OPINIóN
Medio Ambiente

Sustentabilidad y humedales: un tópico actual pero un problema pasado

Argentina posee más de 600.000 km2 de humedales, el equivalente, por ejemplo, a dos veces la superficie de Italia. El riesgo de estos ecosistemas fundamentales y la necesidad de reglamentar.

Humedales
Humedales, una deuda pendiente. | Pixabay

Argentina posee más de 600.000 km2 de humedales, el equivalente, por ejemplo, a dos veces la superficie de Italia. Estos ecosistemas se caracterizan por su alta y compleja diversidad biológica, la provisión de bienes, servicios y funciones ecosistémicas.

Desde el año 2013 se han presentado distintos proyectos de ley en torno a la conservación, protección y uso sostenible de los humedales a nivel nacional. Recientemente, la Provincia de Misiones aprobó la primera Ley de Humedales que establece los lineamientos para la preservación, conservación, defensa y desarrollo de estos complejos ecosistemas. 

La expansión de la frontera agropecuaria ha impuesto una presión extra sobre estos ecosistemas ya afectados por procesos de urbanización. En la actualidad, los humedales se encuentran perjudicados por el desarrollo de actividades antrópicas, tales como la agricultura, ganadería, desarrollos turísticos y complejos habitacionales, los cuales modifican su extensión y función original.

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Si vemos humo, hay fuego

En particular, en el humedal del Delta e Islas del Paraná Sur, se produjo una importante transformación asociada a la forestación con salicáceas y la ganadería de tipo permanente y de alta carga, con una introducción de búfalos de la India. Principalmente, esto ocurrió por la diversificación de la producción. Es decir, que si la exportación de búfalos de la India por alguna circunstancia no termina siendo del todo rentable, puede ser compensada con la forestación.  

Los cambios en las modalidades ganaderas están asociados al desarrollo de una importante infraestructura, orientada principalmente al manejo del agua y a la accesibilidad (canales, terraplenes y diques, entre otros) que cambian drásticamente el régimen hidrológico, resultando en una modificación de dominio de estos ecosistemas hacia otros de tipo más terrestre.

El aumento en la producción ganadera y la modalidad de explotación intensiva contribuyen a la generación de focos de enfermedades asociadas al hacinamiento. El amontonamiento en las condiciones de vida de los animales genera patologías vinculadas a los parásitos que debilitan el peso del animal y provocan pérdidas económicas.

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Mientras que las infecciones con protozoarios (tipo de parasito) son importantes en algunos sectores de la industria ganadera, la mayor parte de las pérdidas económicas se deben a nematodos helmintos (especie de gusanos) y a artrópodos, responsables de un gran número de enfermedades cuyo control a nivel mundial, demanda miles de millones de dólares anuales. Es por lo que el uso de productos veterinarios vinculados a la salud animal, como antibióticos y antiparasitarios, es una práctica aceptada y regulada a nivel internacional.

La Ivermectina (IVM) es un fármaco ampliamente utilizado para el control de endo- y ectoparásitos gastrointestinales en producción ganadera tanto vacuna como bubalina. Se caracteriza por un corto periodo de retención y asimilación parcial y tras su administración, entre el 62 y el 98% del compuesto aplicado puede ser liberado al ambiente mediante las excretas del animal sin metabolizarse.

Debido a su baja solubilidad en agua y baja foto-degradabilidad, su tiempo medio de vida en el ambiente varía entre los 27 y 217 días (según condiciones ambientales). Además, su capacidad de asociarse fuertemente a la materia orgánica y las partículas del suelo contribuyen a su larga permanencia. 

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Si bien existen protocolos responsables de desparasitación, su uso indiscriminado y el contacto directo con ecosistemas asociados a períodos de inundación y sequía han planteado preocupaciones en torno a su posible riesgo tóxico. La IVM afecta a los microorganismos descomponedores inhibiendo procesos de degradación de la materia orgánica. Estudios indican efectos neurotóxicos en anfibios y pérdida de biodiversidad de la materia orgánica y el suelo, disminuyendo su degradación y por tanto dejando parches de paisaje exentos de vegetación.

De todas formas, las interacciones entre plantas y productos farmacéuticos humanos y veterinarios han estado bajo investigación durante varios años. Numerosas especies vegetales han demostrado ser eficaces para remover contaminantes del suelo y agua, mediante un proceso conocido como “fitorremediación”.

La optimización de este proceso natural como técnica biotecnológica es un área de estudio prometedora, dado que la fitorremediación es una práctica considerada de bajo costo y amigable con el ambiente, en consonancia con la intención de avanzar en la promulgación del Proyecto de Ley de Humedales.

*Judith Lacava, becaria doctoral UADE – CONICET.