OPINIóN
control de precios

Una lucha necesaria y difícil contra la inflación

Hoy no hay un plan antiinflacionario claro y, en un año electoral, crecen las dudas sobre la posibilidad de que se logre controlar el gasto y la emisión monetaria.

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Precios cuidados. Las empresas de alimentación concentran su actividad en productos fuera de la lista elaborada por el Gobierno para aumentar sus ganancias. | cedoc

La Secretaría de Comercio intimó a varias empresas que no están cumpliendo con el abastecimiento de productos incluidos en el acuerdo de precios cuidados para que pongan al día las entregas de las cantidades comprometidas. Las empresas alimenticias han reducido la producción y despacho de los alimentos alcanzados por precios máximos porque no son rentables, y concentran sus recursos en producir otros más rentables que no están alcanzados por el acuerdo. En paralelo, se están acelerando las subas de precios minoristas. En enero el Indec registró una inflación del 3,3%, pero los alimentos aumentaron 4,2%. También hubo fuertes aumentos en restaurantes (4,8%), comunicación (16,7%) y combustibles y lubricantes (8,1%).

Precios cuidados. Los grandes aumentos de precios de alimentos de enero se pueden explicar en parte por los cambios en el programa Precios Cuidados que administra la Secretaría de Comercio. Durante 2020, el Gobierno había autorizado aumentos de precios de entre 2% a 3% en varias ocasiones, pero los insumos y costos de producción aumentaron a mayor velocidad, lo que redujo los márgenes de ganancia, e incluso hubo productos que generaron pérdidas. La compresión de márgenes se puede notar por la menor suba del 35,9% de los precios minoristas en 2020 frente al aumento del 46,9% de los mayoristas. La velocidad del aumento de precios se aceleró a partir de junio 2020, con la suba del 22,7% en los últimos siete meses del 2020, comparado con 34,3% en los precios mayoristas en ese mismo período. A modo de ejemplo, en el caso de las harinas, el Gobierno había autorizado subas que ascendieron a un 20% en el año, pero el trigo aumentó en el mercado internacional y, sumando la suba del dólar, el costo de la materia prima en pesos registró incrementos de alrededor del 80%, reduciendo drásticamente los márgenes de rentabilidad. 

Al inicio de este año, hubo una serie de productos alimenticios que fueron “deslistados”, lo que produjo una notable aceleración de precios en los alimentos. Según el rubro y el grado de atraso, hubo incrementos de alrededor del 5% al 10%, y los precios seguirán subiendo en los próximos meses, ya que acumulan un retraso mínimo de entre el 15% a 20% respecto del aumento de sus costos en los meses pasados, según la línea de productos. 

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Ajustes. Y a esto habrá que sumarle los ajustes actuales: aumentos salariales, incremento del costo de distribución por la suba de los precios de combustibles y suba de tipo de cambio, factores que incrementan los precios de materias primas en pesos. A su vez, los salarios se van ajustando según la inflación, y el Gobierno intenta que el dólar aumente al ritmo de esta última para evitar atraso cambiario. 

Por otra parte, la suba del dólar lleva a aumentar el precio de los combustibles y de los insumos para los transportes que hacen la logística. La suba de salarios, del tipo de cambio y de los costos de transporte irá incrementando los costos, lo que llevará a que las empresas de alimentos aumenten aún más los precios en un intento por mantener la rentabilidad.

Las empresas buscan aumentar sus márgenes de ganancia, y no solo lo hacen elevando precios, sino también concentrando sus esfuerzos de producción y despacho en los productos más rentables, es decir, los que están fuera del programa de Precios Cuidados. En consecuencia, empezaron a faltar productos en las góndolas y los consumidores deben pagar, por ejemplo, alrededor de un 25% más por el aceite, porque no están disponibles las marcas incluidas en el programa. 

Pero, por otra parte, en el contexto de las últimas décadas de altas tasas y mucha incertidumbre, numerosas empresas han invertido muy poco y no han modernizado su tecnología, lo que no ayuda a reducir costos. Hoy se intenta compensar este deterioro pagando menores salarios, procurando aumentos menores a la inflación. El precio internacional de las materias primas (leche, granos, oleaginosas, carne, petróleo) escapa al control de las empresas y el Gobierno. Pero sí puede haber presiones para limitar la suba del dólar para que las materias primas en pesos no aumenten tan rápido. También podría haber alguna presión para frenar el aumento de precios de combustibles y energía, ya atrasados. 

Para el Gobierno la inflación es un problema de aumento de costos, más que de exceso de emisión de dinero. En este sentido, apuntan a algunas fuentes como generadoras de las subas de precios: los incrementos de costos de insumos y salarios, además del intento de las empresas de ampliar sus márgenes de ganancia, y de los aumentos que se adelantan debido a expectativas desfavorables. En consecuencia, el Gobierno apunta sus esfuerzos a contener y alinear estos aumentos vía acuerdos de precios y salarios para evitar una espiral inflacionaria y consecuente deterioro de las expectativas. 

Pero como esta herramienta sola no alcanza, desde el Ministerio de Economía prometen hacer mayor esfuerzo para reducir el déficit fiscal y la emisión de dinero para financiarlo, lo que en la práctica “fogonea” la inflación. En 2020, la cantidad real de dinero aumentó por encima de la inflación, es decir, la cantidad de dinero medida por su poder adquisitivo –por la cantidad de bienes que puede comprar–, y 2021 será delicado en este sentido, porque queda un margen ajustado para seguir emitiendo.

Dólar. Por otra parte, también se prometió mantener la suba del dólar por debajo del aumento de precios, generando atraso cambiario en un año electoral. Pero esta medida solo sirve para que los productos importados no suban tan rápido, y de este modo compitan con los productos nacionales, poniéndoles un techo a los aumentos de precios. A su vez, con las reducidas reservas en el BCRA, será difícil mantener quieto el tipo de cambio y permitir libres importaciones. Cuando mayor sea el esfuerzo para contener al tipo de cambio oficial, mayor deberá ser el freno a importaciones para reducir la demanda de divisas. En consecuencia, los pocos importadores que logren acceder al mercado oficial para importar productos tendrán poder monopólico en el mercado y subirán sus precios según se los permita la demanda. Atrasar el tipo de cambio oficial sin reservas, limitando exportaciones, solo permitirá frenar las alzas de precios en pesos de productos de exportación: los productos agropecuarios. Sin embargo, de ese modo se daña también la competitividad de la industria de exportación, sobre todo automotriz, y limita la generación de las divisas que tanto hacen falta.

Otro frente que el Gobierno busca tener controlado es el tipo de cambio paralelo (contado con liquidación y MEP), que usualmente sigue a la inflación. Pero si el Gobierno reprime el cambio paralelo vendiendo bonos para que no se amplíe la brecha cambiaria, la presión creciente deteriorará la paridad de los bonos y repercutirá en aumentos del riesgo país, deteriorando aún más las expectativas. Nada es gratis.

 

Otro plan. Todo lo expuesto indica claramente que Argentina necesita un plan distinto para frenar la inflación. En el pasado, los planes para estabilizar los precios incluyeron compromisos fiscales para reducir el déficit fiscal con menor gasto y mayor recaudación, límites estrictos a la emisión de dinero, y solo en ese contexto de un plan anunciado y creíble, implementar acuerdos de precios y salarios para frenar la inercia inflacionaria por un tiempo y esperar que se acomoden las expectativas. Muchas veces estos planes, que involucraron atraso cambiario al devaluar por debajo de la inflación, generaron un freno a la actividad y aumentos del desempleo. Hoy no hay un plan anti-inflacionario claro, y en un año electoral, hay dudas crecientes sobre la posibilidad de que se logre controlar el gasto y la emisión monetaria. Y la incertidumbre suele contribuir a acelerar los precios. Mientras tanto, los acuerdos de precios y salarios sin medidas de fondo para estabilizar los precios solo desgastarán a las partes involucradas y acumularán desequilibrios con mayor inflación reprimida, que tarde o temprano tiende a manifestarse.

*Profesor Facultad de Ciencias Empresariales, Universidad Austral.