—Cuando uno ordena el entramado radical, por lo menos en los dirigentes más importantes o visibles a nivel nacional, se encuentra con Gerardo Morales y con Facundo Manes, que tienen una posición competitiva con el PRO. Mientras que también se observa otros dirigentes más propensos a negociar con aquel partido. ¿Hay una divisoria entre radicales que están más dispuestos a disputarle al PRO su posición?
—No. Para mí, la divisoria es radicales que están dispuestos a disputar espacios de poder y conducir los mismos y así obtener lugares de gestión en el Estado. Es lo mismo, pero conforme a la realidad de los distritos puede variar, se puede mezclar. Es la línea divisoria. Dejar de ser un partido testimonial. Ésa era mi discusión en Córdoba. Hay provincias que por idiosincrasia cultural es muy complejo pedirle al radicalismo que sea un partido con vocación real de poder.
—Jujuy funcionaría disruptivamente.
—Salvo Jujuy. Éste es el otro extremo. Córdoba fue una cantera de cuadros de políticas públicas y de gobierno. El cordobés fue un radicalismo de gobierno a lo largo de la historia.
—En Jujuy, donde el peronismo tiene o ha tenido naturalmente mayor facilidad para ganar las elecciones, se encuentra el gobernador más confrontativo con el liderazgo del PRO.
—Nadie va a discutir la vocación de liderar y de empoderar al radicalismo y gestión y de poder que tiene Gerardo.
—Y ahora se le agrega Facundo Manes, un candidato de enorme popularidad que obtuvo el 40% de los votos.
—Es una de las mejores noticias que recibimos como espacio político. Y a eso se le suma Martín Lousteau que pegó en el palo en el Gobierno de la Ciudad. Trabajaremos para que sea jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Se suma un radicalismo mendocino. Por su idiosincrasia, porque no pueden ser reelectos, la impronta del radicalismo mendocino es de gestión. Es una reconciliación con este radicalismo que quiere transformar realidades injustas y que se pueden transformar desde el Estado.
“Quejarse por lo que hacía el PRO durante el gobierno de Cambiemos mantuvo a la UCR en una zona de cierto confort”
—¿Podríamos decir que en eso Córdoba atrasa? En Buenos Aires, a partir del surgimiento de Manes, el radicalismo se le planta al PRO y le compite de igual a igual.
—Nunca van a escuchar de mí decir que Córdoba atrasa. Todo lo contrario. Me parece que Córdoba contribuyó fuertemente a que el radicalismo empiece a cambiar. Fui muy crítico de mi partido, dentro de una lógica quejosa que tenía en la coalición de Cambiemos. El radicalismo venía de la crítica y la queja permanente. Decía que éramos furgón de cola de la conducción del PRO en Cambiemos. Pero abordaba el problema desde un lugar especulativo. Desde desde un lugar de confort, desde un lugar parlamentario. Empieza a emerger un radicalismo con dirigentes competitivos con vocación de poder, que quieren ganar elecciones, que intentan representar agendas contemporáneas. Vivimos una discusión mucho más madura, que los representantes lleguen a través de un mecanismo virtuoso. El radicalismo vivía de lo que fue. Lo digo como radical hasta los huesos como soy. No alcanza con contar los 130 de historia o la cantidad de comités que tenemos en cada pueblo, si no están abiertos, si no se oxigenan y tienen nuevas agendas. Mi partido, el más viejo de Argentina, es una de las pocas expresiones que ofrece caras nuevas, nombres e ideas nuevas en un momento de crisis tan profunda. Me llena de esperanza. Martín Lousteau, Facundo Manes, Martín Tetaz, el proceso nuestro en Córdoba, son contribuciones para Juntos por el Cambio y para la política.
—Cuando digo que atrasa en este punto, me pregunto si en las elecciones de 2023 la competencia interna va a ser entre radicalismo y PRO, y no radicalismo y PRO mezclados en dos listas.
—Sería bueno que sea radicalismo y PRO. Que el radicalismo tenga una vertebración fuerte en todo el país fuerte, competitiva. Que discutamos a la par. Nosotros, no desde un lugar infantil, adolescente o universitario, vamos a procurar conducir la coalición.
Lea entrevista completa de Jorge Fontevecchia a Rodrigo de Loredo, en este link.