La Rioja se gobierna hoy sin visión, sin prensa libre, sin poder judicial autónomo ni actividad parlamentaria, con ingresos multi millonarios del gobierno nacional pero con déficit interno y deuda creciente. La Rioja hoy espanta al sector privado, no tiene capacidad productiva ni pretende tenerla, hay quienes entonces creen que el exdiputado Luis Beder Herrera había logrado un nivel de bienestar mínimo en la población que Ricardo Quintela no podrá generar por incapacidad política e intelectual. No exporta ni cumple con lo pautado con proveedores. Una coyuntura inimaginable veinte meses atrás.
Quienes frecuentan y conocen a Quintela aseguran que nunca pudo romper su visión de intendente, no pudo aggiornar la política local a la provincial, sus interlocutores están desgastados y los ministerios son una máquina de gastar dinero público sin dar explicaciones. Los responsables son diversos y responden a la lógica de la pesada herencia, en este caso, el propio ex gobernador Sergio Casas, quien no supo negociar su salida y entregó el Gobierno al entonces alicaído Quintela. También su mujer, Gabriela Pedrali, hoy al mando del ministerio de Desarrollo Social, el ministerio que más gasta según cifras oficiales y menos soluciones ofrece.
La Rioja: "Se vacunaron a familiares de funcionarios, hijos, novias y amantes"
El último escandalo riojano es la ruptura de la vicegobernadora, Florencia López, con el gobierno provincial por el intento de copamiento de la justicia. López es una mujer atractiva y de fuertes convicciones y ambición de gobernar la provincia en 2023, dicen quienes conversan con ella. De hecho, Quintela desconoce la fragilidad de su gestión a nivel tal que la propia Cristina Kirchner conversó con Luis Beder Herrera y este con Florencia López en reiteradas ocasiones las últimas semanas. Cristina pidió ordenar la provincia, Beder Herrera, hoy devenido en fuente de consulta de toda la dirigencia, desligó responsabilidades y cargó contra el exgobernador muy golpeado Sergio Casas, más conocido como Pilatos por su traición a la riojana.
Así entonces Quintela empezó el año con denuncias de corrupción (dicen que habría comprado el Hotel Naindo de la Capital, el café Joaquín, el local el Ciervo y otros lugares que la Justicia no investiga) y el vacunatorio VIP que nunca se esclareció. Después su jefe de Gabinete, Juan Luna difundiendo audios de WhatsApp donde aclaran que hay que “poner platita fuerte” en los medios de comunicación, y finalmente ahora la propia vicegobernadora dejando en claro que se pretenden adueñar de la actividad parlamentaria y judicial.
Así entonces, La Rioja aumenta su pobreza estructural alta, espanta el privado con planes sin financiamiento y Quintela forja un perfil antiguo de caudillo cansado con ambiciones de tercer período no pudiendo llegar aun a su primer plebiscito de gestión. Su odio por la prensa también aumentó desde llegado al poder, de hecho, era el propio Quintela quien suministraba información para destruir a Beder Herrera tiempo atrás al propio Diario Clarín y Canal 13. Hoy dice Quintela, Clarín infecta la vida de las personas.
La Rioja: medidas para proteger al turismo
“Queremos trabajar para la unidad”, dice Armando Molina a este periodista consultado por esta columna, alter ego de Quintela, con más poder dicen que el propio gobernador. Es el secretario de la Gobernación, quien le dice al gabinete que están solos contra el mundo haciendo una revolución que nadie ve en un lugar cada día más precario y abandonado.
Así las cosas, una de las provincias mas bellas del país, rebalsada de personas amables y trabajadoras, se encuentra cooptada por una clase dirigente prebendaria y chavista con ambiciones de eternidad, pero sin una sola idea que no sea aumentar el tamaño del estado y su gasto.
La salvación de la Rioja será entonces, quien logre convocar al privado, trabajar energías nuevas, dinamizar el rol estatal, promover la inclusión de jóvenes al PEA y lograr romper con la cultura del no trabajo. Solo así y respetando la división de poderes, la provincia salvará la ropa o será cada día más quintelista, más decadente.