OPINIóN
Elecciones 2025

Un horizonte de mucha incertidumbre

Milei Carvana Lomas28072025
Milei Carvana Lomas | AFP

El resultado de la elección en la Provincia de Buenos Aires seguramente intensificará el problemático proceso que atraviesa la economía argentina, cuyo desenlace amenaza con ser crítico. En este tránsito incidió la descomposición de la gestión del gobierno en dos dimensiones: la económica y la política.

En lo económico, la estrategia oficial concentró sus esfuerzos en corregir el desequilibrio fiscal y relegó a un segundo plano el ordenamiento del frente monetario-cambiario. Sabemos qué busca el gobierno en materia fiscal, pero ignoramos cuál es el régimen cambiario y monetario al que aspira. En su visión, orden fiscal equivale a orden macroeconómico. Es un error sobre el que venimos insistiendo hace tiempo un amplio y heterogéneo conjunto de economistas.

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Los pasos en falso fueron varios. Primero, el esquema de deslizamiento cambiario (crawl) generó un atraso exagerado del dólar. Cuando se pasó al esquema de bandas, el Banco Central optó por no acumular reservas, lo que detuvo la caída del riesgo país y debilitó su capacidad de administrar el tipo de cambio. Luego, al vencer las Lefi —letras creadas para que los bancos administraran su liquidez— se decidió sustituirlas por Letras del Tesoro, menos líquidas y de mayor riesgo. Esa intervención derivó en una fuerte suba de las tasas de interés bancarias. La respuesta fue improvisar una cadena de medidas —subas de encajes bancarios, inducción forzosa a los bancos para comprar títulos públicos y ventas de dólares del Tesoro en el mercado— que trajeron algo de calma al costo de mayor desconfianza e incertidumbre sobre el programa económico.

La economía ya antes de la elección bonaerense venía en caída, con una inflación estacionada cerca del 2% mensual —no mucho más baja que a comienzos de año— y con una combinación de tasas de interés y tipo de cambio que es a todas luces insostenible. Con el encarecimiento del crédito, paritarias por debajo de la inflación y un clima de incertidumbre —ahora exacerbado por el resultado electoral en PBA— es claro que la economía seguirá contrayéndose hasta octubre. También parece claro que la búsqueda de cobertura cambiaria forzará al gobierno a desprenderse de los pocos dólares que le quedan. El mercado descuenta que este cuadro llevará inevitablemente a una modificación del esquema monetario-cambiario, con una corrección del tipo de cambio después de octubre.

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El gobierno y algunos analistas confían en que una victoria contundente en las elecciones legislativas disipará la desconfianza e incertidumbre, atraerá capitales y permitirá a la economía retomar el crecimiento y la caída de la inflación. Es una mirada algo ingenua. No sólo la economía genera dudas: la estrategia política del oficialismo también conspira contra ese escenario. El gobierno casi no dejó frente sin abrir conflictos, llegando incluso a destruir vínculos con actores y partidos que buscaban una agenda cooperativa. Tras meses de disputas y humillaciones, cosechó un cuadro político complejo. El politólogo Andrés Malamud y el analista Claudio Jacquelin han ofrecido recientemente una métrica elocuente de la creciente incapacidad oficialista: desde la asunción hubo 35 votaciones legislativas; hasta marzo de 2025 ganó 14 de 17, desde entonces perdió 17 de 18.

No sorprende que, en este contexto de degradación acelerada, el riesgo país haya cerrado la semana pasada en 900 puntos básicos. Es una medida de la muy alta desconfianza sobre la capacidad de pago de la deuda en dólares. Difícil pensar que un buen resultado electoral en octubre logre descomprimirla.

Tras las elecciones, el gobierno deberá redefinir el régimen cambiario: ¿cómo impactará una suba significativa del dólar en el apoyo popular al presidente y su programa económico? ¿Qué pasará con la inflación y el ya debilitado poder adquisitivo de los salarios? El equipo económico tendrá que brindar definiciones claras sobre el futuro esquema monetario: ¿iremos a un régimen convencional de metas de inflación con flotación administrada o a una inédita experimentación “rothbardiana” de competencia de monedas? Sin acceso al mercado de capitales y con un pago de USD 4.100 millones de deuda a inicios de 2026, ¿en qué nivel quedarán las reservas del BCRA? ¿Cómo saldrá la economía de la recesión? ¿Qué motores de crecimiento arrastrarán al conjunto de la economía? ¿Renunciará el gobierno a la estrategia del conflicto permanente y buscará cooperación política para pasar las reformas que esperan el FMI y los mercados? ¿Estarán dispuestas las diferentes ramas de la oposición a acompañar cuando comience la segunda mitad del mandato, etapa en la que usualmente los actores se preparan para competir más que para cooperar?

Son demasiados interrogantes para confiar en que una victoria en las elecciones legislativas bastará para que el riesgo país se desplome y se inaugure un ciclo de entrada de capitales e inversión extranjera que permita crecer, resolver las tensiones financieras y evitar una fuerte corrección cambiaria.

* Director Ejecutivo de Equilibra