OPINIóN
Propuesta de enseñanza

Pensar y hacer híbrido en educación

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Secuelas. La pandemia nos dejó una clarísima invitación a pensar otros modos de educación. | shutterstock

Una parte sustantiva del debate educativo actual es la práctica híbrida. Secuela de lo que la pandemia nos dejó, es una invitación a pensar en modos alternativos de educación. Hoy son muchas las instituciones que definen sus propuestas hacia otras más combinadas, para fortalecer las trayectorias y capturar experiencias enriquecedoras que vale la pena sostener en los próximos años.

En la literatura científica se define la educación híbrida como una combinación de modalidades (virtual/presencial), tiempos (sincrónicos y asincrónicos) y estrategias que apuntan a una integración de entornos tecnológicos y prácticas de enseñanza para la inclusión educativa.

En este sentido, el documento “¿Qué es el aprendizaje híbrido?”, del Banco Mundial, muestra algunos modelos y combinaciones en función del entrecruzamiento del tiempo, el espacio y el tipo de interacción que se despliega. Por ejemplo, un modelo puede ser “sincrónico y asincrónico, híbrido, bidireccional y de participación limitada” o “asincrónico, remoto, unidireccional y sin participación”, estas solo son algunas de las combinaciones posibles.

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Las adopciones de plataformas no implican por sí mismas la continuidad pedagógica ni la generación de propuestas híbridas, en tanto estas se sostienen desde el diseño didáctico con intencionalidad pedagógica.

Hay una fuerte preocupación didáctica: la generación de una propuesta de enseñanza debiera pensarse con las plataformas y no limitarse a lo que estas ofrecen. La pregunta por la educación híbrida no debe reducirse al uso de las plataformas ni a la dimensión temporal; tampoco a un único modelo didáctico basado en la clase invertida, que es lo que predominó en el nivel medio y superior del sistema educativo. Exige una mirada amplia para la construcción de modelos situados que respondan a una diversidad de necesidades diferenciadas.

Estudios recientes sobre el uso de aulas híbridas señalan que combinar el trabajo autónomo, en un entorno que posibilita el seguimiento, con experiencias que agregan valor a la presencialidad posibilita la construcción de modelos alternativos y más creativos basados en la exploración y el descubrimiento.

En un estudio realizado por Pardo Kuklinski y Cobo se plantean cuatro escenarios diferenciados sobre la educación híbrida.

El primero es el escenario no adaptado, donde se adecúa el método tradicional y se improvisan las decisiones. En este modelo se mantienen largas sesiones de videoconferencias, con breves mentorías individuales, y la evaluación persiste en un modelo clásico. Otro ejemplo es el escenario remoto urgente adaptado, que mantiene la centralidad de la transmisión de contenidos con poco margen de improvisación; breves sesiones de videoconferencias y de mentorías individuales; y una evaluación “clásica” por entrega de trabajos.

Por otro lado, está el remoto aspiracional, donde el docente es un diseñador de experiencias de aprendizaje y cobra más relevancia el grupo. En este caso, interactúan dos escenarios: el asíncrono y el síncrono, con videoconferencias breves para la exposición de ideas y sesiones más largas para el trabajo en equipo. Por último, el cuarto escenario es el híbrido aspiracional, con el foco puesto en la experiencia de aprendizaje y guiándose por lo que agrega un valor diferencial en el espacio físico y virtual. El docente toma decisiones en tiempo real en función de la evolución de la experiencia. En este caso, se reducen las clases teóricas sincrónicas y presenciales con bajo nivel de interacción y se intensifica la mentorización para un seguimiento integral de las trayectorias y la personalización de las experiencias.

La educación híbrida puede ponderar una mirada pedagógica que genere las condiciones para el desarrollo de propuestas experimentales, siendo incubadoras de innovación y transformación genuinas. Creemos en las combinaciones de formatos, lenguajes, estrategias didácticas, plataformas, equipos de trabajo cooperativos, que no se reduzcan binariamente a presencialidad y virtualidad o a la sincronía y a la asincronía.

En definitiva, que apuesten a lo múltiple, asumiendo que se enfrentan a un estudiante autónomo, inserto en una cultura rica y compleja, y que tiene las habilidades de producir a la par que realiza su formación.

*Directora de Experiencias Formativas de la Escuela de Innovación del ITBA.