El 10 de junio es el Día Nacional de la Seguridad Vial, una fecha que no puede pasar como una más dentro del calendario. Por el contrario, debe llamarnos a una profunda reflexión. El por qué es alarmante: los accidentes viales en la Argentina son la principal causa de muerte en jóvenes menores de 35 años. En términos generales y según el último informe de siniestralidad vial fatal, datos preliminares con información en el lugar del hecho (febrero 2023), elaborado por el Observatorio Vial de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), durante el 2022, en Argentina se registraron 3415 siniestros que generaron la muerte de 3828 víctimas. Este tipo de hechos, en su mayoría, decesos que podrían haberse evitado.
Por su parte, cada año, en el mundo, muere una persona cada 24 segundos por un siniestro de tráfico, que ocasiona 1,35 millones de víctimas mortales al año y es la principal causa de fallecimiento de niños y jóvenes entre 15 a 29 años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Las motos lideran el ranking de las muertes por accidentes de tránsito
¿Qué podemos hacer a nivel local? Incorporar nuevas formas de fiscalización y control a través de los avances tecnológicos, debatir y poner en marcha una legislación de tránsito integral más rigurosa y endurecer las penas a los infractores son apenas algunas de las acciones recomendables para disminuir riesgos y reducir la tasa de accidentes. No obstante, hay una tarea principal e insoslayable: la educación y concientización vial.
Estos ejes deben articularse como una política de Estado para recortar drásticamente las prácticas perjudiciales que conllevan altos costos: desde ya, de pérdidas humanas, pero también materiales y otros efectos derivados como la sobrecarga del sistema de salud público y privado.
Sin embargo, la educación y concientización vial debe ser un horizonte que nos movilice a todos: como sujetos, como familia, en las escuelas y en colaboración con fundaciones y ONGs, el mundo corporativo y los sindicatos, los gobiernos municipales, provinciales y nacionales como así también en la articulación con los diversos entes multilaterales intervinientes.
Seguridad Vial: educación y conciencia
Asimismo, debemos concientizar de que las reglamentaciones no son una forma de autoritarismo. Por el contrario, acatarlas supone un compromiso con el otro y con uno mismo. Respetar las señales de tránsito, usar el casco, no exceder las velocidades permitidas, el respeto de las normas por parte de ciclistas -y también de los peatones-, entre otras conductas, son medidas que salvan vidas. El conductor no queda exento en cuanto a la responsabilidad de los aspectos técnicos de sus vehículos: el buen funcionamiento (y uso) del cinturón de seguridad, de las luces, la utilización de los sistemas de retención infantil, el cuidado de los neumáticos son solo algunos ejemplos.
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No obstante, no todo va a parar a la cuenta del debe porque, sin dudas, se han dado grandes pasos en los últimos tiempos. En ese sentido, se destaca la sanción a principios de año de la ley de Alcohol Cero al Volante, un ejemplo de trabajo mancomunado entre la Agencia Nacional de Seguridad Vial, el Ministerio de Salud de la Nación, la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar) y asociaciones de familiares de víctimas de tránsito.
Queda mucho por hacer. En ese sentido es que sólo una acción multidimensional y persistente, llevada a cabo desde diversos ángulos y por todos los actores involucrados derivará en soluciones eficientes y perdurables en el tiempo.
*Funcionario del sector de seguros