Habitamos una nueva dimensión, no es que haya desaparecido la que conocíamos, sino que se ha expandido. Es la dimensión de la nube que paradójicamente transita por el fondo del mar. La de la virtualidad que nos atraviesa más allá de los dispositivos. A la que la academia y los medios oscilan al titular de la pasión al odio, de la confianza al temor. Tensan las miradas para ir desde ver en ese nuevo habitus una tabla salvadora hasta un salvavidas de plomo.
¿Acaso tener la información a un click de distancia nos garantiza el acceso al conocimiento? ¿qué herramientas necesitamos para formular las preguntas correctas y jerarquizar la validez de las fuentes a las que accedemos? ¿Cómo detectar y sortear las falsas noticias? ¿Existe una ciudadanía digital? Estas y muchas otras son cuestiones que desvelan o al menos deberían hacerlo, a una sociedad preocupada por la educación.
El historiador Yuval Harari sostiene en Homo Deus que mientras "En el pasado, la censura funcionó al bloquear el flujo de la información. En el siglo XXI, la censura funciona avasallando a la gente con información irrelevante. La gente, simplemente, no sabe a qué prestar atención, y a menudo pasa el tiempo investigando y debatiendo asuntos secundarios. En tiempos antiguos, tener poder significaba tener acceso a datos. Hoy en día, tener poder significa saber qué obviar. Así, de todo lo que ocurre en nuestro caótico mundo, ¿en qué deberíamos centrarnos?".
Por qué el borde de la red es clave para el funcionamiento del Internet
Desde funcionarios y docentes que prohíben el ingreso de celulares al aula a programas experimentales que encuentran en esos dispositivos la oportunidad de acceder a conocimientos significativos. No es tiempo de opuestos, más allá de las diferencias, los matices de esta relación imprescindible entre educación -comunicación- tecnología debe ocupar el centro de la escena para que el ejercicio de la ciudadanía sea una realidad en la vida de millones de seres humanos y sus comunidades.
Es cierto que la escuela no puede hacerse cargo de manera exclusiva de esta inmensa transformación cultural, social, económica, política. Pero también es cierto que debe repensarse y actuar con celeridad para formar a las nuevas generaciones en una versión más acorde a las necesidades actuales. El mercado, avanza a pasos agigantados, las políticas públicas se debaten entre intereses que no siempre son transparentes pero la escuela es la única institución que reúne a la mitad de la sociedad con el tiempo , el espacio, y el compromiso de construir ciudadanía a través de la educación.
Dice Carlos Scolari que "Una interfaz es una red de actores tecnológicos y humanos (individuales e institucionales) que mantienen relaciones y evolucionan. La escuela, la universidad y los partidos políticos son interfaces que están en crisis y deben ser rediseñadas". Hay muchos equipos docentes que adoptan como propio el desafío y no esperan respuestas dadas de los autodenominados expertos o de postergadas y erráticas políticas públicas. Es un tiempo sin certezas, que ofrece la oportunidad de crear, descubrir, cimentar nuevas formas de ser y aprender en un mundo que aspiramos sea más inclusivo y digno.
Los argentinos, entre los más conectados: el 68% está online
Casos como el de la secundaria rural mediada por TIC, que lleva adelante UNICEF Argentina, un modelo que busca garantizar el derecho de adolescentes que viven en parajes rurales dispersos, a acceder al nivel secundario y desarrollar nuevas competencias tecnológicas. En él, los estudiantes con netbooks y celulares se comunican con sus profesores, que les enseñan desde un centro urbano, a través de una plataforma educativa. O el caso de las universidades españolas, que aspiran a que la conectividad permita personalizar el aprendizaje para revertir las altas tasas de abandono. Son apenas dos ejemplos que hacen contrapunto con el de Sillicon Valley, California, donde muchos profesionales de tecnología optan para sus hijos por escuelas con pedagogía Waldorf en las cuales no hay lugar para pantallas ya que sostienen que llegan a perturbar el aprendizaje y "disminuir las experiencias físicas y emocionales". Como éstas, es posible identificar múltiples experiencias educativas, inclusive contradictorias entre ellas.
Si bien desde las Naciones Unidas se señala que, en un entorno saturado de información, es necesario identificar las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías para mejorar el nivel de vida de los pueblos y de sus ciudadanos, lo cierto es que es la escuela el lugar donde se construyen oportunidades para que cada niño, niña, adolescente, comprenda la importancia de saber preguntar y preguntarse, más allá del soporte, para que puedan construir entornos de vida dignos para ellos y sus comunidades.