Unas 2,1 millones de personas viven sin agua potable en sus hogares y 1 de cada 4 escuelas primarias en todo el mundo carece de abastecimiento de agua segura, según cifras arrojadas por la ONU. Cuando hablamos de que la crisis del agua es un fenómeno global, debemos tomarnos un segundo para visualizar la cantidad de niños y niñas que todos los días pasan sed o consumen agua de fuentes no seguras alrededor del planeta. Son más de 700 niños menores de 5 años los que mueren a diario por diarrea, a causa de la falta de tratamiento del recurso, especialmente en las regiones más vulnerables del mundo.
El agua es un derecho y uno de los objetivos para el desarrollo sostenible que promueven la ONU invitando a construir una Agenda 2030 para un progreso ambientalmente responsable y socialmente igualitario. La escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial, en un planeta en el que menos del 1% del agua disponible es apta para consumo. El planeta se ve afectado por inundaciones, sequías y enfermedades relacionadas al agua, higiene y saneamiento. En ese sentido, debemos asumir que las respuestas que diseñemos para hacerle frente a este drama humanitario deben ser innovadoras, inteligentes y resilientes.
En mi experiencia personal como médico, hace tres años entendí podía causar un impacto mayor si destinaba mi energía a trabajar para mejorar este escenario, a la prevención.
En nuestro país, cerca del 17 % de la población no tiene acceso a agua segura, lo que implica que 7 millones de personas consumen agua directamente de pozos, ríos o arroyos sin ningún tipo de tratamiento. En mi experiencia personal como médico, hace tres años entendí podía causar un impacto mayor si destinaba mi energía a trabajar para mejorar este escenario, a la prevención. Me parecía importante encarar sin demora el valor que muchos países desarrollados han sabido transmitir a sus poblaciones sobre el agua y la necesidad de su cuidado. Creo que aquí estamos un poco demorados en el hábito cotidiano de optimizar el agua que utilizamos todos los días. Es que mientras que algunos de nosotros abrimos la canilla y llenamos un vaso de agua segura, hay personas (en especial, mujeres) que caminan kilómetros portando recipientes de agua para su familia.
Los sobrevivientes del tsunami ahora son víctimas del hambre y las enfermedades
El agua segura se encuentra en el centro del desarrollo de toda comunidad, de cada familia. Garantizar el derecho humano al agua es igualar en oportunidades a todos los niños y niñas del mundo, apostar al crecimiento de cada comunidad, proteger la salud de todas las personas y sembrar un mundo más inclusivo todos los días. En este 22 de marzo, reflexionemos juntos sobre el uso personal y colectivo que le damos a este recurso, especialmente sobre el valor que le damos y trabajemos en soluciones que proyecten un futuro más saludable e inclusivo, sabiendo que para hacer hoy el mañana que deseamos, debemos comprometernos a no dejar a nadie atrás.
* Médico M.N. 143.773. Fundador de Agua Segura. @nicowertheimer