OPINIóN
Análisis

Todos los argentinos somos iguales, pero algunos son más iguales que otros

Los fieles seguirán diciendo que se trató de un error puntual, de un caso aislado, pero como decía antes: todos sabemos que, en realidad, no.

Ginés González García 20200727
Ginés González García | Cedoc Perfil

Vamos a decir una cosa antes que nada. Acá no estamos ante ninguna crisis moral. No hay nada que nos haya tomado por sorpresa. Todos sabíamos lo que estaba pasando y, si no lo sabíamos, al menos lo imaginábamos. Hasta hubo algún personaje que aseguró que le habían ofrecido la vacuna por izquierda, y a nadie se le ocurrió entonces indagar un poco más. Todos sospechamos que esas son las cosas que pasan en el trasfondo de la política. Que alguien se queda con algo prestado  o con algún suministro esencial. Que algunos van a recibir las vacunas antes que otros.

Entonces, seamos sinceros. La verdad que a nadie sorprende el hecho de que amigos, parientes y militantes en general hayan recibido vacunas que no les correspondían, mientras que adultos mayores y personal de salud siguen esperando la suya. Es nada más que el último en una serie ya larga de escándalos para este gobierno.y lamentablemente los que nos antecedieron  Y para Ginés, en particular, es el papelón final, que viene a coronar una carrera con pocas luces, nunca  fue un "gran" sanitarista, como se lo quiere vender. Solo fue un médico que tuvo oportunidades y mucha militancia peronista, además de mucha suerte, pero mediocre sin duda alguna. En su trayectoria, nunca publicó nada relevante ni dejó legados significativos.

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Lo que hoy algunos funcionarios ven es una operación política demasiado obvia. El blanco, por supuesto, no es Ginés, que ya estaba en el camino de vuelta en varios sentidos, sino Alberto. ¨tiene el sello de calidad ejecutado por el mismísimo Horacio Verbitsky, y abiertamente. Ni siquiera ahora, que tiene casi ochenta años y califica legítimamente para una vacuna, podríamos decir que “el Perro” es un personaje inocente.

Si fuera en efecto una maniobra para socavar a Alberto, el problema es que también puede terminar llevándose puesto a todo el peronismo. Eso intranquiliza y desmoraliza a militantes peronistas, serios, honestos y trabajadores,  que temen que el escándalo destruya no ya al gobierno sino al partido y a una tradición política.

Por esta razón, en el peronismo se viven momentos de desconcierto. Sabemos que para que los acompañe el éxito electoral, deben mantenerse unidos y sin fisuras. Ya sabemos por el pasado que la provincia es determinante en la elección. Esta semana empezaron a escucharse voces, por ejemplo del ex intendente Ariel Franetovich, contra las vacunas VIP. El político manifestó que el gobierno tiene sus ministerios “desordenados” y también le hizo un guiño a Randazzo. 

El ex Ministro todavía no alza la voz, pero son muchos los que se entusiasman pensando su retorno a la política. Podría ser una reincorporación simbólica, porque Randazzo quedó identificado como un “hacedor”, un ministro eficiente donde la eficiencia era lo que faltaba. Aunque puede ser que se necesite todavía más. El escándalo de las vacunas ha tenido  consecuencias expansivas. En otros contextos, la reacción podría ser de indignación y rápido olvido. Pero esta vez parece que también hay algo más, que la bronca de la sociedad se parece cada vez más a una olla a presión. Y el peronismo está perdiendo cualquier resto de superioridad moral que pudiera quedarle.

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Estuve pensando mucho en la frase de aquel libro de Orwell, Rebelión en la granja, en la que un grupo de animales hace una revolución contra su dueño y toma control de su granja. Quieren construir una sociedad sin privilegios, y para eso escriben una serie de reglas. La primera dice: Todos los animales son iguales. Sin embargo, en esta revolución hay líderes, los cerdos, que son los más inteligentes. Poco a poco, los cerdos empiezan a disfrutar de más privilegios y de menos obligaciones. Un día, la regla aparece reescrita: Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros. Así terminan muchas revoluciones, y el peronismo no es una excepción.

Los fieles seguirán diciendo que se trató de un error puntual, de un caso aislado, pero como decía antes: todos sabemos que, en realidad, no. El peronismo hace tiempo que se convirtió en una oligarquía popular (si se puede usar ese oxímoron). Es decir, un grupo de individuos y familias privilegiados, que basan sus privilegios en un discurso centrado en lo nacional y popular. En nombre de eso, y de una supuesta realpolitik, se permiten hacer lo que quieran, y justifican cualquier tipo de acciones. ¿Abusos a los derechos humanos en Formosa? ¿Una alta funcionaria que usa planes sociales como moneda de cambio? ¿Vacunatorios VIP? Nada importa si, de última, se hace todo para el pueblo. Excepto que, al pueblo, los beneficios nunca terminan de llegarle.

Esto es lo que todos sabemos desde la indignación más pura. Si nos equivocamos, acá, depende del peronismo demostrar que las cosas no son así.

La vida es linda, lo malo es que muchos confunden linda con fácil (Mafalda)