La vida es absurda, nacemos para morir. Pero entre tantas injusticias que acechan, hay vidas atravesadas por la crueldad que hacen que resulte más absurdo el existir. Abigail Jiménez tenía 12 años, o tendrá, desde este domingo 31 de enero en el que murió, 12 años eternos, y lamentablemente simbólicos, para tomarla como ejemplo del absurdo de la vida y de la violencia del mundo.
La conocimos a través de un video, unas fotografías y algunas ilustraciones que en noviembre del 2020 hicieron viral su situación: su padre, Diego, la sostenía a upa, como si fuera una beba. Supimos que regresaban del Hospital de niños de Tucumán donde recibía su tratamiento contra el Sarcoma de Ewing -cáncer en las partes óseas y en el tejido blando- que padecía desde los 7 años. Pero la fuerza policial les impidió que ingresaran a Santiago del Estero donde vivían. ¿Por qué? No podían ingresar porque no tenían la documentación pertinente para pasar con el automóvil. Lo paradójico fue que a la ida no hubo inconvenientes, pero al regreso los demoraron en la “frontera” entre Tucumán y Santiago del Estero, como si se tratara de dos países en guerra. Para ingresar con el auto a la provincia necesitaban el permiso del comité de emergencia (COE) y como dijo Perón, si se quiere demorar un acto hay que crear una comisión. Pero esta acción fue sobre la salud de una niña que si bien no murió en ese momento, ese acto demostró lo absurdo y cruel que muchas veces es este mundo y quienes ostentan un poquito de poder.¿Cuánto tiempo se puede esperar? Como la autorización se demoraba, Diego, el padre, realizó un acto que lo definirá por siempre, no soportó más que su hija quedara allí varada, la cargó en brazos y cruzó el límite provincial caminando.
Caso Abigail | El derecho a la salud en la niñez
En la tragedia de Sófocles, Antígona entierra a su hermano Polinices aunque Creonte, el Rey, lo había prohibido. Entre el mandato de los Dioses y el edicto de Creonte, Antígona, la hija de Edipo, se juega por su deseo y decide darle sepultura a su hermano. Están las leyes divinas, las de los que manejan el poder, y está la ley del deseo. Diego, el padre de Abigail, como Antígona, avanzó, no se quedó detenido ante las leyes, los reglamentos abstractos y la burocracia del Estado, de la policía o de quien sea. Porque la vida está por encima de toda ley o capricho y una hija enferma no puede ni debe esperar. Entonces el padre asumió el desafío y los riesgos concomitantes y avanzó. Dos horas después la familia los recogió en la ruta.
Viral: el dibujo de Abigail en los brazos de su padre ingresando a Santiago del Estero
Abigail estaba débil. El tumor le impedía caminar. El padre fue sus piernas, no se quedó esperando los tiempos administrativos. Esperar es esperanza pasiva. Pero hay esperanzas activas, la de ir detrás de lo que deseamos. Diego empezó a caminar con sus hija en brazos. Quedarse podía significar la muerte, la que lamentablemente llegó, como siempre llega, dos meses después. El domingo por la noche Abigail falleció en su casa de Las Termas de Río Hondo, Santiago del Estero, rodeada del amor de su familia. Que su historia siga viva. Que el acto de su padre sea nuestro símbolo de lucha para que nada nos detenga cuando se trate de salvar la vida de un ser amado, salvo que la muerte, la única infranqueable, se imponga por la fuerza de su ley.