El dueño de la pizzería que mató y enterró a su empleado en su casa de Ituzaingó confesó el crimen y dijo que reaccionó violentamente porque la víctima le reclamó los meses de sueldo que le adeudaba, las vacaciones y el aguinaldo.
Luis Mieres (69) fue detenido este lunes 14 de diciembre apenas la policía halló el cuerpo Jorge Daniel Zagari (53), que estaba enterrado y cubierto por una carpeta de cemento en el fondo de su casa de la calle Intendente Pérez Quintana al 3300.
Zagari era el maestro pizzero del local que administraba Mieres, pero no estaba yendo a trabajar porque era grupo de riesgo. El miércoles pasado desapareció misteriosamente. Sus familiares denunciaron que había ido a cobrar el sueldo a la casa de su empleador y que luego le perdieron el rastro.
Ese mismo día, el auto de la víctima fue prendido fuego en Merlo y los investigadores obtuvieron una pista clave de una cámara de seguridad: en las imágenes aparecía la camioneta Ford EcoSport negra del dueño de la pizzería.
Siguiendo esa pista, la fiscal María Laura Cristini pidió que allanen su casa. Enseguida los policías que participaron del operativo advirtieron una carpeta de cemento reciente en el patio de la finca. Cuando la rompieron hallaron el cuerpo del maestro pizzero.
El informe preliminar de la autopsia reveló que el cuerpo de la víctima presentaba golpes en la cabeza realizados con un objeto contundente que podría tratarse de una barreta.
Mieres fue detenido en el lugar. Horas más tarde confesaría la autoría. Entre otras cosas, le dijo a la fiscal que discutió con su empleado por dinero y que reaccionó porque Zagari le había reclamado deudas pendientes, como el pago de sueldos atrasados, el aguinaldo y las vacaciones.
El acusado aseguró que le respondió a su empleado que no estaba en condiciones de regularizar su situación porque le había ido mal económicamente en la pandemia, y que segundos después comenzaron a pelearse.
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Tras su versión, y en base a otros elementos de prueba, demoraron a la pareja del presunto homicida, identificada como Marisol Albornoz Hermosilla (63), y a su hijo, Martín Silva.
Los investigadores sospechan que encubrieron al acusado y que además habrían colaborado en el traslado del auto de la víctima y el entierro del cuerpo.