Necesitamos ciudades mixtas en todos los sentidos, sin falsas dicotomías, ciudades que nos alberguen a todas las personas, que introduzcan la diversidad de personas y de actividades, que introduzcan la naturaleza no por adornar sino por ser parte imprescindible de nuestra vida.
Parece que lo más efectivo, de momento, para detener el avance del Coronavirus, es quedarse en casa. Pero ¿y si no tienes casa? O ¿si tu trabajo es precario y no legalizado? O ¿si trabajas en servicios esenciales?
La situación provocada por esta enfermedad con su rápido crecimiento, dada la facilidad de propagación, ha puesto en jaque a nuestra civilización. Desvelando dos cuestiones fundamentales para enfrentar el futuro, por un lado, las grandes desigualdades e injusticias existentes, y por otro, que no hay planeta B, estamos todas las personas en el mismo barco. Estas situaciones de desigualdad y de ser parte inseparable de un ecosistema estaban ya ante nuestros ojos, aunque hubiera muchas personas que prefirieron no ver y no reconocer.
Reiniciar la justicia, garantizar la Salud y volver a Tribunales
No hemos llegado casualmente a esta situación de colapso, y lo que con seguridad no deberíamos es seguir con el sistema y los valores que nos han llevado a esta situación. Nuestro modo de estar en este mundo, en nuestra casa ha sido abusivo, no nos hemos considerado parte de un orden complejo, sino dominadores y con ello hemos construido una sociedad piramidal y jerárquica que es injusta y autodestructiva. Una pirámide andropocéntrica que ha situado en su vértice superior al macho de una especie, los seres humanos, y todo lo que está por debajo, está allí para su uso y para su disfrute, sin importar consecuencias.
Ahora salen a preguntar y a responder desde muchos rincones del mundo, ¿cómo será la ciudad que se viene o cómo deberían ser las viviendas?, y personalmente, no creo que haya nuevas respuestas o soluciones nuevas per se. Se trata de replantearnos nuestra relación ecosistémica, lo que evidentemente incluye la sociedad humana. Sabemos muchas de las respuestas de cómo tiene que ser la vivienda y la ciudad, no ya post Covid-19 que es coyuntural, sino como derechos humanos.
La conformación de un Consejo Económico y Social es clave
Las ciudades tienen que ser limitadas, para no consumir territorio, ni invadir aquellos espacios que necesitan otros animales y la propia tierra para su regeneración (acuíferos, bosques, selvas…) Para ello requerimos una planificación territorial equilibrada que se base en la vida y no en la extracción y la muerte. Necesitamos ciudades caminables, ciudades seguras, ciudades próximas.
Necesitamos ciudades mixtas en todos los sentidos, sin falsas dicotomías, ciudades que nos alberguen a todas las personas, que introduzcan la diversidad de personas y de actividades, que introduzcan la naturaleza no por adornar sino por ser parte imprescindible de nuestra vida. La naturaleza en su estado pre-humano y la naturaleza como fuente de vida y de alimento. En definitiva, naturaleza y ciudad aliadas, no compitiendo, ni una sometida por la otra. Necesitamos ciudades de encuentro, de los cuidados y de la producción. Una producción próxima necesaria, no infinita ni especulativa, sino al servicio de y para la vida.
Respeto, el diamante perdido de nuestra sociedad
Las viviendas que son sino un derecho, este debería ser nuestro principal reclamo y aspiración. Evidentemente, la vivienda sin ciudad no puede existir como la ciudad sin vivienda tampoco. La vivienda, las viviendas, deberían ser múltiples y variadas, adaptadas a nuestros diferentes momentos vitales, a nuestras diferentes agrupaciones de convivencia, viviendas que se acoplen como un traje a nuestro cuerpo y no a la inversa, no a todes nos sirve una talla 40 ni una 46. Viviendas con espacio exterior propio, con sol y aire-, viviendas con espacios flexibles y no jerárquicos. Viviendas para vivir y no para, a la inversa, sobrevivir para pagar por un derecho vital.
Me animo a soñar con que habremos aprendido, al menos una gran mayoría, y que buscaremos la manera de redirigir nuestra civilización, para un futuro a largo plazo que sea justo, en el que vivir en condiciones adecuadas de vivienda y ciudad sea un derecho universal, un derecho que sea cumplido.
*Doctora en Arquitectura, profesora en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona y la Universidad Politécnica de Catalunya, integrante del jurado de la convocatoria “Buenos Aires Publica 2019”, de la Fundación Tejido Urbano. www.tejidourbano.net