Alberto Fernández ha renunciado a competir por su reelección. Lo hace después que en los últimos meses, su intención de alcanzar un nuevo mandato que precipitara una confrontación con el kirchnerismo que había eludido.
El Presidente se mantuvo firme frente a los partidarios de la vicepresidenta, frente a su iniciativa de suspender las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) que se realizarán en agosto. Fernández mostró así una firmeza que no había mostrado antes.
Pero al mismo tiempo, se fue generando una alianza entre Cristina Kirchner y el ministro de Economía Sergio Massa, que coincidía en la crítica hacia la Casa Rosada. En los días previos a la renuncia las tensiones fueron en aumento y el ministro acusó al Presidente de poner en marcha “operaciones” para precipitar deliberadamente su salida del gabinete.
Los “mercados” mostraron su alianza con Massa, expresándola con incertidumbre, aumento del dólar blue y del riesgo-país. En la opción Fernández-Massa, optaron por el segundo, buscando reforzar su rol como “primer ministro fáctico”.
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Pero la renuncia del Presidente a competir en la elección presidencial de 2023 ha sido, además, precipitada por la dinámica interna del Frente de Todos.
Probablemente contemplaba hacerlo más cerca del 24 de junio, fecha en la cual vence el plazo para presentar candidaturas para las PASO. Lo hace casi un mes después de que lo hiciera Mauricio Macri. En el caso de éste último, no parece clara todavía la causa que lo llevó a anticipar una decisión que en los hechos, terminó diluyendo su liderazgo.
Pero en el caso de Alberto Fernández, la circunstancia es clara: la reunión del Consejo del PJ convocada para la tarde de este viernes. En este ámbito, el Presidente –quien también preside el PJ nacional– se encuentra claramente en minoría frente al kirchnerismo. Éste, a su vez, había anticipado que iba a promover una discusión sobre la estrategia general del Gobierno.
Probablemente, el Presidente quiso eludir esta situación, que probablemente hubiera mostrado su debilidad política, aumentando la incertidumbre sobre la economía, que su foto con el ministro de Economía, Sergio Massa, no alcanza a disipar.
No será fácil la situación del Presidente de ahora en más. Por un lado, su candidatura como causa del conflicto con el kirchnerismo queda resuelto. Pero por el otro, su fortaleza para mantener la gobernabilidad en una situación compleja se debilita.
El problema es que faltan seis meses para la elección presidencial y un centenar de días hasta las PASO. Es mucho tiempo para la compleja situación económica, la tensión social creciente y las definiciones electorales pendientes en los dos espacios políticos principales, mientras que el crecimiento de Javier Milei genera preocupación dentro y fuera del país.
La experiencia muestra que en Argentina, la combinación entre procesos electorales y crisis económica es peligrosa.
El porqué de las crisis recurrentes de la Argentina
En 1989, la crisis se precipitó en febrero, cuando la elección presidencial estaba convocada para mayo. El gobierno de Alfonsín creía que, ante el temor que la llegada de Menem al poder generaba en la Casa Blanca y Wall Street, no se interrumpiría el financiamiento que necesitaba el gobierno para llegar a la elección con la economía bajo control. Pero no fue así, y el oficialismo llegó a la elección habiendo perdido el control de la inflación y el tipo de cambio. En el contexto de hiperinflación, el Presidente entregó el poder cinco meses antes.
Doce años más tarde en 2001, frente a una elección legislativa, apostaba a que el gobierno estadounidense mantendría el flujo de fondos del “blindaje financiero” negociado a fines del año anterior. La elección era en octubre y el financiamiento se interrumpió el mes antes. Se produjo la derrota electoral y la subsiguiente crisis que derivó en la renuncia del presidente Fernando de la Rúa, a mitad del mandato.
El tercer caso fue en 2019, año en el cual el presidente Mauricio Macri se presentaba a la reelección. La incertidumbre económica comienza desde los primeros meses de 2018. El gobierno primero busca contenerla recurriendo al financiamiento externo, lo que no resulta suficiente. A medida que se acercaba la elección, el precio del dólar y el riesgo-país, –como sucede ahora–, a una situación de descontrol, que ponían al país al borde del default. Fue la decisión de Trump a través de un crédito excepcional del FMI de 44 mil millones de dólares lo que permitió a Macri terminar el mandato en fecha, pero no fue suficiente para ganar la elección.
La historia no se repite mecánicamente, pero recordarla puede ser útil para evitar errores.
*Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.