En medio de la guerra entre Rusia y Ucrania, el precio del trigo subió fuertemente en el mercado de Chicago, y alcanzó un máximo en más de nueve años y medio.
Como dice esa gran economista Iris Speroni, Ucrania y Rusia, proveen gran parte del trigo del mundo, y sus principales compradores son los europeos. Hoy se abre una gigantesca oportunidad económica para Argentina.
Pero, al lado de esta oportunidad siempre hay un contrapeso de las malas políticas públicas para la cadena agroindustrial, que es la intervención al mercado argentino de trigo por parte del Gobierno.
Es muy grave que no se puedan poner de acuerdo los gobiernos argentinos, con toda la cadena de la producción; porque eso impide que aumentemos el volumen, y reemplacemos a Rusia y Ucrania (a pesar de que tenemos todo para hacerlo). Se intervino el mercado del trigo –y del maíz– a pedido de algunos integrantes de la cadena, sin intentar tratar de seguir debatiendo alternativas y propuestas, de cada uno de los sectores.
Entre unos (que parecen buscar siempre ventajas parciales), con buena sintonía y negociación con los gobiernos, y otros, que se se retiraron del Consejo Agroindustrial como si eso fuera una contribución a la solución, seguimos a la deriva en políticas públicas.
En estos días se habla de un “fideicomiso cerealero” que suma rechazos en todo el espectro de la cadena agroindustrial. El ministro de Agricultura Julián Domínguez dijo que el nuevo fideicomiso “es el mal menor”. Siempre he tratado de acercar posiciones, de evitar la grieta, pero se debe hablar con quienes saben sobre la cadena productiva.
Esa mediación del ministro de Agricultura ante la Secretaria de Comercio tiene un mal final: la nueva herramienta no solucionará el problema de la inflación en alimentos.Con lo cual, ante las circunstancias actuales, no aumentamos la producción, ni la exportación, ni solucionamos la comida de los argentinos. Tenemos otra oportunidad, como dice el dicho: “sembrando trigo podemos recoger pan”. Podemos ganar dinero, lograr divisas, que baje el precio de los alimentos, y que haya pan para todos.
Para ello necesitamos políticas de Estado, y todos deben sentarse a la mesa, ¡y en especial, deben escucharse!
*Productor agropecuario y ex diputado nacional.