#PeriodismoPuro es un nuevo formato de entrevistas exclusivas con el toque distintivo de Perfil. Mano a mano con las figuras políticas que marcan el rumbo de la actualidad argentina, Fontevecchia llega a fondo, desmenuzando argumentos y logrando exponer cómo piensan los mayores actores del plano del poder. Todas las semanas en perfil.com/PeriodismoPuro.
—Resulta lógico pronosticar que Cambiemos tiene más posibilidades que ningún otro partido o alianza para ganar en 2019, y el peronismo tiene, también, más posibilidades de continuar dividido. En cuyo caso lo que se repetiría es una hegemonía como mecanismo de gobierno.
—Le concedo que ésa puede ser una consecuencia no deseada de la reconstrucción de un nuevo sistema político. Si nosotros tuviéramos un sistema político bien reconstruido, en 2019 podríamos tener, en lugar de hegemonía versus oposición, un debate político más rico, más elevado, más profundo. Pero como no lo tenemos, seguimos condenados a discutir futuro versus pasado. En 2015 tenía la ilusión de reconstruir el sistema con nuevos protagonistas, sin Cristina, ahora, en 2017. Pero seguimos igual.
—¿No cree que la existencia de partidos políticos sólidos no parece ser un fenómeno en la mayor parte del mundo occidental?
—Sí, pero a diferencia nuestra, ellos tienen una estabilidad social, más allá de cómo funcionen sus partidos, que les permite estar evolucionando en el debate. Nosotros tenemos un problema central que es nuestra raíz pendular. Hemos vivido muchos años en un péndulo.
—Donde la fuerza de un polo lleva inevitablemente al otro.
—Justamente. Pero si nosotros nos damos por lo menos estos ocho años, partiendo de 2015, hasta me animo a decir que el gobierno de Macri es un gobierno de transición, camino a concretar la inmensa ilusión de que la Argentina por fin pueda despegar, salir del péndulo.
—Siguiendo esa línea, ¿usted cree que lo mejor sería que en 2023 haya otra coalición que sustituya a Cambiemos y que Cambiemos pase a ser oposición?
—Sí, por supuesto. Ya le dije: ésa será nuestra prueba de fuego, que Cambiemos siga siendo Cambiemos desde la oposición. Lo mismo que hoy se le exige al peronismo, por primera vez: que perdiendo asuma que hay otro que puede gobernar y terminar su mandato.
—Usted conoce a Cristina porque, desde la oposición, compartió con ella años de trabajo en el Congreso. ¿Cree que no será candidata a presidenta en 2019?
—Creo que se puede presentar, cómo no. La secta, el comportamiento de secta, hace que cualquier respuesta hecha desde la política tradicional no funcione. A veces me preguntan: “¿Cristina se presentó por los fueros?”. No, no se presentó por los fueros, se presentó porque está convencida que ella, en un proyecto mesiánico, puede representar a la mayoría de los argentinos. Ese es su gran error. Jamás volverá a representar una mayoría, porque cuando lo hizo defraudó y de eso no se vuelve. Ellos tienen esa visión, con algo de irrealidad en las sectas. Hay mucho fanatismo, un atavismo cultural muy fuerte que también acompaña a intelectuales, artistas, deportistas, amas de casa, militantes sociales. No los desmerezco como espacio de representación político, pero la política es la construcción de mayorías para ejercer el poder, y en ese esquema los veo cada vez más lejos.
—Pero para el peronismo es todo un tema que esa secta, como usted la llama, permanezca con su 10 o 15%. ¿No cree que Randazzo con su 5% fue el que le hizo perder al kirchnerismo las elecciones?
—¿Sabe qué es lo más grave? Que no es cuantitativo. Lo grave para el peronismo es que estarán todo el tiempo corriéndolo por izquierda, y si el peronismo sucumbe a esto, la secta habrá ganado la batalla cultural, más que una batalla cuantitativa.
—¿En qué se tendría que diferenciar ese peronismo no kirchnerista de Cambiemos?
—Tiene evitar que lo corran por izquierda, darse cuenta de cuál es su rol en esta hora tan especial, para poder acordar con el Gobierno y que ese acuerdo no se sienta como un demérito, un desvalor.
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