Marisa Olguín puede reconstruir con claridad el día en que desapareció Bruno, casi como si los últimos 27 años no hubieran pasado. Como si el tiempo se hubiese detenido, al menos parcialmente, ese domingo 2 de marzo de 1997 en el que su hijo, de apenas 8 años, se perdió en minutos de la vista de todos. Desde ese momento, por los siguientes 26 años y hasta hoy, su familia no supo nada más de él.
Bruno Gentiletti vivía con sus papás, Marisa y Claudio, y sus cuatro hermanos en la ciudad de Las Rosas, provincia de Santa Fe. Es el tercer hijo de su familia: en medio de sus dos hermanos mayores, Belén, que por entonces tenía 11 y Martín, 10; y de sus dos hermanos menores, Franco de 7 y Gisela de 6.
Ese domingo, todavía de verano, la familia salió de su casa en Las Rosas en horas de la mañana con destino al río. Querían pasar el día en la playa para festejar el cumpleaños de Franco, que había sido el miércoles anterior. Viajaron en auto más de una hora hasta la costa del río Paraná, y entraron al Balneario La Florida, en la ciudad de Rosario. Llegaron cerca de las 11 de la mañana: estacionaron, bajaron las cosas, se acomodaron bajo una sombrilla.
Lo que siguió, Marisa lo reconstruye así: el papá de los chicos se fue con los dos mayores al agua, y Bruno se quedó con ella en la orilla del agua y los dos más chicos. Después, ellos tres le pidieron permiso para ir a la zona de los juegos que había en el predio, a unos 100 metros. Ella se quedó preparando algo para comer y cuando, media hora más tarde, los llamó para que fueran, Franco y Gisela regresaron sin Bruno. “Se fue al tobogán”, le dijeron a su mamá. “Pero yo miraba y no había nadie en el tobogán”, dice Marisa en diálogo con PERFIL, 26 años después.
Cuando Claudio Gentiletti y los chicos más grandes salieron del agua, Bruno ya no estaba. “Y en ese momento había pasado media hora desde que habíamos llegado, fue todo muy rápido. Y empezamos a buscar, a buscar, a buscar. Adentro, afuera, y no lo encontramos más. Así fue todo”, dice Olguín.
Niños desaparecidos en Argentina: hay más de cien búsquedas y 40 de ellos ya serían adultos
La certeza de su mamá y una hipótesis de búsqueda equivocada desde el principio
Lo buscaron en los juegos, en el estacionamiento donde habían dejado el auto, preguntaron a las familias que estaban allí si lo habían visto pasar. Confiaban en que podía estar por ahí, cerca. Buscaron en los alrededores del lugar e incluso en un predio ubicado al frente del balneario, donde había otro tobogán y creían que Bruno podría haber cruzado por curiosidad. El personal de La Florida, recuerda Marisa, le decía que la posibilidad de que hubiera salido de allí era nula porque por los molinetes no pasaba ningún menor sin la compañía de un adulto. Pero dos de sus hermanos ya habían cruzado los molinetes sin problemas para ir a buscar a Bruno.
Entonces empezó la desesperación: nadie recordaba haberlo visto, excepto Franco y Gisela. Horas después, con la denuncia policial, las autoridades se inclinaron sin dudar hacia la hipótesis de que Bruno se había ahogado, por lo que desplegaron rastrillajes por el río Paraná. De los operativos de Prefectura también participaron vecinos que llegaron desde Las Rosas, pescadores y buzos, pero no se obtuvo ningún resultado y el nene seguía sin aparecer.
Bruno tenía otitis secretora, y lo habían operado en agosto de 1996 para colocarle dos dispositivos que iban a regenerar las membranas de sus tímpanos. Por ese diagnóstico, él sabía que tenía que evitar mojarse los oídos y usar los tapones siempre que estaba en contacto con el agua.
“Se ponía los tapones para bañarse, para meterse en la Pelopincho, para todo. Tenía que tener siempre esa zona seca y él hacía caso. Y su primera impresión cuando vio el agua fue ‘uy mami, qué agua sucia’, porque era agua de río, y me dice ‘y yo no me traje los tapones’”, recuerda Marisa.
Ese antecedente en la historia clínica de Bruno es lo que le dio a su mamá una seguridad: para ella era –y es, aún hoy– casi imposible que él hubiese ido hacia el agua sin los tapones y, desde un primer momento, sintió que la búsqueda en el río por un posible ahogamiento era tiempo perdido. Sin embargo, esa fue la hipótesis principal alrededor de su desaparición durante al menos el primer mes, pese a que su familia pedía que se indaguen otras posibilidades, y en la que más temían: que alguien se lo hubiese llevado del balneario.
Su familia quiere una tumba donde llorar: el caso de Anahí Bulnes y una búsqueda en un basural
Con la reconstrucción de los hechos, que pudo hacerse en el lugar ante el juez Edgardo Bistoletti recién tres meses después, los hermanos de Bruno hicieron el recorrido de ese día. Explicaron que él fue al tobogán, y volvió diciéndoles que un hombre y una mujer le habían dicho que estaba cerrado, pero que de todas formas él insistió en volver allá para jugar y regresó solo. "Nosotros fuimos a la cama elástica y Bruno al tobogán. De pronto vino Bruno y nos contó que un hombre y una mujer le dijeron que el tobogán estaba cerrado", contaron Franco y Gisela en ese momento.
De las personas presentes en La Florida ese 2 de marzo, tampoco hubo testimonios que pudieran aportar datos sobre qué pasó con Bruno. Al día siguiente hubo gente que dijo haber visto chicos que podían ser él en los alrededores de la playa. “Buscamos de noche, a toda hora, pero no”, reitera su mamá.
“Nadie buscaba a Bruno fuera de ahí salvo nosotros. Todos estaban esperando a ver si se encontraba el cuerpo en alguna desembocadura. Nos llevó tres meses poder hacer la reconstrucción de los hechos, que mis hijos mostraran al juez dónde estaba Bruno, dónde estaban ellos. Muchas cosas que en los primeros momentos son fundamentales, y todo eso se diluyó porque nadie nos llevaba el apunte. Sentíamos desesperación porque nadie se movía”, dice Marisa a este medio al hablar sobre esas semanas caóticas.
Una búsqueda desesperada: datos en distintas provincias y una denuncia ante Migraciones que se “traspapeló”
En abril de 1997, Marisa Olguín y Claudio Gentiletti viajaron a Buenos Aires para intentar dar más visibilidad a la búsqueda de su hijo. En ese viaje, en el que recibieron asesoramiento, se enteraron de que todavía no había denuncia registrada en Migraciones sobre la desaparición de Bruno para evitar su salida del país. Tuvieron que hacerla ellos personalmente.
“El juez dijo que lo había mandado, pero que se había traspapelado. Por donde mirabas todo era vacío legal”, recuerda Marisa. La Policía Federal e Interpol empezaron a trabajar recién en el mes de abril sobre el caso. “En Interpol figuraba que Bruno había desaparecido en abril porque justo ese mes es cuando yo viajé a Buenos Aires e hice la denuncia, pero ya había pasado un mes”, remarca. Más de treinta días en los que su hijo podría haber sido llevado a cualquier parte.
Un viaje en remís, su celular hallado años después y ninguna pista firme: el caso de Norma Carrizo
Con el paso del tiempo, cuando llegaba una pista no dudaban en seguirla. A Tucumán viajó dos veces seguidas. En San Nicolás, provincia de Buenos Aires, estuvieron casi un mes buscándolo porque había muchas llamadas de gente que veía chicos parecidos. Son apenas dos ejemplos de algunos de los tantos llamados que recibieron, pero que no llevaron a nada. “Yo le rogaba a la gente que los retuviera (a los chicos) –dice–. Nos volvíamos locos, íbamos a un lado, nos mandaban para otro, era tremendo. Y así en muchos lugares”.
La angustia crecía a la hora de volver a su casa después de esos días sin certezas, y sin saber qué decirle a sus otros cuatro hijos, que se ilusionaban con que ella algún día traería a su hermano al regreso de uno de esos viajes. Esas vidas también seguían y su familia lo transitó como pudo. Al año de la desaparición de Bruno, se separó de su marido.
“Era terrible volver a casa. Yo me iba diciendo ‘me voy a buscar a Bruno porque me dieron un dato’. Cuando llegaba ellos esperaban que volviera con su hermano. Eran muy unidos y se mantienen así de unidos hoy, están siempre buscando a ver qué novedades hay, buscan en diarios de otros países. Yo siempre les decía: ‘si nosotros sufrimos, imagínense cómo sufrió Bruno. A él le tocó estar afuera y nosotros estamos juntos’”, se consuela Marisa.
Bruno desapareció cuando tenía 8 y este año cumplió 35: la reconstrucción de su imagen
A lo largo de estos 26 años se hicieron dos reconstrucciones del rostro de Bruno Gentiletti para intentar aproximarse a su imagen actualizada. La primera se hizo en Estados Unidos, mediante Missing Children y el FBI, que en ese momento, cuenta su mamá, eran los únicos que tenían la tecnología para hacerlo. Se logró una imagen probable de Bruno a los 17 años. Una segunda reconstrucción hizo tiempo atrás el Ministerio de Seguridad de la Nación y es de su rostro con 33, 34. Nacido en 1988, el 18 de junio de este año Bruno cumplió 35 años.
En Argentina, Missing Children busca actualmente a 40 personas que se perdieron siendo menores de edad y hoy son adultos. Si bien más del 95 por ciento de los casos de chicos perdidos se resuelven, hay casos como el de Bruno o el de Sofía Herrera en los que prevalece la incertidumbre.
“Tenemos más del 95 por ciento de los casos resueltos positivamente. Eso es un número muy alto. De las denuncias diarias, que a veces son 3,4,5, la mayoría son chicos que se encuentran rápidamente y vuelven a su casa, a veces en forma espontánea. Lo que pasa es que hay un 5 por ciento de los que no se sabe nunca nada más y siguen estando ahí.
Son los que nos preocupan y nos impulsan a organizar campañas”, dijo tiempo atrás Ana Llobet, presidenta de Missing Children Argentina, en una entrevista con PERFIL.
En 2020, la causa por la desaparición de Bruno Gentiletti pasó al Ministerio Público Fiscal y se dispuso un nuevo equipo para investigar el caso desde el principio. La familia Gentiletti dio muestras al Equipo de Antropología Forense, y en 2022 se compararon con los datos de un joven de Mar del Plata que tenía rasgos parecidos a Bruno y dudaba de su identidad.
Los resultados fueron negativos, pero ni Marisa ni sus hijos pierden la esperanza de algún día volver a encontrarse con él: “Vemos historias en otros países que a través de ADN y de esas reconstrucciones se ha llegado a encontrar gente después de 40, 50 años. Son herramientas que hoy te dan esperanzas de que en algún momento puede suceder”.
► El Ministerio de Seguridad de la Nación ofrece una recompensa de 1.500.000 pesos a quien aporte datos que conduzcan directamente a encontrar a Bruno Gentiletti. La recompensa está destinada a aquellas personas que aporten información que sirva para dar con su paradero. Se puede llamar de forma anónima al 134 o contactarse mediante el siguiente formulario: Búsqueda de Bruno Gentiletti.