—¿Por qué a los economistas que piensan como vos los tildan más de neomarxistas que de keynesianos?
—Se escucha hablar de “kirchnerismo duro” o “irracional”. Son etiquetas. A Axel y a mí nos ubican ahí. Quieren connotar algo
—¿Se usan peyorativamente? ¿Por qué?
—Intentan generar algún tipo de prejuicio ante ciertas ideas y posturas. Referirse a alguien como “duro” connota que es inflexible, que no es pragmático, que no escucha. Una carga negativa.
—Como si fuera una mala persona.
—Por eso. Es parte del juego. Colgarle carteles a la gente, a las ideas. Se utiliza peyorativamente el concepto de “ideología”. Cualquier teoría se basa en una ideología. Desde la doctrina económica se trata de convencernos de que una cosa es la ciencia y otra la ideología. Nada más ideológico. Detrás del enfoque “científico” hay metafísica e intereses económicos. Si en nombre de la ciencia te digo: “Bueno, no cobremos impuestos a los ricos porque lo importante es que los ricos tengan plata para invertir y después, creciendo, vamos a distribuir”, esa teoría les conviene precisamente a los ricos. Soy profesor universitario y puedo hacer hasta grafiquitos para decir eso.
Augusto Costa: "No existe una ideología económica oficial dentro del Instituto Patria"
—¿Los ricos tendrían capacidad para comunicar y producen ideas egosintónicas con sus necesidades? ¿Cómo se construyó ese marco conceptual?
—A partir de décadas de desarrollos teóricos con algún tipo de fundamento científico. Pero cuando una teoría se plantea como verdad única, hay un problema. La ortodoxia es la que suele plantearse como única teoría valedera. Eso es ser duro. Pero nunca dicen que son duros los economistas que van a la televisión muy bien vestidos y hablan del déficit fiscal: “¡Qué tipo duro!”. Al revés. Aparecen como razonables aunque tienen la postura ideológica de decir que ellos tienen la verdad y el resto es ideología. Cuando se trata de discusiones vigentes.
—¿Sería como la discusión del cardenal Roberto Belarmino con Galileo Galilei en la que el primero decía que no necesitaba el telescopio porque contaba con la Biblia? Habría una razón única y la Inquisición desde el punto de vista epistémico.
—La ciencia económica oficial se plantea como la única metodología y una forma de análisis correcta, basada en la razón y en la racionalidad analítica. Es un dogmatismo. Si se unen otras categorías, instrumentos y lógica de análisis, aparecen como no científicas.
—Algo esotérico.
—O ideológico. Esa es la discusión. Un pensamiento heterodoxo, como el que estudié en Londres en el marco de la línea clásica de la teoría del desarrollo, para la teoría oficial no es ciencia porque no usa ni los métodos, ni las categorías, ni la lógica de análisis de la ortodoxia. Pero ninguna teoría alternativa es irracional. Tiene sí otra lógica, otros fundamentos, que pueden ser tan válidos como los oficiales. Es ideología afirmar que algo es ciencia y lo otro no. Lo que hay que analizar es qué cosas explican la realidad. Es lo que pasa ante otros conjuntos de herramientas teóricas. Hoy se impuso una sola visión. Así es como se cuelgan cartelitos. Se escucha hablar de economistas irracionales o dogmáticos. Es porque no adscriben a la ciencia económica oficial. Volviendo a la anécdota de la reina de Inglaterra, muchos de lo que dan cátedras y que después explican lo que no pasó no se hacen cargo de que sus teorías fallan y sus recomendaciones llevan a situaciones realmente muy complicadas.
Este es un fragmento de la entrevista de Jorge Fonteveccha a Augusto Costa en Periodismo Puro. Lea el reportaje completo siguiendo este enlace