OPINIóN
Elecciones históricas

Un Israel completamente polarizado vota a favor o en contra de Netanyahu

Al ir este martes Israel a las urnas, vota a favor o en contra, de quien dominó la política israelí en las últimas décadas, y más tiempo fue premier. Durante años, las discusiones centrales giraron en torno a los temas ideológicos de fondo, como la forma de solucionar el conflicto con los palestinos. Hubo también alguna elección en la que las cuestiones socioeconómicos ocuparon un lugar de importancia. Pero ahora, todo se ha reducido a “Netanyahu sí, o Netanyahu no”.

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Candidatos. Lapid, Netanyahu, Gantz y Gvir, pelearán por sumar el número mágico: 61 bancas. | afp

Cuando este martes la ciudadanía israelí vaya a las urnas por quinta vez y en algo más de cuarenta meses, no votará en forma directa por su próximo primer ministro, sino por la composición del nuevo Parlamento (Kneset), con sus 120 diputados. Pero de ese Parlamento, de la cantidad de escaños que cada partido electo reciba, derivará el rostro de la próxima coalición y por ende, del próximo jefe de gobierno.

Y la gran pregunta es si quien reciba del presidente del Estado –según el sistema político israelí– el encargado de formar coalición, será el ex primer ministro y hoy jefe de la oposición Benyamin Netanyahu o el actual premier, Yair Lapid. Según las últimas encuestas –y, de hecho para todas las que hubo en los últimos tiempos– Netanyahu no consigue 61 bancas, la mitad más uno, ineludible para la mayoría.  Pero probablemente, tampoco lo consiga su adversario. Si ello en efecto, es lo que surge de las urnas, el actual Ejecutivo puede seguir por largo tiempo como un gobierno de transición. 

Durante años las discusiones centrales giraron en torno a temas ideológicos de fondo, como la forma en que mejor se puede solucionar el conflicto con los palestinos. Hubo también alguna elección en la que los temas socioeconómicos ocuparon un lugar de importancia. Pero ahora todo se redujo a “Netanyahu sí, o Netanyahu no”. En realidad, no comenzó ahora, sino hace ya algunas elecciones. 

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Esto divide a Israel mucho más que la ideología, y despierta discusiones acaloradas en las que cada campo demoniza y quita legitimidad al otro.

Los seguidores indiscutidos de Netanyahu lo consideran el “mago” o el “rey”, inclusive a pesar de que ya van varias elecciones que no logra formar gobierno. Sus críticos se dividen entre quienes consideran que por estar procesado por sospechas de corrupción, es indebido que se postule –aunque la ley no se lo prohíbe, a menos que sea declarado culpable–, y quienes simplemente discrepan con sus posturas y quienes sostienen que en los últimos años, sus problemas con la Justicia lo han llevado a anteponer sus intereses personales por sobre los nacionales.

Pero en medio de esta discusión sobre “Bibi sí o no”, hay otra más profunda, que deriva por cierto de las alianzas que cada una de las partes puede hacer. Se trata, dicen algunos, sobre una discusión sobre el tipo de país que será Israel.

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El bloque Netanyahu será ultraconservador y, si forma gobierno, probablemente sería el más conservador en la historia de Israel, porque no tendría socios en el centro o izquierda. Quien se presenta ahora como su principal socio, el Sionismo Religioso, incluye figuras que plantean posturas homofóbicas y posiciones muy complicadas respecto a cómo limitar al sistema judicial.

El otro lado es percibido como un bloque más liberal, que incluye partidos de centro y de izquierda, aunque también ha hecho alianza con partidos de derecha en términos del conflicto con los palestinos, que aceptaron sumarse para garantizar que no haya gobierno de Netanyahu. Se presenta como el bloque de “esperanza de cambio”, mientras que la oposición lo muestra como una catástrofe para el país si continúa en el gobierno.

Mientras unos dicen que el lado derecho y conservador sería un gobierno oscuro, otros consideran que si una coalición de Lapid es posible sólo con los votos de un partido árabe (Hadash-Ta’al), una de cuyas diputadas expresó días atrás el apoyo a terroristas muertos en Nablus, a los que llamó “nuestros mártires”, no sería un gobierno legítimo. Pero más allá de las mutuas acusaciones entre los dos grandes campos, el así llamado “bloque del cambio” que está hoy en el gobierno y el bloque pro-Netanyahu, hoy en la oposición, es indudable que se trata de dos miradas totalmente distintas de la vida en Israel. De por medio, discusiones y diferencias, entre otros temas,  sobre el lugar de la religión en Israel, del Estado de Derecho, de la ciudadanía árabe y de cómo combatir el terrorismo. 

“Es una opción entre el pasado y el futuro”, dice el primer ministro Yair Lapid. “Es una opción entre un Estado judío seguro y firme y un gobierno débil que no sabe trabajar”, dice Netanyahu.

El pueblo hablará el martes, en las urnas.

*Desde Israel