OPINIóN
Elecciones 2019

Traducciones electorales

Un triunfo con gusto a poco pero un pedido de la sociedad de un cambio en materia de política económica.

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El presidente Mauricio Macri cerró este 24 de octubre la campaña por su reelección en una nueva marcha del "Sí, se puede" en la ciudad de Córdoba, acompañado por Miguel Ángel Pichetto. | NA

Primero lo central: la Argentina tiene nuevo presidente electo: Alberto Ángel Fernández. Es un político, abogado y profesor de derecho penal y civil argentino, como dice su biografía en Wikipedia. Y obviamente reemplaza en el cargo a Mauricio Macri, finalizando una era e iniciando otra.

Ahora, se debe leer la letra chica del contrato que le extendió la ciudadanía al nuevo presidente. Una letra chica que tiene aún algunas partes borrosas y que serán más visibles con el trascurrir del tiempo. Para algunos el triunfo de Alberto Fernández tiene gusto a poco, las expectativas generadas los últimos días esperaban replica, cuando no aumentar la distancia de las PASO. Desde las primarias hasta mediados de septiembre el gobierno parecía no dar pie con bola y en cambio a Fernández se lo observaba trascurrir con pelota dominada. A partir del 19 de septiembre Macri parece dar un salto al vacío iniciando su tour por 30 ciudades, completamente por fuera de su corta tradición política, pero tradición al fin. Que comenzara por Barrancas de Belgrano (un lugar visualizado como “cheto”) dio lugar a miles de bromas en las redes sociales, pero los seguidores de Macri no lo defraudaron.  Se convirtió en una especie de rockstar, un candidato opositor a su propio gobierno, prometiendo borrón y cuenta nueva, planteando promesas de dudoso cumplimiento y sobre mostrándose como la última barrera antes del retorno del peronismo-kirchnerismo.

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Alberto Fernández adoptó casi, por el contrario, una actitud adusta, preocupado por las condiciones del país en que tendría que tomar seguramente el gobierno. Se trataba de armar equipos, de dialogar con diversos sectores, y tener una agenda lista para poner en marcha ni bien asumiera. Esto obviamente lo alejó de la campaña, que se consideró prácticamente finalizada, por ejemplo, el acto del 17 de octubre en La Pampa fue completamente de consumo interno. Le dejó en esa instancia la iniciativa a Macri que cumplió con su plan movilizando adherentes en diversos puntos del país, con especial mención del acto en la 9 de julio de la Capital y en Córdoba, ambos actos multitudinarios.

 La intención explícita del macrismo era llevar a dos millones de personas a votar por encima de las PASO. Sólo lograría movilizar a menos 470 mil, pero sí logró dos objetivos casi parecían casi azarosos, 1 - capturar gran parte del voto blanco e impugnado, que baja de 1.200.000 en las primarias a poco más de 430 mil votos en las generales. 2 – lograr el traspaso de votantes de otras fuerzas políticas: Consenso Federal de Lavagna pierde unos 500 mil votos, Frente NOS de Gómez Centurión 150 mil y Unite de José Luis Espert unos 130 mil. También había un voto vacante desde las PASO de otros 130 mil votos. Con ese pool de votantes en segundas nupcias Macri ascendió casi 2.350.000 votantes. Son un voto flotante, que no quería a Macri como primera alternativa, pero sí como mal menor, que le permitió pasar del 32 al 40% y quedar como una fuerza competitiva en el escenario político argentino, más allá de su integridad estructural. Fernández logró capturar unos 270 mil votos adicionales desde la PASO, probablemente provenientes del FIT que perdió 160 mil sufragios y de votantes de opciones que quedaron fuera de las primarias.

Efectivamente la sociedad corrió las fronteras de los términos electorales: las primarias fueron las generales y las generales el balotaje. La percepción social siempre camina por delante de las intenciones de la política.

Los desafíos económicos que deberá afrontar Alberto Fernández desde el 10 de diciembre

En esta elección, la sociedad confirmó que quería un cambio de gobierno, pero sobre todo un cambio de enfoque de la política económica. El modelo macrista está completamente agotado en ese aspecto, sin embargo, algunos resultados favorables para Juntos por el Cambio como el de la ciudad de Buenos Aires, e intendencias importantes de la provincia como La Plata, Mar del Plata, o Lanús indican que se tendrá que existir cierta cohabitación: un “el otro político también existe”. Si finalmente como se considera en estas horas (puede variar con el recuento definitivo) que Juntos por el Cambio mantiene un bloque de 120 diputados, obligará a oficialismo que asuma el 10 de diciembre a negociar la sanción de las leyes. Lo mismo pasa en el Senado, si el Frente de Todos más aliados llega a 36 escaños, no tendría quorum propio.

No hay que engañarse, el diálogo político la Argentina desde el restablecimiento de la democracia ha sido muy esporádico, para no decir nulo. La incógnita, pues es si se pueden generar las condiciones para llegar a acuerdos y si el core electoral de ambas fuerzas políticas muy radicalizadas aceptaría tal convite.