OPINIóN
OPINION

Un primer ministro 360 para un presidente sin voz

Sergio Massa
Sergio Massa | cedoc

Ya tenemos un un súper ministro, con responsabilidades y reformas de áreas de gobierno, un ministerio de economía que nos muestra que la gestión de las políticas públicas están expuestas efectivamente a dos fenómenos: parálisis en gasto presupuestario y ineficiencia en la oportunidad del gasto o transferencia para producir un bien público.

A todo esto, aún muchas son las versiones que se enuncian en cada uno de los canales, radios y redes, de variada elocuencia y razonabilidad, en algún caso datos, en otros operaciones, sobre sus colaboradores. Algunos reciclados y otros nuevos serán puestos en funciones para ver si son funcionarios que funcionan.

Argentina es así, vista por el mundo, como un quirófano en donde se ve como las fuerzas que conforman la coalición de tres personalidades pugna por reubicarse y sumar una cuota de poder para jugar una última carta que los posiciones de cara al 2023 de modo competitivo. Es a todo o nada y ahora sí, vamos por todo o no queda nada en pie. Este quirófano muestra de modo claro como se arma y desarman las partes de una parte importante del llamado Leviathan.

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Pero además, lo que poco se dice es qué el famoso volúmen de gestión y política que se reclama a este gobierno después de la pandemia no ha tenido tampoco nunca volúmen en su voz, en comunicación, en legitimidad de gestión desde los valores y enunciados políticos.

Esa perdida de voz, y vocería que aquí también ya tratamos en ocasión de aquel fin de semana de incertidumbre en donde se va Guzmán de economía, debe ser retomada y calibrada por el ímpetu y personalidad de Massa. 

Entre los atributos de Massa, está el de ser un hombre de política 24 por 7 los 365 días del año. Sus dobleces o cambios de vereda, los idas y vueltas, semejantes a los de Alberto, lo ponen en un lugar propicio para momentos en donde la política y la sociedad demanda resultados, no mira si es pardo, blanco o negro el gato, le importa que cace ratones.

Y en esa lógica, maquiaveliana, corresponde entonces dejar en claro que Massa, el elegido, puede ser una suerte de empoderado primer ministro para un presidente de mesa de luz. 

Maquiavelo decía que importaba mucho el humor del pueblo y a la par la reputación en la opinión pública de un hombre de política para saber si puede ser y parecer manteniendo el orden y paz en un territorio.

Por todo esto, el elegido, para el relanzamiento del gobierno nacional puede estar ante una oportunidad histórica de recomponer a una coalición de egos disminuida o ser un piloto de tormentas entre gobiernos de distinto color después de las elecciones presidenciales del 2023

Lo que queda claro es que su ambición, cuando muchos no piden la pelota, se esconden, lo ubica en el centro de la cancha y su rol de gestión tendrá un agregado que no todos tienen y es la comunicación de gobierno in pectore, en su personalidad, en su gestualidad. Es un actor en campaña permanente que CFK sabe bien tendrá que controlar para que no se desmarque, no construya un mito simbólico por fuera del kirchnerismo.

Los días restantes pondrán a prueba la misión y visión que inicia Massa en el Congreso Nacional y se eleva para ser un súper ministro, casi un primer ministro, expectativa expuesta a toda la clase política y sociedad que busca un mejor rumbo político.

También, muestra que la idea de la negociación política, acuerdos, pactos, son parte de la dinámica democrática y en ocasiones, aunque la visión anti política lo desacredite, permite que las instituciones sigan en pie hasta que la ineficacia demuestre lo contrario. 

 

* Analista de Asuntos Públicos