Existe sobrada evidencia del impacto positivo que tiene en los individuos y los resultados de las organizaciones crear entornos de trabajo saludables donde se entienda a la salud como un fin en sí mismo, y no como medio para obtener otros resultados. Tener acceso a un espacio de trabajo donde prime el bienestar debería ser un derecho para todos, al tiempo de ser una gran oportunidad empresarial de crecimiento sostenible.
Es momento de seguir generando oportunidades para gestionar el bienestar dentro y fuera de los espacios de trabajo ya que cuando volvamos a la “normalidad” tendremos que estar preparados para acompañar a quienes más lo necesiten y a quienes más les haya impactado esta pandemia de coronavirus con toda la cascada de situaciones detrás que conlleva.
Quizás durante estos días reafirmamos que gozar de buena salud es un regalo, es el mejor regalo con el que uno puede contar. Y más que una prioridad es un VALOR que se debe cultivar. Debemos enfocarnos en el “hacer” como herramienta fundamental para transitar estos días y para seguir formando nuestro “ser”, poniendo en marcha estrategias y acciones (“haciendo”) tendientes a potenciar un estilo de vida saludable.
Coronavirus: exceso de información, temor y redes sociales
Cuando la cuarentena pase, no nos olvidemos que para cuidar la salud, no alcanza con considerarla algo prioritario si no que debemos actuar en consecuencia: accionar en pos del bienestar, trabajar activamente en cuidarnos y valorarnos, modificando nuestros comportamientos y rutinas (de alimentación, movimiento, gestión del estrés, sueño y descanso, hábito de fumar) desde lo individual y organizacional.
Esta circunstancia global nos trae a quienes puedan y tengan ganas de aprovecharlo, la gran oportunidad, entre muchas otras, de reflexionar sobre quién queremos ser, qué huella queremos dejar y qué espacios de trabajo queremos generar. Nos invita desde lo individual y desde las organizaciones a revisar nuestros comportamientos, la cultura organizacional, las iniciativas corporativas, dejando de lado la teoría y pasando a la acción, modificando todo lo necesario con el objetivo de impactar positivamente en el estilo de vida propio y ajeno a largo plazo.
Implica involucrarnos, volver a lo esencial, hacer lo que tenemos que hacer, sin procrastinar, para estar preparados y anticiparnos a lo que va a venir.
Coronavirus y sistema educativo: la necesidad de acelerar un cambio cultural
Quizás tuvimos que llegar a una pandemia para comprender algo tan simple, “lo que yo hago” impacta directamente en el otro. Si yo me cuido, cuido al otro. Si yo llevo adelante comportamientos saludables me beneficio yo pero también mi entorno. Dentro de estos entornos, el lugar de trabajo es uno de los más influyentes para las personas, ya que la muchos de nosotros pasamos la mayor parte del tiempo dedicado a nuestras actividades laborales, donde muchas veces el sedentarismo, la alimentación poco saludable y los ambientes de alta tensión, estrés y nerviosismo; son una constante.
Para quienes pueden ver más allá, este aislamiento obligatorio seguramente deje un aprendizaje en cada uno y en el colectivo, desde aspectos relativos a la vida cotidiana hasta cuestiones más profundas relacionadas a nuestra misión en la vida. La convivencia, las multi-tareas; que para muchas de ellas no nos creíamos capaces de hacer como trabajar, ser maestros de nuestros hijos, limpiar, cocinar, administrar el dinero efectivamente, cuidar de los adultos mayores de la familia, reinventarnos, capacitarnos y encontrar cómo salir de manera “recargada” al mundo que nos espera.
El lujo, el tiempo y la mente en época de pandemia
Por otro lado existe una enorme cantidad de personas que están en la primera línea de batalla, continúan trabajando a diario, expuestos al contagio, a la interacción con personas que se encuentran asustadas, muchas veces agresivas y preocupadas. La empatía, base de la inteligencia emocional, es una habilidad que como sociedad teníamos olvidada y es un buen momento para entrenarla.
La pandemia adelantó los tiempos dentro de las empresas en lo que respecta a una nueva forma de trabajar, principalmente aquellas corporaciones que hace años vienen intentando aplicar políticas de trabajo remoto, en el detrás de escena preparándose para el estreno y lanzamiento de esa nueva política para los colaboradores, estudiando el impacto en el rendimiento laboral entre otras varias cuestiones; pero de un día para el otro hubo que salir a escena y adaptarse.
Las reglas cambiaron y quienes tomen este contexto mundial como una oportunidad podrán encontrar nuevas vías de resolución de situaciones, más ágiles y efectivas donde la prioridad no estará solo en las ganancias económicas sino en el bienestar de los colaboradores que no es más que el bienestar social.
Es tiempo de reunir esfuerzos y estar atentos, de hacer juntos lo que debemos hacer, generando cada uno desde el lugar que ocupa un rol activo y responsable en promover comportamientos más saludables.
* Licenciada en Nutrición por la Universidad de Buenos Aires (MN 2922), Coach de Salud Certificada y Profesional Gastronómico. Autora del libro Personas Saludables, Organizaciones Saludables