En estos días de agitada campaña electoral, el candidato a vicepresidente por el oficialismo de Juntos por el Cambio, Miguel Ángel Pichetto, echó mano a argumentos un tanto demodé, acusando a Axel Kicillof -ex Ministro de Economía de Cristina Fernández y candidato a gobernador bonaerense- de ser “comunista”. Pichetto debe partir de la idea que ese epíteto provocará alguna reacción negativa en el electorado hacía la figura de Kicillof.
Ahora bien, es sabido que las relaciones entre comunistas y peronistas (al menos al nivel de sus cúpulas partidarias) históricamente no fueron buenas. Mientras que los primeros acusaban a Perón de ser un “fascista” y de haberlos encarcelado durante su gobierno, los peronistas endilgan a los comunistas que en momentos clave de la historia siempre se ubicaron en la vereda de enfrente de los intereses populares (por ejemplo, en el bombardeo a la Plaza de Mayo en junio de 1955, cuando criticaban el “aventurerismo” de las organizaciones armadas de los años 70’, o apoyando a la dictadura genocida de Videla en 1976, puesto que lo consideraban un general “democrático”, opuesto a la línea “pinochetista” existente en el Ejército, etc.). En los años del kirchnerismo se produjo un acercamiento entre ambas ideologías y fue posible observar al Partido Comunista (lo que quedaba de él) apoyando, simultáneamente, a Cristina y a la Revolución Cubana.
Los peronistas que asoman con candidaturas en Cambiemos
Pero hoy nos interesa hacer otro ejercicio: apelando a la numerología (conjunto de creencias que pretende establecer una relación mística entre los números), veamos algunas similitudes entre ambas ideologías.
Comencemos por el año 1895: es cuando muere Federico Engels, compañero de lucha de Carlos Marx, junto con el que redactó el Manifiesto Comunista, que creaba el llamado “socialismo científico”. A partir del Manifiesto, el socialismo dejaría de ser una utopía y tendría un plan establecido para su concreción (dictadura del proletariado, expropiación de los medios de producción a la burguesía, desaparición de la propiedad privada). Bien, en el mismo año de 1895 que moría Engels, nacía en Lobos, provincia de Buenos Aires, el creador del movimiento político más importante de la Argentina (al menos hasta ahora): Juan Domingo Perón.
El 26 de julio nos trae una nueva similitud (siempre en clave de numerologías): en 1952, murió, luego de una larga enfermedad, Eva Perón, dirigenta política, esposa del presidente Juan Domingo Perón, considerada por los peronistas como la “Jefa Espiritual de la Nación”, amada por los humildes y odiada por los sectores acomodados de la sociedad (pese a que sus ganancias nunca dejaron de crecer en esos años). Un año después, en 1953, en Cuba, un joven abogado llamado Fidel Castro, junto a un grupo de hombres y mujeres, intentó asaltar el Cuartel Moncada, ubicado en la ciudad de Santiago de Cuba. El objetivo era apropiarse de armas para combatir a la dictadura de Fulgencio Batista. El levantamiento fue derrotado, Fidel encarcelado y varios de sus compañeros asesinados. Años después, Castro fue amnistiado y se dirigió a México, donde organizó una nueva expedición revolucionaria que lo llevaría al poder en 1959. Del fracaso del asalto al Moncada nació una fuerza política célebre hasta el día de hoy: el “M 26” (Movimiento 26 de Julio).
Volver, el sueño eterno del peronismo
Planteemos una tercera similitud: en este caso entre Perón y Ernesto Guevara “El Che”. Como dijimos, Perón nació en 1895, un 8 de octubre. Ese mismo día, setenta y dos años después, en 1967, Guevara fue capturado en la sierra boliviana donde intentaba exportar el proyecto revolucionario comunista. Con apoyo de los norteamericanos, el ejército boliviano ejecutó a Guevara al día siguiente. Enterado Perón de la noticia, desde su exilio forzado en Madrid, escribió que había muerto “uno de los nuestros, quizá el mejor”, destacando su conducta, sacrificio, renunciamiento y su fundamental aporte a los procesos revolucionarios en Latinoamérica.
Muere Engels, nace Perón, muere Eva, es derrotado Castro, nace Perón, es capturado y asesinado Guevara. Si damos crédito a la numerología estas son las únicas similitudes entre comunistas y peronistas. Todo lo demás es parte de la campaña sucia en la que no se discuten proyectos de país, no se debate cómo reducir la pobreza (¿es posible eliminarla?) que asola al 40% de los argentinos y argentinas, cómo se genera trabajo formal con salarios dignos, de qué modo desarrollamos la ciencia y la tecnología, cómo construimos un futuro para la juventud, etc. Las campañas sucias no aportan nada positivo para el país y solo procuran instalar miedos en el electorado. Quizás me equivoque, pero del miedo nada bueno puede construirse.