción como contratos con precios excesivos. Con un servicio civil de mérito, el ministro del ramo no puede designar como director general de administración del ministerio a su primo, o a su socio en el estudio, o a su compañero de correrías políticas en el partido: debe designar a un funcionario de carrera del grado adecuado. 

4.- La cuarta ventaja del servicio civil de mérito tiene que ver con el mejoramiento de la clase política. La historia de varios países con servicio civil demuestra que muchos funcionarios de carrera, cuando se jubilan, pasan a militar en un partido político. El caso francés es el más típico. Como los funcionarios de carrera conocen a fondo los problemas del Estado, están en condiciones de tener un desempeño muy eficiente en sus nuevos cargos políticos, y ello mejora considerablemente el prestigio de la clase política ante el resto de la sociedad.

5.- La quinta ventaja consiste en que la burocracia de mérito tiende a revalorizar los sistemas educativos del país. Si se sabe que esa burocracia es seleccionada sobre la base de exámenes donde lo que cuenta es el saber y la inteligencia, los profesores y maestros adquieren una importancia fundamental en la vida nacional. Nuestra historia reciente demuestra que no es suficiente gastar el 6% de PBI en educación. No es cuestión solamente de una oferta educativa que pague bien a los profesores y maestros. Es necesario además que haya un gran entusiasmo en los alumnos de los tres niveles, primario, secundario y universitario por el saber que es la llave de entrada para la carrera del servicio publico. En nuestro libro Propuestas Superadoras, de Prosa Editores ofrecemos dos propuestas de leyes alternativas para lograr esta importante reforma.