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Los padres de los rugbiers, los otros culpables

Los rugbiers que mataron a Fernando Baez Sosa se dedican desde la adolescencia a los ataques en manada como diversión. ¿Por qué los padres de estos jóvenes no hicieron nada para sacar a sus hijos de este raíd de violencia? ¿Qué responsabilidad tienen en este casos esos padres?

Rugbiers detenidos por el crimen de Fernando Báez Sosa
Rugbiers detenidos por el crimen de Fernando Báez Sosa | CEDOC

Raúl Guarino, el padre de Juan Guarino, uno de los rugbiers que, si bien está en libertad, sigue conectado en la causa por el asesinato de Fernando Báez Sosa, salió a defender a su hijo y responsabilizó a los medios por el manejo del caso que “nos destruyó”. Pero, ¿los padres de los diez implicados no tienen ninguna responsabilidad en la muerte de Fernando?

La edad de los rugbiers ronda los 20 años y los ataques en manada eran parte de la diversión de las salidas del grupo. Muchas denuncias sobre peleas de varios de ellos contra víctimas superadas en número (vaya concepto de valentía y coraje: sólo pegaban si eran muchos contra pocos) son anteriores a la muerte en Villa Gesell. Es decir, esta conducta ya venía desde su adolescencia, si tomamos la edad actual de estos jóvenes. Y esa forma de vida, donde los golpes contra otros chicos se festeja, no es innata: surge por lo que se aprendió en la familia. Quizás la escuela y el club donde hacían deportes tendrían alguna responsabilidad, pero la principal es de los padres. Ellos educaron así a sus hijos o, por lo menos, consintieron que actuaran de ese modo.

Como ejemplo vaya la denuncia de la madre de una de sus víctimas que terminó en el hospital, que dijo que había recibido la llamada de uno de los padres de los rugbiers “para arreglar” para que el tema de la golpiza no tomara mayor dimensión.

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También se ve que los padres de los miembros de esta pandilla actúan en tándem: de ahí que la defensa, que pagan los mismos padres y aceptan o promueven la estrategia, sea en conjunto de los 10 implicados. Si uno cree que su hijo es inocente y ve que algunos de grupo están muy implicados, lo primero que hace es salir de ese bloque monolítico para que su hijo no caiga en la misma bolsa. Pero estos padres siguen las mismas reglas que rigen las relaciones de sus hijos: la unión es más fuerte que la verdad.

Otro punto que revela la forma en que estos padres educaron a sus hijos está en el desprecio por la vida que mostraron los rugbiers. Lamerse la manos para sacarse la sangre, echarle la culpa a un tercero que no tenía nada que ver (esto refleja un odio sin límites a alguien porque sí), irse a comer hamburguesas como si nada cuando ya sabían que habían matado a Fernando, el “caducó” como si la persona fuera una cosa con fecha de vencimiento, la tranquilidad con la que se fueron a dormir, etc., etc., etc.

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Si los padres aducen que desconocían lo que hacían sus hijos, grave error por el total desinterés sobre la vida de estos jóvenes. Y si sabían, son cómplices por no hacer nada ante la violencia que los rugbiers venían ejerciendo de hace tiempo.

Los rugbiers son mayores de edad y tienen que responder cada uno por la muerte de Fernando. Pero sus padres también deberían responder, aunque sea ante sus propios hijos, porque no hicieron nada por evitar que tomaran a la violencia como una forma de vida (o de muerte, en este caso).