OPINIóN
Relaciones internacionales

Fractura y descoordinación de los países latinoamericanos

Cómo Estados Unidos se aleja de temas importantes para América Latina. Es necesario volver al diálogo y consensos básicos.

Luis Almagro 11012019
Luis Almagro | Perfil

En 1823 el 5° presidente de los Estados Unidos, James Monroe, pronunció un discurso frente al Congreso que quedaría en la historia. Al menos para aquellos que se dedican a estudiar las relaciones internacionales y la política exterior de los Estados Unidos.

De su discurso trascendería la frase redactada por el Secretario de Estado, John Quincy Adams: “América para los americanos”. La misma estaba destinada a preservar el continente americano de posibles intervenciones de las potencias europeas en su etapa post napoleónica. Posteriormente, también se volvería elemental para comprender la política exterior de Washington frente al espacio hemisférico, reflejando  únicamente un eufemismo para sus propias intervenciones, enmarcadas en su consolidación como una potencia de pretensiones continentales y luego globales.

Los distintos versiones a esta doctrina llevan los nombres de los mandatarios estadounidenses, pasando desde el Big Stick o política del garrote de Theodore Roosevelt a la política de la buena vecindad del otro Roosevelt, Franklin Delano, entre otros casos. Actualmente, el corolario Trump puede evidenciarse en dos indicadores claros de la actual postura norteamericana en la región en el marco de sus disputas con China: la reelección de Luis Almagro al frente de la   Organización de Estados Americanos y las próximas elecciones por la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

En marzo se llevó a cabo la sesión de la Asamblea General de la OEA, organización de carácter hemisférico creada en 1945, en la que se reeligió como Secretario General al uruguayo Luis Almagro. Recordemos que durante su gestión se ha encontrado en el centro de las miradas y las críticas por parte de algunos de sus integrantes (Cuba es integrante pero no participa desde 1962) en el marco de la realización de sus consejos permanentes. Almagro ha utilizado la OEA y su posición en la organización para hacer de la situación venezolana –un tema polarizante para los países latinoamericanos- la punta de lanza de su gestión. Incluso, en septiembre de 2019 instó a la activación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), un acuerdo firmado en 1947 y del cual la OEA es depositaria, para la defensa de la democracia en Venezuela.

Actualmente, el corolario Trump puede evidenciarse en la reelección de Luis Almagro al frente de la Organización de Estados Americanos y las próximas elecciones por la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)

También respaldó a Lenin Moreno en octubre de 2019, en medio de la ola de protestas y la fuerte represión que sacudía a Ecuador, cuando la OEA mediante una declaración se refirió a las movilizaciones como “actos vandálicos”. Considerando también estas acciones como parte de su llamativa tesis de las “brisas bolivarianas" inspiradas por Cuba y Venezuela.

Asimismo, participó en el golpe de Estado en Bolivia posterior a las elecciones de octubre en la cual se desempeñaron veedores electorales de la OEA. Tanto las manifestación de Walter Mebane de la Universidad de Michigan como el informe publicado por el diario The Washington Post sobre las elecciones en el país sudamericano por dos investigadores del MIT Data Election Science Lab en el que afirman que no se presentan pruebas de un fraude sistemático y generalizado en la elección presidencial, pusieron en tela de juicio la clara postura política adoptada por la OEA en su análisis del proceso electoral.

En enero del 2020, Almagro se reunió con el presidente chileno, Sebastián Piñera, donde apoyó las medidas tomadas por este para defender los derechos humanos y el orden público. Ello, luego de que apenas en diciembre del año pasado la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitiera un comunicado en el cual condenaba el uso excesivo de la fuerza en el contexto de las protestas sociales y declaraba su preocupación el alto número de denuncias de violaciones a los derechos humanos y traumas oculares. Entonces, ¿en nombre de quién hablaba Almagro?

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Su reelección fue respaldada fuertemente por los Estados Unidos, a través de su Secretario de Estado Mike Pompeo, quien lo consideró el “guardián sin miedo frente a los regímenes autoritarios” en el marco de una gira en la cual se reunió con el primer ministro jamaiquino, Andrew Holness en Kingston, junto a representantes de Belice, Bahamas, Haití, San Cristóbal y Nieves, República Dominicana y Santa Lucía para dividir la posición de la Comunidad del Caribe en vísperas de la votación.  

Una situación similar se repite actualmente en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), otra institución, en este caso financiera, de carácter hemisférica creada en 1960. Para el cual, Trump propone como nuevo Presidente al asesor de asuntos hemisféricos de la Casa Blanca, Mauricio Claver-Carone. En una vulneración de la norma no escrita por la cual el Banco siempre debía estar presidido por un latinoamericano, como sucedió desde su creación con el chileno Felipe Herrera, quien se encargaba de remarcar las críticas que generaba un banco “manejado por los deudores”.

Pero en el organismo financiero los votos son ponderados, cada país miembro (de un total de 48) representa un porcentaje, por lo que el quorum se logra mediante la reunión de dos tercios de los votos ponderados en la asamblea. Estados Unidos contaría con el apoyo clave de Brasil, así como de Colombia, Paraguay y Uruguay, entre otros. Mientras, Argentina intenta negociar la candidatura de Gustavo Béliz, quien presidió el Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL). Asimismo, la Unión Europea (14 de sus integrantes son países miembros no prestatarios), mediante su alto representante para la Política Exterior y Seguridad Común, Josep Borrell, expresó el deseo de posponer las elecciones hasta marzo, es decir, luego de las elecciones presidenciales que tendrán lugar en Noviembre en Estados Unidos, apostando a un posible reemplazo de la administración republicana. 

Estados Unidos contaría con el apoyo clave de Brasil, así como de Colombia, Paraguay y Uruguay, entre otros. Mientras, Argentina intenta negociar la candidatura de Gustavo Béliz

Pero para la administración Trump la norma no escrita parece no tener valor. Su orientación guarda un enfoque netamente realista en términos de poder: Estados Unidos tiene el capital, Estados Unidos impone su candidato. Especialmente como forma de preservar el espacio hemisférico frente a la actual bipolaridad chino-estadounidense.

En ese sentido, es válido recordar que China es parte del BID desde el año 2009 cuando se convirtió en el 48° y último país miembro. Y que la reunión anual de las Asambleas de Gobernadores se llevaría a cabo en Chengdu en 2019, algo que finalmente no sucedió por los desacuerdos geopolíticos ocasionados por la situación en Venezuela a la cual hicimos mención en referencia a la gestión de Almagro. Sin embargo, la creciente presencia china consolidada en las últimas dos décadas desafía la cohabitación hegemónica de los Estados Unidos en la región. Una presencia ejemplificada no solamente en la iniciativa de la Franja y la Ruta sino también justamente en la presencia de distintas entidades financieras como ICBC, Eximbank, Bank of China y China Development Bank, entre otros.

Si bien la OEA y el BID han sido insignias de los Estados Unidos en la Guerra Fría, las situaciones descriptas en ambas remarcan, en palabras del historiador Leandro Morgenfeld, la declinación relativa de Estados Unidos y cómo esta resulta generadora de una mayor agresividad sobre su “patio trasero”. La postura estadounidense refleja un camino regresivo, alejando a estas instituciones aún más de la agenda y los temas estratégicos que afectan a la realidad de América latina.

Si Brasil, México y Argentina tuvieran una posición coordinada en el BID podrían contrapesar la posición estadounidense para designar a un nuevo presidente

Si Brasil, México y Argentina tuvieran una posición coordinada en el BID podrían contrapesar la posición estadounidense para designar a un nuevo presidente. Ello intenta enmarcarse hoy en la triada entre Argentina, México y la UE. Lo cual vislumbra la enorme fractura y descoordinación de los países latinoamericanos que incluso por cuestiones ideológicas han dejado paralizadas también otras instancias de coordinación política estratégica como la Celac y la Unasur. Una región diversa que necesita diálogo, consensos básicos y posiciones comunes y que verá todavía más acotado su margen de maniobra en medio de la bipolaridad.

*Docente de las carreras de Relaciones Internacionales y Ciencia Política en la Universidad del Salvador.