OPINIóN
Lectura

Una alegría

Gente votando en Escobar-20230813
Gente votando en Escobar | Sergio Piemonte

Parece que otra vez enganchamos algo en el Tinder electoral. Hay match, coincidencia. Se dio un crush, un flechazo entre corazoncitos con mayoría de “me gusta”. Miráte eh, quien te lo iba a decir. Vos que no te tenías fe. Que ya no creías. Te tocó. El amor después del amor. Dejate llevar. Soltá. Quemá esas fotos. Bloqueá. Elimina la tira de relaciones tóxicas del whatsapp. Borrá a los ex del facebook. Cortá, ya fueron. Servite una copa, un cafe, un mate, encendé un faso, mirá las estrellas. Disfrutá de la espera. Baja la ansiedad. En octubre tenés una nueva cita con el futuro.

Nada de empezar a dudar, eh. De ¡ay!, no sé, le di like de una, me gustó viste, estaba recaliente, que se yo, hacia mucho que no la ponía en la urna, que no me hacia el recuento, pero ahora que ya me revolqué, que sacudí los miedos, que ya está, no sé, ¡ay!, ¿qué hago?, ¿qué me pongo?, ¿y si después resulta que, viste, no me animo, tiemblo, no me da el coraje para aguantar hasta el final, o no hay química, el aparato no funciona?, ¿a quién le echo la culpa? ¿Me tengo que bancar las consecuencias de lo que elijo?

Y, sí, cariño, mírate la foto en el DNI, ya sos grande nena, nene, nini, estás en edad de merecer algo mejor, para eso votás. Dale, si te la jugás de verdad, si es amor del bueno, si crees que esta vez sí, el compromiso tiene que ser, como dice la hinchada, en las buenas, en las jodidas, en las malas mucho más. La democracia es así, viste. Te da de probar, pero después viene la realidad, el laburo, los pibes, la luz, el gas, el alquiler, las cuentas.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Todo sería más liviano si los jueces hubieran hecho, hicieran bien y pronto su trabajo, que para eso están: juzgar el pasado sin dejarse apretar, sobornar, intimidar, ni ver a quién le deben un favor. Una vez que resuelven, - este choreó, este no, este va en cana, este no - , el camino a estar mejor no se acorta pero, al menos, se alivia el peso en la mochila. No es tan complicado arreglar el quilombo que dejan. En pocos años, si la política cumple, la Justicia quiere, la economía puede. 

Dado el Paso, ahora sabemos, más o menos bien, qué había ahí, en el fondo del pozo desde el que rogamos al cielo a ver quién nos saca de acá. Un revuelto de sentimientos permanentes, bronca, pena, impotencia, ira, odio, dolor, que a veces nos desalientan por viejos, vencidos desde ¿hace cuánto ya? Disfrutemos por unos días, de la calma que sucede al tiroteo, cuando se cierra la canilla, el chorro de guita con el que inundaron el país de carteles, regalos, promesas, se acaban también los “espacios cedidos” en las radios que alteran, interrumpen, atormentan, suman inflamación cerebral a la inflación testicular.

Cada voto se justifica, se defiende, se explica mientras perdura la buena voluntad que acompañó a la decisión. En noches electorales, también mañana, pasado, hasta una semanita más, la interpretación, lectura, análisis de los expertos, me refiero a tipos que la saben, que viven de esto, los que conocen cómo se teje la trama, la transa atrás de las caras que sonríen en los afiches, politólogos que ahora mismo estás leyendo en este diario, o los que son consultados en la tele, en la radio sobre el resultado, no tiene mucho valor. Es, son en conjunto, una mirada más empeñada en el esfuerzo inútil de entender, encuadrar, encajar en algún lugar común la expresión de un sueño inabarcable.

El voto no es más que eso, una opinión sentida, cargada de deseo. Para circular, validarse en los hechos, necesita la vtv. Esto es: la verificación en el tiempo de cuánto dura vigente. Al final, es de amor de lo que estamos hablando. Todos queremos convivir en un país cada vez más justo, decente, tranquilo, amable, justo, solidario, gaucho, en paz. Ilusión de niños que se van haciendo viejos. Menos mal que ella, la democracia, cada tanto, cuando nos ve así de tristes, de caídos, nos lleva de la mano a votar como si dijera: vení, bobo, que te doy una alegría.