El Presidente Alberto Fernández presentó como uno de los hitos de su gira, la incorporación de la Argentina a la Ruta de la Seda, uno de los acuerdos comerciales de alcance regional más grandes del mundo desde el Acuerdo Transpacífico.
Presentado en el año 2013 por el actual presidente de China, Xi Jinping, el acuerdo abarca en la actualidad a 145 países, incluyendo a Italia y Portugal en Europa, o Chile, Perú y Uruguay en la región sudamericana.
La Argentina es hasta ahora, el primer miembro con una economía de renta media que se suscribe al acuerdo de la región. Teniendo en cuenta las dimensiones de las economías de México y Brasil, la incorporación de la Argentina resulta como un hecho geopolítico no menor, revelando las intenciones de Pekín de pisar fuerte en la región.
Comercio e inversiones chinas: Argentina firmó la incorporación a la 'Ruta de la Seda'
Previamente, hemos visto la voluntad de expansionista del gigante asiático cuando solicitó en 2021 la incorporación en el Acuerdo Transpacífico (TPP), dejando en claro que, tras la incorporación de Argentina a la ruta de la seda, nos encontramos en una región disputada a nivel comercial.
Sin embargo, más allá de la retórica oriente-occidente, se puede también hablar de cierta tibieza por parte de Washington frente al avance asiático. Fue en el año 2006 el último intento serio dela potencia norteamericana para avanzar en un acuerdo de integración económica en la región. Tras el rechazo del mismo, y la salida del TPP, la Casa Blanca no ha presentado ninguna propuesta capaz de tentar a los países de la región, y que logre hacerlos ignorar los cantos de sirenas provenientes de Pekín. La retirada por parte de Donald Trump del TPP, solo empujó a los países que lo conformaban como Chile y Perú a la esfera de influencia de Xi Jinping.
Asimismo, los acuerdos entre el Mercosur y la Unión Europea tampoco han resultado auspiciosos. A pesar de los grandes anuncios, los avances quedaron truncos debido a la resistencia Francesa, oficialmente por los desmontes en el Amazonas, en los hechos para proteger a su sector agrícola.
La inacción de las potencias occidentales ha llevado a los países de América del Sur a una gradual integración comercial con China. En los casos más leves como el de Uruguay o Chile, se ha tratado de simples acuerdos comerciales y de transferencia tecnológica. En casos mas extremos como el de Venezuela, Pekín es el actor protagónico en la economía del país petrolero.
Rusia, China y los derrapes de Alberto Fernández
Los estados son actores racionales que buscan maximizar sus beneficios, en un contexto de un mundo que gradualmente se va volviendo cada vez mas bipolar, la firma de estos acuerdos tiene sus costos y beneficios en lo diplomático y en lo comercial.
Uno de los grandes perjudicados de este juego regional de alianzas es el vecino Brasil, cuyo Presidente se encuentra aislado de Europa debido a cruces diplomáticos relacionados a cuestiones climáticas, y caído en desgracia de su histórico aliado del norte, cuya administración no quiere saber nada con dirigentes que huelan a Donald Trump.
Jair Bolsonaro, ha buscado salir de esta situación haciendo una gira por Europa del Este, fotografiándose con lideres autocráticos como Víctor Orban o Vladimir Putin. Esta gira se enmarca en su visión de una “guerra cultural” al ser países de la Ultra-derecha europea, pero no sacan a Brasil de su estancamiento, ni trae acuerdos comerciales que lo saquen del aislamiento comercial.
Uno de los mayores temores que manifiestan los críticos al acuerdo de la Ruta de la Seda, es al riesgo que enfrentan las democracias de los países que se acercan a Pekín, poniendo como ejemplo los casos de Hong Kong o Taiwán. Sin embargo, no vemos esa beligerancia en países como Chile, Italia o Uruguay, cuyas instituciones democráticas no se han visto amenazadas por el gigante asiático.
Es decir, podemos concluir que China está avanzando decididamente en acuerdos comerciales en la región, y que para la Argentina es una buen noticia, sobre todo debido a los escasos acuerdos comerciales firmados y puestos es vigor en los últimos años. Asimismo, la complementariedad entre ambas economías puede implicar una ventaja comparativa para la Argentina en la región. Siempre y cuando obviamente, los acuerdos se pongan en vigor, y nuestro país no deje pasar esta oportunidad.
* Tobías Belgrano. Lic. Ciencias Políticas (UCA) y Maestría en Gobierno (UBA). Profesor de Gobierno y Administración de la República Argentina (UCA).