—Bagó tiene un desarrollo junto con el laboratorio de Hugo Sigman. ¿Cómo es la relación societaria?
—El grupo Bagó tiene larga tradición en salud animal. Teníamos San Jorge Bagó. Identificamos que valía la pena consolidarnos, tal como sucede con los jugadores globales. Nos vinculamos con otro grupo empresarial argentino donde está Sigman. Aunamos esfuerzos y creamos Biogénesis Bagó. Inauguramos la planta para producción de aftosa más grande del mundo en Arabia Saudita. La empresa es reservorio a nivel global de la vacuna antiaftosa. La aftosa era una de las enfermedades que circulaba libremente en la Argentina. Teníamos 50 millones de cabezas de ganado y una necesidad de vacunación anual. Había un mercado muy representativo y dependíamos de empresas globales para abastecernos de la vacuna. Con esfuerzo empresarial argentino más la tecnología, hoy contamos con la posibilidad de la vacuna, más allá de que hoy no hay circulación en el país. Esa tecnología hoy la podemos vender a otros países. Exportar o generar una planta en otro lado con el conocimiento que adquirimos.
—¿Hizo algo mal Sigman con AstraZeneca?
—Todos los países debemos buscar la soberanía sanitaria. Las vacunas primero se dieron en los países desarrollados a sus propias poblaciones. Cualquier iniciativa de la administración pública para dotar de capacidades de manufactura es loable. Aquí tenemos empresarios argentinos invirtiendo en el país a riesgo. Esta empresa comenzó con la producción de la vacuna antes de contar con la autorización en Europa. Las autoridades europeas podrían haber dicho que no era todo lo eficiente o todo lo segura que debería ser. Si fuera así, toda la producción había que descartarla. Tenemos un empresario que con visión, ciencia y tecnología argentina asumió el riesgo y una empresa global que confió en él y decidió transferirle tecnología para que comience con la producción.
—¿Por qué no se comprende?
—La industria farmacéutica no habló mucho hasta la pandemia. La mayoría de la gente no entendía el desarrollo de un producto farmacéutico. La pandemia nos brindó la posibilidad de contar lo bueno que hacemos por la sociedad. Dos terceras partes del crecimiento en la expectativa de vida de la humanidad a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial se deben a la industria farmacéutica a nivel global. Fuimos partícipes en extender sensiblemente la expectativa de vida de la humanidad. En la pandemia tuvimos que salir a contar las cosas que hacíamos. No hubo comprensión de cómo funciona la industria. Hay empresarios dispuestos a invertir, producir, generar capacidades productivas a riesgo, para después comercializarlo. Se trata de empresas, no de fundaciones. Falta explicar lo bien que hace la industria farmacéutica a la salud en general. Es una falencia que tenemos.
—¿Si hubieras debido tomar la decisión y contaras con una vacuna como la de AstraZeneca que aceptaba la transferencia tecnológica y la fabricación en la Argentina, hubieras aceptado?
—Seguramente.
“Gran parte de los subsidios del Conicet para investigación están vinculados a desarrollos de biotecnología”
—Brasil, con más de 200 millones de habitantes y la tradición de fabricación de vacunas en el Butantan, ¿quiso fabricar su propia vacuna porque Argentina tenía AstraZeneca?
—Argentina tiene capacidades diferenciales en la producción de productos biológicos, ya sea para el uso humano o para el uso en animales.
—¿Más que Brasil?
—Soy argentino y me siento muy a gusto con las capacidades argentinas.
—¿Cuál sería la singularidad de la capacidad para la fabricación de medicamentos?
—Tenemos una industria fármaco-química. Argentina sigue manteniendo la producción de principios activos en Latinoamérica. Bagó tiene una planta de producción de principios activos que Brasil no tiene tan desarrollados. Existe la capacidad de desarrollar acá la síntesis química de esos productos. En productos biológicos, desarrollamos sin apoyo significativo del Estado nuestra capacidad. Algunas empresas argentinas invirtieron a riesgo, lograron hacer síntesis de esos productos biológicos. Hoy los exportan. Tenemos la capacidad intelectual, desarrollamos un modelo financiero que nos permitió llevar adelante un programa de estudios clínicos para afirmar que un producto biológico es tan bueno como el original. A partir de ahí tenemos la facultad de abastecer el mercado argentino y de exportar. Brasil intentaba desarrollarlo con programas de participación público-privada. Uno de los vectores de desarrollo era la biotecnología. Decidieron invertir miles de millones de dólares para poner a la industria farmacéutica brasileña en un nivel en el que ya está la argentina.
—¿A qué obedece esa característica de la industria argentina que no se desarrolló en otros aspectos?
—Hay factor humano. Hubo empresarios que entendieron el juego. Apostaron fuerte en los últimos veinticinco o treinta años en el cumplimiento del marco regulatorio, en inversiones en manufactura. Comprendieron el futuro de la industria. Nos posicionó como industria diferencial en un país en el que no creció su PBI per cápita en los últimos treinta años.
—Debe haber causas estructurales, también. Somos el país que tiene entre sus premios Nobel a César Milstein o Luis Leloir.
—Está la capacidad intelectual de producir. Es algo que también tienen China e India.
—Pero ambos tienen más de 1.300 millones de habitantes.
—Y mercados. Argentina lo logró a pesar de una localización geopolítica desfavorable.
—Como dijo el Papa, estamos en el fin del mundo. En el hemisferio sur, cuyo 70% es agua.
—Contribuye tener la educación pública. El 60% de los subsidios para investigación del Conicet están o estuvieron vinculados a biotecnología. Nosotros tenemos capacidad de investigación básica, de ciencia básica. Lo que nos falta es trasladar esa ciencia básica a una industria local.
—¿Incide la cuestión financiera?
—La cuestión financiera, la escala, la falta de previsibilidad de la Argentina, las dificultades macroeconómicas. Pero hoy el Grupo Bagó tiene presencia en cincuenta países. Exportamos a Europa, como otros grupos que también lo hacen. Exportamos a Vietnam, a Sri Lanka, entre otros.
En este link, la entrevista completa de Jorge Fontevecchia a Edgardo Vázquez.