Finalmente llegaron las medidas. La Casa Rosada confirmó lo que los medios venían anticipando hacía varios días: acuerdos de precios para más de 60 productos de la canasta básica, freno a la suba de las tarifas, descuentos para beneficiarios de la AUH, entre otras medidas. Un paquete al que el Gobierno le puso el moño el día después de confirmarse que la inflación de marzo fue del 4,7%, con una interanual superior al 50%.
Más allá de los anuncios en sí, lo que sorprendió fue la manera de hacerlos. Se esperaba que el Presidente diera un mensaje por las redes sociales, pero en su lugar publicó un timbreo, ya grabado, a una familia de Olivos. Mientras tanto, las medidas fueron difundidas por escrito, y los ministros Dujovne, Stanley y Sica salieron a dar una conferencia de prensa. Como siempre, una política comunicativa a la que le falta dirección y confianza.
La impresión que transmite el mensaje del presidente desde un living del Conurbano es que no quiere comprometerse del todo con los anuncios. Faltó un discurso épico que ablandara el malhumor y la bronca, un “la casa está en orden” alfonsinista. Es posible dar malas noticias, pero al mismo tiempo transmitir respeto y seguridad. El presidente no encontró la manera.
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Entonces, ¿qué les dijo a sus vecinos de Olivos? Aseguró que la batalla contra la inflación se va a terminar ganando, pero que estas medidas son “un alivio” para el corto plazo. Mientras tanto, se acercaba el vaso de agua que le habían servido. Pura austeridad. Esta vez el presidente ni siquiera les llevó facturas.
La misma confección del mensaje tenía un aire pobre e improvisado. Un video vertical, con zooms bruscos sobre la cara del presidente y una edición hecha a las apuradas. Videos grabados desde la clandestinidad tienen mejor calidad de audio. Si Alfonsín hubiese hecho algo así para anunciar que la casa estaba en orden, el país habría estallado al día siguiente.
La vecina olivense del presidente parecía satisfecha con el “alivio” anunciado, pero dudo que esa sea la sensación imperante en la mayoría de las casas del país. Nos acaban de decir que nos seguimos cayendo, pero que al menos ahora van a darnos un paracaídas. Y si el paracaídas no se abre, nos pusieron un colchón abajo para contener el impacto.
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¿Cómo se concreta el gran plan para llegar a octubre sin grandes logros que anunciar? Al menos, en la provincia de Buenos Aires, Vidal tuvo el acuerdo con los docentes. Y Horacio Rodríguez Larreta inauguró el tramo peatonal de Corrientes, con fiesta y todo. No serán logros enormes, de fondo, pero son al menos noticias que se pueden anunciar con orgullo. El gobierno nacional no tiene nada de eso.
Este es el momento en el que el director técnico entra al vestuario, después de un mal primer tiempo, deja que los jugadores se repongan y empieza una arenga inspiradora para ayudarlos a encarar la segunda etapa. Pero esta vez el técnico no tiene ideas, y está claramente tan preocupado como los jugadores. Siempre me pregunto que fue lo que le dijo Scolari al plantel de Brasil, cuando ya iban perdiendo 5 a 0 contra Alemania.
Los mercados, al menos, reaccionaron con algún optimismo, pero el clima general es de derrota. Al gobierno se le cayeron innumerables banderas: “El mejor equipo de los últimos 50 años”, “la inflación se baja fácil”, “el dólar no va a ser un problema”. Cristina y la oposición siguen en carrera, y solo podemos esperar ser rehenes de una pulseada electoral que se va a resolver recién a fin de año. Pero el presidente prefiere ignorar por ahora los conflictos políticos y enfocarse en los cuidados paliativos de la economía, que parecen la única clave de la victoria.
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Poco después de que el mensaje del presidente se diera a conocer por las redes sociales, los tres fieles ministros tuvieron que salir a la cancha. Hubo cautela y se puso el énfasis en el corto plazo. Del año que viene no se habla. Por momentos, los ministros parecieron desempolvar los bombos y los platillos. Dujovne habló de los acuerdos con las empresas de telefonía móvil; Stanley de los créditos ANSeS y Procrear. ¿Vamos a vivir los próximos seis meses en Disney? El Italpark puede ser una perspectiva más realista. O a lo mejor tenemos que conformarnos con dar un par de vueltas en la calesita de la plaza.
La única predicción certera que se puede hacer para los próximos meses es que vamos a ver muchas góndolas vacías, colas de gente para conseguir la leche Armonía a 23 pesos, forcejeos por el último sachet. Argentina es un país de gente que se la pasa haciendo cola. Es una cola de 40 millones de personas que ya se olvidaron de para qué están esperando. ¿Qué va a pasar si, después de tanto tiempo, nos encontramos con otra góndola vacía?
ER EA