OPINIóN
ECONOMISTA DE LA SEMANA

Una crisis en busca de un gatillo y sobran candidatos a serlo

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Juntos. El ministro y el titular del BCRA, solo una semana atrás. | MECON

Lo acontecido durante las últimas jornadas en materia cambiaria era el único resultado posible ante dinámicas de crisis que el Gobierno solo intentó retrasar con su definitivamente terminado Plan Llegar. La aceleración inflacionaria y el salto de la cotización del dólar en los mercados no oficiales no deberían sorprendernos. Lo verdaderamente sorprendente era el nivel previo de brecha en la zona del 85%, ya que resultaba muy difícil de explicar en un marco de sequía extrema y en los albores de una carrera electoral de resultado incierto.

La fragilidad macro, la debilidad presidencial, la falta de credibilidad y las bajas expectativas que despierta el ministro Massa alimentan la elevada volatilidad y sensibilidad del peso y de los activos financieros argentinos frente a rumores y especulaciones que se tejen sobre el contexto económico y político del país. Si la macro gozara de buena salud o si hubiese un programa consistente que intentara corregir sus vulnerabilidades, no le entrarían tantas balas a esa resquebrajada credibilidad. El mismo gobierno señalando culpables no hace más que poner en evidencia una y otra vez dicha fragilidad.

Otro tanto sucede cuando las autoridades económicas se muestran desesperadas por hacerse de algunos dólares (y de pesos) para cubrir sus necesidades. Pero cuesta mucho hacer cerrar los números y se les hace cada vez más cuesta arriba anclar las expectativas. Es de hacer notar la aceleración de la devaluación del tipo de cambio oficial al 9% mensual, el mayor ritmo nominal desde que se firmó el acuerdo con el FMI, lo que parece indicar que el Banco Central parece dispuesto a evitar una mayor apreciación real del peso oficial. Está claro que hace tiempo que el tipo de cambio oficial dejó de servir de ancla nominal. Las expectativas de inflación y de depreciación del peso están lanzadas a un ritmo superior al 100% anual, mientras que variables como el gasto público del sector público nacional o el pasivo del BCRA las convalidan creciendo también por arriba del 100% anual. Por lo que no se puede descartar que la cotización del dólar en los mercados no oficiales siga creciendo y que la brecha se siga ampliando.

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“Pudo haber sido la sequía, el 7,7% de la inflación de marzo o la recurrencia de errores de Massa”

Y todo luce más difícil ahora que la continuidad del apoyo del FMI está en el centro de la escena.  En efecto, a juzgar por la propaganda oficial, el Gobierno (Massa) intenta mostrar que la interrupción del programa fue una decisión de este lado de la mesa de negociación. El FMI tendrá que enfrentar, aún más que antes, el dilema de realizar nuevas concesiones y dañar aún más la poca reputación que le queda versus desenchufar a la Argentina y quedar como “culpables” de acelerar la crisis. Renegociar el acuerdo a cambio de qué es la gran pregunta:

    - Renegociar solo para cambiar metas no sirve; y haría inexplicable la terminación del programa anterior.

    - Renegociar para anticipar desembolsos no tendría un efecto duradero. Además luce muy improbable: sería temerario de parte de las autoridades del FMI hacerlo a sabiendas de que correrían el riesgo de que los desembolsos se usen para otra cosa (mientras tanto), en lugar de para enfrentar los vencimientos que quedan por delante con el organismo.

    - Renegociar aceptando acciones previas (devaluación y modificación del régimen cambiario) más medidas fiscales concretas a cambio de conseguir el anticipo de fondos y algo de dinero fresco o la autorización para destinar parte de los desembolsos para reforzar reservas, si bien improbable también, tal vez sirva para comprar algunos meses (hasta el próximo incumplimiento) pero no mucho más que eso.

Raro entonces el apuro de Massa por anunciar la renegociación del programa con el FMI. ¿Será que le quiso ganar de mano al Fondo (lo anunció antes que lo anunciaran ellos)?  ¿O será que tiene algún as en la manga? O se trata de otra puesta en escena para ganar tiempo y postergar medidas inevitables? De cualquier manera, corre un riesgo, a nuestro juicio, innecesario. Sobre todo, cuando han trascendido las dudas de varios miembros del staff técnico del organismo de seguir aprobando revisiones llenas de maquillaje y de incumplimientos recurrentes. El problema ahora es que, si no se llega a buen puerto con la renegociación, la gestión del próximo gobierno arrancaría en default con el FMI (recordemos que dicho default sobreviene a los seis meses del primer atraso en los pagos). Porque está claro que sin los desembolsos pendientes no hay forma de honrar los vencimientos que quedan de acá a fin de año (unos US$ 14 mil millones). La renegociación del acuerdo va a llevar varios días de reuniones técnicas y políticas. Además, si el anterior tuvo que ser sometido a la aprobación del Parlamento, lo más probable es que el nuevo también deba pasar por un procedimiento similar (sobre todo si involucra un incremento de la deuda con el organismo). Serán largos días durante los cuales habrá más incertidumbre cambiaria y no menos. Días en los que además habrá que olvidarse de que el “dólar soja” pueda hacer un aporte sustancial a las reservas. Un aporte que por cierto ya venía siendo bastante amarrete. En efecto, la liquidación total del complejo sojero durante abril fue de US$ 1.531 millones, claramente por debajo de las expectativas oficiales y el BCRA solo pudo comprar US$ 621 millones, es decir el 41% de lo liquidado.

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Para que se perfeccione el desenlace de una crisis, un ingrediente imprescindible es la presencia de un evento (o serie de eventos) que coordine las expectativas. Un evento que haga que la mayoría de los agentes económicos juzgue que las dinámicas de crisis y el descontrol nominal superaron el punto de no retorno. Una serie de eventos son candidatos de peso para llevarse las palmas de ser ese gatillo. Pudo haber sido la sequía, el 7,7% de inflación de marzo, la recurrencia de errores del ministro Massa en el manejo de la política cambiaria/fiscal/monetaria (tres dólar soja costosos y con efectos efímeros sobre las reservas, tres canjes de deuda que no consiguieron reducir la pared de vencimientos de la deuda en pesos, manotazos de ahogado en el balance del BCRA y de la Anses, etc.), la decisión del presidente Fernández de bajarse de la contienda electoral, o la decisión del ministro de dar por terminado el actual programa con el FMI y forzar en estas circunstancias la negociación de uno nuevo. O bien podría ser que el evento coordinador no se haya producido aún.

El ritmo de la crisis nos dirá si el caso es uno o el otro. Pero a esta altura es muy difícil no concluir que la política de las puestas en escena y las fotos no resultan, que esa fase final ya arrancó y que el punto de no retorno ha quedado irremediablemente en el pasado.

*Director de Perspectiv@s Económicas.