OPINIóN
Fake news

Coronavirus: exceso de información, temor y redes sociales

Las noticias falsas no ayudan para tomar buenas decisiones. Informar no es, ni por asomo, lo que está ocurriendo en las redes sociales.

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Coronavirus | Engin_Akyurt / Pixabay

El flamante año nos recibió con la noticia desde China sobre un nuevo coronavirus que estaba infectando a los humanos, sumamente contagioso. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertaba de la peligrosidad del virus pero, también advertía al mundo sobre el peligro que significaba esperarlo de brazos cruzados. Creo que estamos ahora en las antípodas de la pasividad que nos recriminaba la OMS y el mundo está tomando medidas contra la pandemia, acompañados por los medios de comunicación que a base de sembrar el miedo quieren que se cumpla el aislamiento social.

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Informar no es necesariamente mostrar todo lo que ocurre. Decir que Italia tiene un elevado número de muertos por día a causa del coronavirus, no es lo mismo que mostrar los ataúdes. Contar una por una las muertes por causa del coronavirus no ayuda a tranquilizar a la población para que puedan pensar correctamente. Las noticias falsas no ayudan para tomar buenas decisiones sobre cómo prevenirse del contagio de la enfermedad, sobre cómo atender a la familia, o sobre como sostener la economía mientras dure la pandemia. Informar no es, ni por asomo, lo que está ocurriendo en las redes sociales.

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Las redes sociales han fallado

No hay dudas que esta pandemia tomó por sorpresa al mundo entero. No hubo un solo país que estuviere preparado para algo así. Lo mismo ocurrió con las redes sociales.

Desde hace mucho tiempo que se cuestionaba a las redes sociales, y la pasividad que tenían para filtrar y eliminar las noticias falsas.  Ante la gravedad de la situación que estamos viviendo, la tolerancia a las noticias falsas debe ser igual a cero.

Sin embargo, en tiempos de pandemia las noticias no desaparecen. Se contagian con la misma rapidez que el virus.

Una publicación de Facebook que cita a un médico japonés recomendando beber agua cada 15 minutos para eliminar cualquier virus que pueda haber entrado en la boca, se compartió millones de veces. Y así podemos encontrar la que recomendaba comer ajo, la que decían que el nuevo coronavirus no infecta a los niños, que el virus no puede transmitirse en zonas con climas cálidos y húmedos. O por ejemplo, la que decía que el virus no resistía el calor y por ello debían tomar infusiones calientes.

Es tan absurdo y perverso el sistema informativo de las redes sociales que hasta el Presidente cayó en las fakenews y dijo en declaración pública que “La Organización Mundial de la Salud, entre otras cosas, recomienda que uno tome muchas bebidas calientes porque el calor mata el virus" SIC.

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Una oportunidad perdida

“No escribimos las noticias que la gente lee en la plataforma. Pero también sabemos que hacemos mucho más que distribuir noticias y que somos una parte importante del discurso público”, dijo Mark Zuckerberg al hacer su balance anual a finales del 2016.

Si le preguntara a cualquier dueño de medio gráfico o televisivo si le gustaría tener el poder de llegar con sus comunicaciones a más de dos mil doscientos millones de personas por todo el mundo me respondería con un indubitado sí.

No tengo ningún encono con Facebook. Mi crítica aplica para todas las redes sociales. YouTube tiene dos mil millones de usuarios, igual que WhatsApp. Instagram ochocientos millones, Twitter tiene más de 300 millones de usuarios activos, nada mal tampoco.

Las redes sociales no han sabido capitalizar su acumulación de usuarios para hacer el bien. Es necesario comunicar tranquilidad, dar sosiego a la población mundial. Hay personas que están solas pasando por esto, y es una obligación de todos brindarles ayuda y calma. Son muchos los suicidios que se están dando por el mundo por el coronavirus,y podrían ser muchos más si los medios de comunicación no comienzan a calmar las aguas y a transmitir un poco de calma.

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Recibí durante años publicidades poco interesantes, pop-ups avasallantes, u ofrecimientos de cambiar la imagen de perfil por causas que ni siquiera pertenecían a mi ubicación geográfica. Facebook me ha propuesto un marco para celebrar la final de la Champions league, o el estreno de una película de StarWars. 

En estos tiempos en que se hace tan necesaria la información útil, los usuarios de las redes sociales no hemos recibido nada. Estamos huérfanos. Por el contrario, proliferan las noticias falsas, los agravios políticos de un u otro bando, las estupideces por doquier.

Todo esto nos demuestra que las redes sociales no son tan necesarias como pensábamos, algo que ya muchos veníamos sospechando.

La abulia, la escasa resiliencia y la falta de actitud de los responsables de las redes sociales nos indican que la acumulación de poder no siempre va de la mano de buenas acciones para una sociedad mejor, más justa, más comprometida.

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Me dirán muchos que la culpa de la proliferación de las noticias falsas o amarillistas no es de las redes sociales sino de los usuarios que las publican y viralizan.

Como dijo Humberto Eco: "Si la televisión había promovido al tonto del pueblo, ante el cual el espectador se sentía superior, el drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo como el portador de la verdad. Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos rápidamente eran silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles".

Lo que dicen puede ser verdad. Pero en mi opinión la culpa no es del chancho sino del que le da de comer.

Las redes sociales han perdido una oportunidad única para hacer el bien, para demostrar su poder de comunicación en beneficio de sus usuarios y de la población mundial; y por sobre todo para detener con vehemencia las noticias falsas.