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opinión

Un punto de inflexión

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Memorial. El recuerdo del pasado y el reclamo a Azerbaiyán. | cedoc

El 106 aniversario del Genocidio Armenio planificado y ejecutado por el Estado turco, en el que se exterminó a más 1.500.000 armenios, podría marcar un punto de inflexión en la lucha por la Cuestión Armenia.

Hasta el momento, Estados Unidos había sido reticente a reconocer como un genocidio la matanza de armenios entre 1915 y 1923 para no perjudicar la alianza estratégica con Turquía, el Estado heredero del Imperio otomano y socio de Washington en la OTAN. El reconocimiento del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, generará una presión y reposicionamiento del reclamo armenio sin precedente alguno. 

Para contextualizar es importante recordar dos momentos. En primer lugar en 2019, las dos Cámaras del legislativo estadounidense aprobaron resoluciones en las que se reconocía por primera vez el genocidio. Sin embargo, Donald Trump, que mantenía una estrecha relación con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no tomó en consideración estas resoluciones. De hecho hay que recordar que Erdogan era el único mandatario durante la administración de Donald Trump que tenía una línea directa abierta las 24 horas para comunicarse con su par norteamericano. 

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En segundo lugar, el 27 de septiembre de 2020 las Fuerzas Armadas de la República de Azerbaiyán lanzaron un ataque a gran escala contra las posiciones del Ejército de Defensa de la República de Artsaj (Nagorno Karabaj, ndr) y la población civil. 

Las acciones unilaterales de Azerbaiyán en alianza con Turquía, socio estratégico de Bakú, se enmarcan en un teatro de operaciones e interés de ambos actores en su búsqueda constante por desestabilizar la región. Al mismo tiempo, los establishment de ambos gobiernos  promueven un discurso armenofóbico ante la Comunidad Internacional. Como resultado de la guerra, casi 5.000 armenios murieron, decenas de miles resultaron heridos, mutilados y desplazados de sus hogares, y aún se desconoce el número real de desaparecidos, mientras que Azerbaiyán se niega a liberar a casi 200 prisioneros de guerra pese a las presiones y denuncias de organismos internacionales.

Sin lugar a dudas, el reconocimiento por parte del presidente demócrata se debe comprender cono un relanzamiento e impulso de los principios y valores liberales demócratas y, al mismo tiempo, un golpe duro para el gobierno de Erdogan que no tardó en reaccionar y denunciar la declaración del mandatario estadounidense.

Al mismo tiempo, y no menos importante, la declaración generara un impacto y resonancia en la armenidad luego de los sucesos 2020.

El reconocimiento le brinda a Biden la posibilidad de un liderazgo moral, demostrando que la geopolítica y realpolitik esta vez no se impusieron por sobre los DD.HH. y se transformó claramente en un mensaje directo para Turquía y su modus operandi en la región.

Lo cierto es que Biden a poco de cumplir 100 días desde su asunción pasa a ganar un lugar importante en la arena internacional transformándose en el perfil de un líder “campeón” de los DD.HH. fruto del compromiso político  y moral asumido por la Cuestión Armenia.

*Consejo Nacional Armenio de Sudamérica.